jueves, 31 de julio de 2008

Cómo Google traduce el mendocinismo


Lo que viene abajo es así: Frase traducida es el resultado de la traducción de la Frase Original al inglés por el Google Translate y del inglés traducido (Del mendocino al inglés) por éste último al español, a través de la misma herramienta.

1. Frase traducida
La forma en que la cuña y la docena de empanadas de humita?
Del mendocino al inglés

To how the pancake and the dozen pies of humita?
Frase original

¿A cómo la tortita y la docena de empanadas de humita?

2. Frase traducida
Che, huevón, no ser tan mugriento tiré los huevos y no el canal!
Del mendocino al inglés

Che, huevón, do not be so mugriento tiré eggs and not the canal!
Frase original
¡Che, huevón, no seas tan mugriento y no tiré huevadas a la acequia!

3. Frase traducida
El culillos ahora hacer lo que estaban haciendo pinta
Del mendocino al inglés

The culillos now do what they were doing pint
Frase original
Los culillos de ahora hacen lo que se les pinta hacer

4. Frase traducida
Viejo, no me rompás los huevos! (por fin alcoyana-alcoyana)
Del mendocino al inglés

Old, I do not rompás eggs!
Frase original
¡Viejo, no me rompás los huevos!

5. Frase traducida
¿Qué andás, guon?
Del mendocino al inglés

What andás, guon?
Frase original
¿En qué andás, guón?

6. Frase traducida
Che, atrapados, ¿Arístides termina cuando se enfrentan con el estadio de la lepra?
Del mendocino al inglés
Che, caught, do Arístides ends when faced with the stadium for Leprosy?
Frase original
Che, culiao, ¿Arístides es la calle que topa en la cancha de la Lepra?

7. Frase traducida
Cumpas, siempre que en su casa me choreás promedios o partidos
Del mendocino al inglés

Cumpas, provided that down in your house I choreás averages or matches
Frase original
Cumpa, siempre que caigo en tu casa me choreás las medias o los fósforos

8. Frase traducida
Cuando fuck meter todo el morfi de Choco?
Del mendocino al inglés

Where fuck Meter entire morfi of Choco?
Frase original
¿Dónde carajo metiste todo el morfi de los chocos?

9. Frase traducida
Aquí no antes y no cayó una gota Ahora, con la última huevada del cambio climático, llueve un balón
Del mendocino al inglés

Here not before and not a drop fell Now, with the latter huevada of climate change, it rains a ball
Frase original
Acá antes no caía ni una gota y ahora, con la huevada ésta del cambio climático, llueve una bocha

10. Frase traducida
No estoy chacarero y de resistencia, no me gusta que Tomba es vigilante, dar, dar, dar lepra, Le dalee
Del mendocino al inglés
I am not chacarero and stamina, I am not like that Tomba is vigilant, you give, you give it, give Leprosy, Le dalee

Frase original

No soy chacarero y tengo aguante, no soy como el Tomba que es vigilante, dale Le, dale Le, dale Lepra, dale Le

miércoles, 30 de julio de 2008

Se me perdió el celular

Si de algo nuevo hoy nos hacemos drama es cuando se nos pierde el celular. Ayer por la tarde le pasó a mi mujer y a la noche me pasó a mi. En realidad, una vez al mes se me pierde el celular y cuando pasa te agarra una sensación de vacío similar a que si se te perdieran las llaves del coche.

¿Vos cómo te sentís cuando se te pierde el celular? Siempre te dicen que la mejor manera es que vos llamés a tu número desde otro teléfono, pero suelen pasar dos cosas: primero, que tu celular haya quedado apagado, así que esa opción no sirve y segundo, que en el fondo te dé vergüenza de llamar y que cuando tu celular suene bien cerca de vos, algún mal parido de las burlas te asiente un golpe bajo con un saque de lengua burlona.

Lo que sí me han contado es que "el celular se me perdió" se convirtió en una nueva excusa para zafar de una mala compañía en una salida. Por ejemplo, estás tomando algo con una chica que te interesa y ella, todo lo contrario. Entonces ella de repente dice "¡ah, se me perdió el celular!" lo que es sinónimo de "cortemos la cita aquí" porque "estoy esperando un importante llamado" y seguramente el celular quedó en casa o en el departamento de una amiga.

Peor sería que una vez le descubrás esa treta. La única excusa que le quedaría es "sí, pero no tiene carga, así que igual tengo que volver a casa para enchufarlo, ¿me llevás?".

martes, 29 de julio de 2008

En defensa del Opus

Debido ( y no De Vido) (cortala, Mario) a la nota Una polémica novela sobre el Opus Dei escrita por un conocedor, quería brindar un comentario sobre este tema, basado en la experiencia de conocer bien la Obra (así también, la llaman) en Mendoza y Buenos Aires.

