martes, 15 de septiembre de 2009

Último momento: ¡Se puede vivir sin Google!

Para llegar a esta cuenta de blog tuve que entrar a Google. Para traducir la siguiente frase del inglés al español, también:

"El cofundador Sergey Brin (fundador de Google) ha hablado de implantes cerebrales directos. Ahora, Sergey argumenta que lo correcto es que sólo hay que conectarlo directamente al cerebro. En otras palabras, usted sabe, el alambre en la cabeza ", confesó hace poco a la publicación Technotrunc un tal Eric Schmidt, CEO del super buscador.

Cualquiera con sentido común diría que no hace falta que Google nos implante un cable en la cabeza para cliquear desde nuestras neuronas su motor de búsquedas. Ya lo hacemos de hecho, todo el tiempo.

Y cuando en la Redacción se cae Internet pareciera que volvemos a nacer, a aprender a hablar, a ...

Veinte grados, el clima ideal. Salí a la cubierta del crucero a mirar el mar.

Sí, estamos en otro planeta (en la Tierra). Sigamos.

Abajo,el café concert. Arriba, el boliche circular con los vidrios que mostraban el Atlántico y la luna llena unidas en la medianoche. Vino una arquitecta astróloga, más astróloga que arquitecta, unos ocho old years más old que yo y me dio a entender que esa era mi noche soñada. Y me tiró un boceto cuya indirecta no entendí, por lo que ella agarró el Autocad y lo pasó en limpio en un plano: "flaco, si abrís bien los ojos vas a ver cuántas mujeres te están fichando". Y tenía razón. Probé con una brasilera que tenía un corazón romántico de dibujito animado y el encuentro fue un sit com de 30 minutos,en Warner Channel. Y sí, la naturaleza había armado "la coreo", como dicen en Tinelli. Cuando volví a Mendoza, mis amigos escucharon esa experiencia vivida en tiempos de convertibilidad como si recién lo descargaran en un DVD de Blockbuster. Nunca más me subí a un crucero y creo que no lo haré hasta que el dólar y el peso jueguen al fútbol cinco con la misma cantidad de jugadores en cada equipo. Momentos donde el sueño del videoclub se cumple en la vida real. Ese fue uno.

Cerro López, Bariloche. A algunos les debe tocar de cerca. Daniel de Godoy Cruz y Susana de Las Heras, hasta ese momento nada de 2.0 entre ellos. Dicen que si bebés agua del arroyo López tendrás el nivel de amor acorde a la cantidad de líquido que tomaste. Susana lo absorbió al pie de la letra. Por alguna razón la magia de esa agua bautizó a Daniel y hoy él dirige un banco en San Luis, y con ella armaron una familia grande. Las mujeres de Las Heras tienen más chances de ser afortunadas que otras, según he visto. Dolina y Calamaro podrían aportar su versión.

Domingo de diciembre. Hasta las 21 fue un día más. De 21.00 a 21.05 .... (suena esa erección sonora que te corta la inspiración: el timbre del departamento).

"¡¡El afiladooor!!". "No, gracias", replico yo y los treinta vecinos del edificio en forma consecutiva. Jode escuchar cómo todos le decimos "no" a un hombre que sobrevive el momento. Bueno, sigamos...

21.00 a 21.05. Nos dimos las manos. Las miradas cruzadas mostraron las primeras cosechas de ese primer año de casados. El Atlántico y el cerro López replicaron su "coreo" en un escenario de amor que les estaba quedando chico: la paz de nuestras almas. Ella puso sus manos en mi anillo de boda y yo, en el suyo. La lágrima, como el afilador, se metió sin que nadie lo llamara. Sentimos que volvimos a nacer, en un vientre más grande que el Atlántico, y con ganas de explorar todo el océano de la vida, de las experiencias, de los dolores y del amor. Salimos de esa iglesia y al pisar la calle Salta volvimos a esa sensación de vida "minuto a minuto" pero con el placer de haber vivido un instante de eternidad, donde el amor es el único motor que le da razón de ser a la eternidad.

Llegamos a casa y mientras ella preparaba la mesa, yo prendí la compu para renovar la encuesta del diario.

Otra vez Google. Para ver si me dejaron algún mensaje de la Redacción y para leer las últimas noticias de Tecnología en el Google Readers.

Sí, entiendo a Sergey Brin. Con un alambre en la cabeza sería más cómodo para nosotros y para ellos. Al igual que Chávez y Néstor, con tal de robarnos toda la información los del buscador son capaces de hacer cualquier cosa.

Puede que Google nos vacíe la cabeza, pero hasta ahí llega. No lo veo capaz de descender hasta el corazón, apagar la luz y poner el DVD con los mejores momentos de la vida.

El peligro está en que hoy la vida sea más la computadora que esa sumatoria de experiencias y de instantes inolvidables.

Imagen: Arroyo López, de Bariloche, "el de los tres traguitos"

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