En la Facultad nos enseñaron que el periodismo construye la realidad, lo que significa que es una realidad hecha en base a los hechos que son considerados como noticia. Por ejemplo, una clase de catecismo visitando a las familias de La Favorita (algo que solía hacer con los del Opus en Mendoza) no es noticia, pero sí lo es un cura que cometió una pedofilia. Podríamos así ennumerar más hechos que por ser simplementes hechos normales (como una tarde con acciones solidarias de Conín o Cáritas) en sí no son noticias. El resultado de este superclásico noticia vs no es noticia es lo que termina siendo la realidad construida de una determinada entidad. En el caso de este ejemplo, la Iglesia Católica. En síntesis, nunca encontraremos noticias de las cosas buena que hace la Iglesia porque simplemente no son noticia y por ello estas buenas acciones nunca encontrarán un lugar en la realidad construida que sirva para desequilibrar el prejuicio que la opinión pública tiene de la Iglesia.

Todo este palabrerío sólo para indicar que el Opus tiene una imagen negativa en quienes no lo conocen, producto de lo que al periodismo le ha interesado publicar sobre esa Prelatura Personal. La nota que publicamos hoy en el diario es un ejemplo y aunque parezca contradictorio, es natural que sea así: no somos autores materiales de los prejuicios que se hace la gente, pero es entendible que muchas veces no ayudamos a reflejar lo que un movimiento realmente es, simplemente por este criterio de definir lo que es noticia. ¿Y por qué no es noticia toda la labor solidaria que hace el Opus Dei de Mendoza en La Favorita y Colonia Segovia, por ejemplo? Porque los periodistas sabemos que si publicamos una noticia así vos ni ningún otro lector lo van a leer, porque en caso contrario nos dedicaríamos a hacer periodismo de investigación de las cosas buena que hace la Iglesia, te lo aseguro.

En mi opinión, el periodismo aún no encontró la llave creativa que permita construir una buena noticia con éxito. Nos gusta lo que es comentable, polémico, trascendente y curioso. Y creo que a vos y al resto de los lectores, también.

Mi experiencia en el Opus

Empecé a ir en el 84 y dejé en 1992.

A los 15 empecé a ir a la residencia El Carrizal (calle Gutiérrez) y un año después, a los Portones (Quinta Sección). En estos días, después de conocer otros movimientos católicos como Focolares y Carismáticos, reconozco que en el Opus tuve la oportunidad de formarme y de encontrar respuestas que años después le reclamé a la vida (en especial, cuando tuve crisis).

Algo de lo que cuestiona el artículo es que "el castigo físico se utiliza como inhibidor y sustituto del deseo sexual". Yo no conocí castigo físico ni mucho menos como inhibidor y sustito del deseo sexual. Para serte sincero, todo lo contrario. Allí aprendí -como parte de la formación que me dieron- el valor de la pureza en Dios y en consecuencia, en los hombres y mujeres. Durante esos años lo que más deseaba era amar a una mujer, porque en el fondo estaba conociendo el Amor de Dios.

Te cuento que me casé virgen a los 36 años. Vos dirás "sonamos, este tipo era un reprimido, como me esperaba". Mi respuesta es que a partir de conocer el valor de la pureza mi deseo más grande -y que más me motivaba sexualmente- era entrar de lleno en el Amor a una mujer. Que sea primero amor y luego sexo, para decirlo en criollo. No fue fácil aguantar hasta los 36 pero cuando me casé con mi mujer y tuve mi primera experiencia sexual, lo que más sentí fue que soy dueño de una mujer y esa mujer es dueño de un hombre, y que por suerte no tengo que reclamarle al pasado que entierre recuerdos "de la intimidad" que pudieran obstaculizar la exclusividad y entrega máxima que siento ahora. Y otra cosa más, que parece mentira porque nunca fue un sentimiento que anhelé, pero me di cuenta de que es ese sentimiento es el que constituye el mayor deseo: la paz, como sentimiento. Al Opus le debo el que haya perseverado en esta decisión que tomé cuando tenía 15 años: que el mayor amor de mi vida sea con la mujer a quien elija para toda la vida. Por otra parte siempre me sentí más libre al no tener que depender de algo para ser yo mismo.

Después, en otro post, hablaré más de este tema porque reconozcamos que hoy nadie lo hace y hay quienes quisieran saber más de este tipo de opción.

La nota también afirma que el protagonista de esta historia advirtió que "la conciencia no es algo personal, sino un elemento supervisado por otros".

Me cuesta encontrar un momento así en mi experiencia como asistente a las reuniones de la Obra (nunca fui miembro, aunque sí lo son o lo han sido hermanos y primos). Puedo intuir que se trata de los ejercicios espirituales llamado "Plan de Vida", que consiste en anotar -como los diabéticos anotamos las mediciones de glucosa- si tal día cumpliste con el plan, que consiste -no recuerdo bien cómo era, pero más o menos así- en ir a Misa, rezar el Rosario, rezar el Angelus,... En fin, pienso que al acudir al confesionario o a la charla con el director espiritual (el cura), ese papelito servía para corroborar que las cosas anduvieran bien y si no era así, atacar la dificultad (pereza, falta de voluntad, desánimo, etc) que pudiera dificultar el concretar esa parte del Plan de Vida. Por lo que ven se trata de extraer herramientas de la vida para aplicarlo en lo espiritual. No es nada del otro mundo y efectivamente, esto apunta a mejorar el rendimiento del alma y por lo tanto, la amistad con Dios. No lo veo como una apropiación de la conciencia.

Otra parte de la nota afirma que una vez le dijeron que "la mujer es para los hombres sinónimo de pecado y en el hombre es para las mujeres el mismo diablo".

No es algo que se corrobore con la realidad. Justamente las familias que son de la Obra (supernumerarios, se llaman así) son muy conocidas porque tienen muchos hijos y el tipo de relación que hay entre ellos es excelente, en general. Entiendo la intención de hacer esa afirmación, pero lamentablemente no se corrobora con la realidad, sino que todo lo contrario. Por otra parte, a mí jamás me dijeron eso cuando iba a las charlas, sino que todo lo contrario: me enseñaron a amar a una mujer en su integralidad y aprendí vidas de santas, como Santa Rosa de Lima, que son ejemplos de mujer. Además la Virgen María está muy presente en la Obra.

En la obra, Vicente es atraído a la orden guiado con engaños, primero le invitan a jugar unos partidos de fútbol, luego charlas sobre música rock, más tarde a tomar unas cervezas y luego, poco a poco, empiezan las charlas espirituales y le dicen "tú eres el elegido". "Eso me pasó a mí cuando tenía 16 años, de pronto sin darme cuenta, ya estaba pasando por infinidad de horrores como amarrarme en las piernas unos collares con puyas (cilicio) hacia adentro para pagar mis pecados y ganarme el cielo".

Lo de la tortura y todo eso me cuesta imaginarlo. Es verdad que en algunos casos intentan plantearte la idea de formar parte de la Obra. En mi caso, al principio iba a las "meditaciones" charlas de oración y formación, cada viernes. Después, cada año hacíamos el retiro (ellos le llaman Curso de Retiro) y luego, ayudar a las catequesis rural. Por ahí un partido de fútbol o salida.

Una vez, un numerario llamado Juan, me propuso analizar la posibilidad de entrar en la Obra como numerario. No me dijo "tu eres el elegido". Me dijo que intentara escuchar a Dios para saber si me estaba pidiendo eso. El padre Aníbal (periodista recibido en la Complutense de Madrid) me sugirió que antes de tomar esa decisión llevara el Plan de Vida durante un mes, para ir viendo si se producía el llamado a esa vocación de laico consagrado. Recuerdo que fui a Misa tres días seguidos y el cuarto día ya no pude más. Me costó muchísimo. El mismo padre Aníbal fue quien me sugirió que dejara de un lado el Plan de Vida y que quizá mi vocación no era la de laico consagrado. En más, me dio una mano: me animó a que siguiera la carrera de Comunicación
Social. Me facilitó el contacto con la Universidad Austral, de Buenos Aires (que pertenece a la española de Navarra, considerada una de las mejores del mundo en habla hispana) y al año siguiente me fui a estudiar comunicación social a la Austral, con media beca. Sinceramente ese cura uruguayo me salvó la vida y aún hoy se lo agradezco.

Ya que nombré la Austral, esa universidad tiene algo que ver con el Opus Dei, también, en cuanto a la formación religiosa. La pregunta es ¿qué te metieron en la cabeza?

Te cuento que de toda mi promoción sólo uno es del Opus. El resto, gente común y corriente. De hecho que mi compañero de estudios fue un judío gay (y eso que hasta ese momento me costaba entender a un homosexual). Jamás tuve una hora libre en esa universidad, una experiencia creo yo que aún no se ha visto aquí en Mendoza, que por más privada que sea una universidad siempre hay horas libres. Además no leíamos Cristo Hoy: Página 12 era uno de los diarios de cabecera. Cualquier cosa lo podía charlar con cualquier autoridad y lo que sentí (o sentimos) muchas veces fue discriminación del mismo ambiente periodístico, que no se abría con nosotros. Un caso fue Jorge Lanata, que aún estando en Página 12, se resistió a visitarnos por tratarse de una universidad del Opus. Con el tiempo la sociedad fue conociendo a la Austral y eso ya cambió. Seguramente por ese prejuicio construido por las noticias que para nosotros son noticias, como les comentaba al principio de este post.

¿Qué le puedo criticar al Opus? En sí a la institución, nada. Aunque con el tiempo me di cuenta de que a mi me faltaba "sentir" más a Dios y como que la Obra no me facilitaba eso, como sí lo viví después en los encuentros que participé de Focolares. Creo que los carismáticos son los que más viven el sentimiento de la fe. Por otra parte noté que siempre predominaba una "formalidad" del cual nunca encajé. Es como que si sos un poco Peter Capussoto, lo sos toda la vida, y me parece que la obra tiene que trabajar en eso de cómo acompañar a un informal "Peter Capussoto", como lo somos muchos de nosotros . También vi -y esa es una gran duda- que pareciera que todos los del Opus son porteños, o mejor dicho, hablan como porteños. Creo que en el fondo la intención es ser educados y sueltos en el lenguaje. Por ahí lo negativo de hablar a lo porteño relajado es que se pierde un poco de credibilidad cuando lo que se muestra es una personalidad que pareciera que "está todo siempre bien". Yo creo que si te mostrás tal cual sos, con los golpes de la vida y también con las batallas ganadas, terminás siendo más creíble. Pero bueno, esto último es algo que corresponde a mi opinión. En el fondo, lo que ellos hacen es ofrecérselo a Dios y ponen toda su vida (o todo lo más feo de la vida de uno) en sus manos, por lo que esos rostros de satisfacción, de que "siempre estoy bien" lo que intenta es demostrar que se tiene fe y confianza plena en Dios. Yo nunca pude ni tampoco quise ser así. Por ahí cuando agarro la guitarra y compongo una canción, muy difícilmente escriba algo que demuestre que "está todo bien". En los vaivenes anímicos, como lo es "Viernes 3.00 AM" de Charly, también está la belleza, como también lo está en el rostro sufriente de Jesús.

Más allá de que todo este palabrerío surge porque así lo he vivido yo en mi experiencia en medios mendocinos, también reconozco que las ideologías sacan provecho del mensaje de Jesús de poner la otra mejilla, en lugar del "ojo por ojo, diente por diente", que siguen a regla otras religiones. Para mí es lamentable ver enemigos de la Iglesia, que no son muchos, pero más lamentable es ver a los tibios-católicos-para-cuidar-la-imagen que terminan siendo idiotas útiles de los anteriores.

sábado, 26 de julio de 2008

Casi casi

Fue así: salí de la redacción a comprar algo para comer. Fui al Carrefour de la vuelta. Entré, saqué un cartón de jugos light de naranja y me mandé para la caja...

Miracle: no había nadie en la cola.

Literalmente me tiré de cabeza hacia la caja y casi casi casi ...literalmente casi me parto el cráneo porque un hombre me hizo stop!

"Oiga, nada más le voy a preguntar a la señorita cuánto cuesta esta...(porquería)".

Esa porquería era una bolsa de comida para gatos de la marca más barata. El buen hombre parecía recién salidito del tablero de dibujante que usó Fontanarrosa: Inodoro Pereira, un gentleman al lado de este cumpadre, con todo el respeto que en ese momento no se merecía.

Empecé a contar el tiempo, previo a una puteada al aire de catársis (jamás una caja libre de colas, hermano).

Se tomó un buen tiempo para preguntar todas las preguntas repetidas que podía hacer. La cajera también se tomó su tiempo. Por fin, el consumidor de comidas para gatos se las tomó.

Puse primera. Stop! (esta vez fue la cajera). ¿Te pasó alguna vez que llegás justo a la caja y la cajera se va por un rato sin dejar rastros de para qué? (a veces me olvido de que como buenos seres humanos, de vez en cuando a ellas les tocan hacer un depósito de sus necesidades y recibir créditos de autoconsejos provenientes del espejo del baño -como todas las mujeres, o sea).

Volvió la muchacha con cara de futbolista concentrado que va a salir a la cancha. Abre la caja, chequea el cambio, mira para un lado, para otro y después de echar el humo de un cigarrillo que nunca fumó pero que estaba fumando alzó la vista y en primerísimo primer plano el tetrabrick con el juguito de naranja light.

Aprieta la barra espaciadora y el láser azul indica unos quince centavos más de lo que decía en la góndola (a veces pasa, diría Murphy, un amigo de buena ley). "Tres con cincuenta", enuncia. Saco lo único que me quedaba en el bolsillo: un billete de cinco pesos hecho pelota. Ella mira ese papel moneda maquillado de verde, luego saca de su caja dos monedas de 25 centavos y por último me dice, con voz de féretro: "te debo un peso, espéreme al costado".

Creo que estamos acostumbrados a soportar la existencia en los supermercados hasta la línea final de la caja. Fuera de la misma significa jugar el partido desde el costado de la cancha, es decir, el auténtico sentimiento de admitir que uno se siente perdido y al divino botón. Y así, a tal punto que el tipo que venía detrás de mi en la cola finalmente pagó, recibió su vuelto y su mercadería... y recién recién allí, la cajera me dio el peso que completaba el vuelto.

Dejé de contar el tiempo (apagué el cronómetro interno del cerebro acelerado). ¿Vale la pena vivirlo así?

Hace mucho, un amigo, Fernando Grosso, que enseña computación a chicos con problemas especiales, me dio una verdadera lección mientras subíamos el cerro Arco: yo iba a mil, mirando hacia la meta y preocupado del tiempo que pasaba; él, todo lo contrario, como pescando choripanes con palillos de pescar.

"Flaco, si estás en la montaña es para aprovechar el paisaje que estás mirando. No sólo se viene a subir una montaña, sino también a disfrutar de lo que ahora estás viendo".

Así me cayó la ficha: "disfrutar de la montaña" = "disfrutar de la realidad" = "apreciar cada detalle de la naturaleza y absorberlo con toda sensibilidad".

¿Será ésta la fórmula para terminar con el drama de perder tiempo haciendo la cola ya sea en el super o en otro lado?

Sería bueno probar, pero ya veo una señal buena: vos sos el que dominás tus emociones y no al revés.

viernes, 25 de julio de 2008

Robocop vs. El Correcaminos

El impacto afectivo en caliente es algo que sienta muy bien para arrancar una buen momento para compartir. Y cuando llega de manera sorpresiva, aún se siente más.

Muchas veces me ha pasado el tener que compartir un rato con gente que apenas conocés y que evidentemente no hay casi nada para compartir, debido a las diferencias de estilo de vida que notás con el sólo hecho de escuchar la forma de hablar. Sin embargo, todos somos seres humanos y no nos podemos olvidar de lo que tenemos en común: las huellas televisivas de la infancia.

Si estás con gente de 30 años para arriba, quienes mejor rompe la barrera que impide la libre circulación de la confianza son El Correcaminos, Tom y Jerry, George de la Selva, Meteoro, Patán el magnífico; el chicle Jirafa, la bananita Dolca, los fabulosos personajes de Hijitos de los chocolatitos Jack, la gallinita y los diez centavos en gomitas que nos regalaban en el almacén cuando mi vieja me mandaba a comprar la leche y el almacenero deducía que esos veinte centavos en gomita era el salario digno por cumplir los mandados de la casa.

Es increíble, pero prestale atención en qué cara ponen cuando de repente en un charla grupal empiezan a reflotar estos personajes.

Seguramente debe ser de los pocos momentos de la vida en los que nos sentimos muy cómodos hablando y escuchando. Creo que viene bien de vez en cuando volver a ser niños (como nos dijo Jesús), porque pareciera que en esa instancia es imposible guardarse algo en el bolsillo solamente para beneficiarse uno mismo: se siente mejor vaciando lo mejor que tenemos en el disco rígido que nos acompañó con los primeros dientes de leche.

Ahora, ¿cómo cambia cuando agarrás el segmento de treinta años para abajo y le hablás de estos personajes? Pareciera que no lo entienden: "yo me crié con Robocop y He-Man", te contestan.

No es lo mismo. Quizá porque hay mucha tecnología fría, pocas sonrisas, mucha violencia de videojuegos y poco humor. Sólo luchas de poder. Sin embargo, cuando ellos empiezan a compartir estas experiencias, pareciera que también le encontraron ese gustito que percibimos los que estamos de los 30 para arriba. Sin embargo, no es lo mismo Robocop ni Tecnotronic que Patán el Magnífico y Serú Girán.

jueves, 24 de julio de 2008

El choco oficinista

Primero ver al animal; segundo, elevar la vista hacia los ojos de otra persona que también vio a ese animal y tercero, ver cómo esa persona sonríe junto a vos de lo que acaba de ver. Todo ésto es lo que lo hace mendocino.

Del resto se puede decir que no es muy mendocino que digamos, pero vale la pena reconstruirlo.

Ayer a las 8.00, en carril Godoy Cruz al ochocientos mil setecientos sesenta y pico, más exactamente donde te sacás el carnet de conducir. Por esos vuelteríos de los trámites, mi mujer tuvo que ir por segundo día consecutivo solamente para que le pusieran un sellito en un papel y luego convertir ese papelito en un carnet de conducir, más una fotito que se sacó con cara de sueño, una buena táctica que apunta a asustar al policía que alguna vez le pida ese carnet.

Como buen marido, me limité a respirar con mis ojos el aire de una oficina pública: genterío, desorden, paredes blancas y aburridas como los hospitales, escritorios que se vacían a medida que se suma más gente a las colas, del modo que cuando esa cola ya sea perfectamente larga e interminable, ese escritorio destinado a atender la cola esté brille de ausencia de empleados y de fantasmas de empleados.

Dentro de este escenario es que de repente entró un choco (dícese así a perros callejeros nacidos en nuestra provincia) y con cara de choco estresado por el trabajo se dirigió al box en donde estaba el escritorio más solicitado por las colas. No sé si era porque yo estaba en la Isla de la Fantasía tirando dardos con el enano Tatú, pero lo que vi fue un choco con cara de oficinista resignado, llevando una pila de carpetas bajo sus brazos (patitas). Es increíble, pero estoy seguro de que lo que nos reímos aquellos que vimos ese animal no era el hecho de que en un área de trabajo saturada de empleados y gente apareciera un animal caminando como si fuera un empleado trabajando, sino más bien nos reíamos de ese rostro que tenía el choco (como diciendo, che, "yo aquí también asumo responsabilidades").

Ese choquito negro (vestido de oficinista porque las mujeres policías que atienden allí también se visten de negro), entró y salió varias veces de ese box, pero no como queriendo dejar pasar la mañana sin hacer nada, sino más bien como si fuera un cadete que está cumpliendo un encargo.

Quizá ese animal está acostumbrado a moverse en público y por eso pone cara de estar trabajando.

Al fin y al cabo no está mal ser alguien que aporte una sonrisa en una oficina acostumbrada a hacer perder el tiempo a la gente.

miércoles, 23 de julio de 2008

No importa el lugar

Desenchufó el pendrive del equipito y la cumbia, gracias a Dios, agonizó un rato. Empezó a sonar una canción con algo más valioso en el cerebro y en el corazón (Amigos, de los enanos).

Por un momento se olvidó de la preferencia hacia su novio y empezó a abrazar a sus amistades por igual. Y produjo un efecto cadena: los que estaban solos y no se conocían se empezaron a mirar como si tuvieran cinco años de pura inocencia. Si no fuera por mi timidez quizá hubiera saludado a todos estos desconocidos (tan tímido que incluyo, por las dudas, la palabra "quizá"). En esto aparece mi mujer, que casi jamás se muestra despistada, y me dice "¿ya son las doce?" (eran las 4.00 am).

Madrugada campestre. Más frío que en Ciudad. No sé si era Corralitos o Colonia Segovia, pero era bien bien campo. Ella se recibió de economista en la UNCuyo y celebraba la noche del sábado con sus amigos allí donde vive. En la mesa había vino patero y empanadas recontracaseras. No sé hacía cuánto que no comía empanadas caseras.

Sin música fuerte. Sólo el viejo radiograbador ahora con un mini MP3, en el medio del garage. Mucha luz. Nada de onda sexys y miradas con doble mensaje. Gente sana, dirían otros.

De vez en cuando viene bien vivir una experiencia que te haga recordar ciertas historias olvidadas de tu vida, como lo fue en mi caso, las fiestitas con baile que hacía en el garage de mi casa a mediado de los ochenta, con la música grabada en un cassette Sony (porque era, junto al TDK, el más caro y el de mejor fidelidad), directamente de un minicomponente básico.

A la vez siento orgullo que una flamante economista, en vez de mirar para arriba y celebrar su graduación en un lugar fashion o que esté a la altura profesional de su vida (el marketing regenera cualquier significado para justificar lo que te haga valer-más porque tenés-más), haga su festejo en donde vive, en el campo, mirando así hacia el costado, es decir, a toda esa gente que conoce muy bien y que quizá alguna vez en su vida tenga la oportunidad de brindarle una respuesta, ya sea desde un ministerio, una secretaría, una fundación o una empresa. Como si aún siguiera siendo amigos por siempre y lo seguirá siendo por siempre así, sólo por la amistad (y no por conveniencia, como algunos suelen hacer cuando obtienen una chapa).

lunes, 21 de julio de 2008

Lo vi parado allí...

...in fraganti, ensuciando el baño
¿Alguna vez soñaste con agarrar in fraganti a esas personas que ensucian los baños públicos para decirle "sos un subdesarrollado y "por culpa de vos jamás vamos a progresar" o "¿por qué no lo hacés en tu casa, ya que estamos?" ? (dos signos interrogativos que sirven para reiterar esa pregunta si no se entendió).

El domingo por la tarde fuimos a dar una vuelta a Palmares. En un momento determinado cayó toda la gravedad de mi almuerzo al intestino grueso, del modo que tuve que apretar el acelerador de mis piernas para llegar al baño antes de que la velocidad de la gravedad de mi almuerzo me superase, o sea.

Apenas le eché una ojeada visual al nuevo local de Il Panino. Muy lindo, muy moderno, muy italiano y muy sabroso todo. Pero no tenía tiempo. Agarré el pasillo blanco y entré con todo al baño. Allí empezó la guerra de nervios: los tres apartados (para llamarlos de algún modo rápido que no me permita pensar, como lo viví así en ese momento) para efectuar los depósitos estaban desocupados. Reviso el primero: inodoro pegoteado de enchastre amarillo y sucio. Me voy al otro: inodoro (sin tapa) pegoteado de enchastre amarillo y marrón, y sin papel papel higiénico. Me voy al otro:...lo vi parado allí. Él me miró. Creo que sintió un impacto de vergüenza. Su garganta descargó una excusa de impotencia:

_ ¡Qué vergüenza, en este baño ni hay agua!

Se fue mirando para abajo, hasta salir de la puerta del waterclose.

Entré a este último cubículo sin revisar. Inodoro pelado, sin cubierta de plástico, y pegoteado de amarillo, marrón y sin papel higiénico (¡estaba en Palmares, no en esos baños oscuros, mugrientos y pelados de las viejas estaciones de servicio YPF de los años setenta). Apliqué un esquema de retenciones a mi olfato (o sino me moría por un rato y mi mujer me esperaba en el VEA y tiré la cadena: ¡acerté!

Tenía agua. Y ese hombre mugriento era uno más de los que andaban paseando por Palmares. Estoy seguro deque tenía un coche más moderno que mi Senda modelo 94 con 176 mil kilómetros.

El desenlace de este post no se los voy a contar pero les aclaro que por suerte el Angel de la Guarda estuvo de mi lado y me alcanzó algo de papel higiénico (se lo habían afanado todo).

Se me vinieron las siguientes conclusiones:

- Los que ensucian los baños no son esos negros a quienes apuntamos sin anestesia en nuestros prejuicios. En realidad son esos tipos que se parecen mucho a nosotros pero que no somos nosotros porque nosotros no quisiéramos ser como ellos. Los del grupo Todos Tus Muertos solían definirlo con tres palabras exactas en su más conocido hit.

-La culpa no la tiene Palmares, sino que quienes usan esos baños.

- Nos cuesta ser responsables

- Mi gran duda: ¿quiénes son los que se roban el papel higiénico y peor aún, la cubierta de plástico o la tapa del inodoro? ¿Algún huevón de clase media alta habrá salido de ese baño con esos elementos a la vista de todos?

- Ya no es una cuestión de clase social. Así somos (= así nos queremos).

viernes, 18 de julio de 2008

Videoclub

Si en algo somos muy diferentes los mendocinos es en las preferencias por las películas, hasta el punto de que es muy común que jamás nos pongamos de acuerdo con los tipos de películas que quisiéramos alquilar si nos juntamos a ver un video en la casa de alguien y mucho menos cuando salimos en grupo diciendo "vamos al cine, ¿te parece?"

Esto se da porque hay dos tipos de personas: las sencillas y las intelectuales. No es más que esto, así de simple. ¿En qué consiste la diferencia? Yo creo que a una psicóloga le coparía hablar de este tema: porque al elegir una película en el fondo no sabemos si una persona está desnudando sus deseos o simplemente empaqueta su ser (o sea, ser careta) para demostrar que esa persona está a la altura de las audiencias de las películas con mejores críticas por parte de los inentendibles críticos de cine. Para dar un ejemplo es normal que si a uno le gustan las comedias universitarias, al otro le gustarán las de acción y violencia; y si a otros le gustan las comedias románticas, del otro bando reclamarán el cine de autor de Hungría, España o Mongolia.

¿Y qué para preguntarle a la psicóloga? Habría que preguntarle si a la hora de elegir una película es sólo una cuestión de gustos o una cuestión de apariencias. Si es esto último podríamos decir que estamos ante un grave problema porque la apariencia significa no bajar las barreras y por lo tanto hacer las cosas por la imagen y no por la identidad de uno mismo, diría un especialista en comunicación corporativa.

Cuando era soltero fui fanático de las comedias universitarias como La Venganza de los Nerds 1, 2, 3 y otras parecidas, como Despedida de Soltero. Viéndolo ahora por qué quizá una de las razones creo que fue porque en esas películas pude autorrealizarme en lo que es el deseo de la joda máxima y de las minas máximas. Después, cuando me puse de novio, empezamos con mi mujer a frecuentar las comedias románticas. Claro, eso significa desear que todos los instantes de tu vida fueran como las partes más lindas de esas películas. En fin, estamos hablando de sentimientos y eso es bueno.

Lo que me llama la atención -y alguna vez me pasó cuando era soltero- que una buena salida con una chica podía consistir en ir al cine a ver una comedia romántica. Para qué. Ni una vez. En realidad me he sorprendido de ver a diosas en la puerta del cine desesperadas por ver películas de violencia o terror. Así, ni siquiera tenés un margen para hacerte el bocho. Lo mismo cuando intentamos ver un video con una pareja de amigos que no sé por qué siempre se alquilan esas películas que parecen filmadas en Tiro Federal de la calle Boulogne Sur Mer. Y si es en la casa de alguno o alguna que aún están solteros, peor: las de cine de autor inentendibles, que para tener la dignidad de ser consideradas como una película buena no tiene que aparecer ni un matrimonio o familia normal (todos divorciados), ni un personaje entero y con paz interior (todos confundidos) y siempre con anormalías de todos los tipos. Yo creo que si en algo la serie "Friends" tuvo éxito fue porque los seis protagonistas se parecían bastante a la gente común y corriente, lejos de los conflictos extremos que te plantean como algo "normal" las películas e inclusives comedias argentinas de Suar o de Telefé.

En fin, no es fácil. Inclusive me ha pasado que voy al videoclub y saco una película cuyo argumento leído en el estuche me pareció espectacular, a la hora de verlo resulta ser un film donde se habla permanentemente del pito, del poto y del resto de las palabras que se combinan con esas dos consonantes y el resto de las vocales.

Me imagino que ahora cuando vos vayás al videoclub todo esto que te estoy diciendo seguramente lo vas a pensar. Por ahí creo que no está mal que todos tengamos diferencias extremas en los gustos por las películas, porque al menos siempre este escenario nos permite plantear el diálogo como estrategia de supervivencia. Y estamos en una época en donde es saludable cultivar el diálogo para salvar las diferencias, diría don Cleto.

jueves, 17 de julio de 2008

Fue lo que Cobos le dijo al Ejecutivo, según titula UNO hoy jueves. ¿Por qué impactó en la opinión pública esta negativa del vicepresidente?

Los medios y analistas políticos ahora se dedican a interpretar este tema desde lo político. Desde otro punto de vista, totalmente distinto al político y más cercano a la vida diaria de los mendocinos, el "No" significa algo que un poco tiene que ver con lo político: miedo al aislamiento por decir "no".

Hace treinta años me enseñaron a respetar a los mayores, a no levantarme de la mesa hasta que mis viejos terminaran de comer, a pedir permiso y aceptar la decisión tomada; a ir al colegio con blazer, zapatos, camisa y corbata. Hice la primaria en dos colegios religiosos (Maristas y Murialdo) y la secundaria, en uno estatal (Martín Zapata colegio de varones y los demás son todos...). En esos años tuve amigos de la clase media alta y baja, y algunos más cercanos a la pobreza y la riqueza. En todos los casos vi que se respetaron los principios y las actitudes descriptas en este párrafo, cada uno a su modo.

Todos sabemos que ésto ya no es así. En los últimos años me he encontrado con situaciones como niños, hijos de amigas y amigos, que por carecer de la puesta de límites (decirle "no") a sus padres-amigos-de-mí, tuve que ser yo el que le ponga los límites en situaciones determinadas. Cuando lo hice siempre quedé solo: ante la mirada acusadora y desaprobatoria de los padres-amigos-de-mí y las miradas indiferentes, tímidas y distanciantes de mis amigos. ¿Tímidas y distantes o ... temerosas? ¿Miedo a qué? ¿Miedo al aislamiento? ¿Miedo a que te tilden de "facho" porque ponés límites (porque decís "no"?).

Concretamente, y en esto quizás no estemos todos de acuerdo, a los mendocinos nos cuesta decir que "no" cuando la conciencia nos está diciendo "no" y el ambiente donde estamos no está predispuesto a aceptar la verdadera realidad. Así (por pensar que en el fondo "pienso como vos" pero prefiero decir que "no pienso como vos") hemos logrado suprimir la diferencia entre el maestro y el alumno, es decir, entre el que tiene experiencia y enseña vs el que tiene que aprender.

Miedo a decir "no" a los chicos que de verdad se portan mal, miedo a decir "no" a los amigos que están apretando el acelerador en algún punto de la avenida San Martín (para dar un ejemplo), miedo a decir "no" a la gente que ves en el momento en que ellos tiran la lata de Quilmes o Coca, miedo a decir "no" al que cruza el semáforo apenas se pone rojo. Miedo por miedo a que te tilden de facho (decir "no" = a ser milico represor de los 70) y de no tener personalidad.

Puede ser que nunca existieron buenos "abogados defensores" del "no" porque los pocos que existieron son personas que parecieran tener su futuro asegurado, que nunca cometieron un pecado y que les sobra autoridad moral para ser moralistas.

O puede ser que simplemente nunca hayamos prestado atención al hecho de notar cómo funciona el orden en los países más avanzados, como también las consecuencias pagadas por esas sociedades por no haberle dicho "no" a ciertas cosas. Para dar un ejemplo, antes de que se aprobara el aborto en EEUU la cantidad de esta práctica no superaba los 70 mil; después de que aprobaron esa ley, la cifra ascendió a un millón de casos al año. Es decir, eso significa que el aborto no fue la solución esperada. Aprender esta lección experimentada por otras sociedades pueden justificar algunos "no". Pero este tipo de "no" son tildados de prejuicios inexactos, como facho y dinosaurio.

Como conté en otro post, a los mendocinos nos falta un poquito de visión internacional (aprender lo bueno y rechazar lo malo de los países "exitosos"), como también no ser tan tibios, que como dijo Jesús, es mucho peor eso que ser malo.

En este sentido, lo que hizo Cobos anoche impactó simplemente porque teniendo miedo no tuvo miedo. Y eso no es común, pero en concreto es lo que tendría que ser siempre.

miércoles, 16 de julio de 2008

Cómo hacemos la cola en un supermercado

La zona de las cajas de los supermercados es el único lugar del “no lugar” (que es el supermercado, parafraseando a Marc Augé).

Antes, cuando teníamos el almacén del barrio, no era necesario hacer la cola para la caja ni tampoco la gente pagaba con tickets o tarjetas de créditos. Recuerdo el almacén de Don Mesura, en Martín Zapata y Paso de los Andes, que era el punto de encuentro de la Quinta Sección (esa vieja Quinta Sección donde el barrio era más barrio y menos barrio privado, como ahora).

Lo común era decir “me cruzo a Don Mesura para ver si tiene un sobre de jugo” y en quince minutos ya estabas de vuelta. Ahora que los súper se apoderaron de nuestras vidas (porque nosotros los preferimos así), el único punto de contacto afectivo como la gente está en la zona de las cajas.

¿Y qué hace la gente allí? Finaliza la compra en varias etapas:

Primera etapa: medir las colas (si llevás más de 10 productos anotate unos 20 minutos de cola).

Segunda etapa: medir las colas de las dos cajas más rápidas (las que podés llevar hasta 10 productos).

Tercera etapa: hacer un rápido conteo de las mercaderías de los canastos más llenos (siempre aparece una ex ama de casa con más de 15 productos y que sin querer queriendo se metió en esa cola porque no miró hacia arriba para detectar el cartelito que indica que podés llevar hasta 10 productos, o bien, lo hizo y luego procedió a comportarse según ordenaba el sentido común de la sonsera.

Cuarta etapa: elegimos una de las dos colas, sin antes echar una última mirada a las mismas cajas, ya que alguien está pagando con tarjeta de crédito se entiende que esa cola se va a retrasar más, por lo tanto mejor elegir la otra cola.

Quinta etapa: efectivamente, elegimos una.

Sexta etapa: hablando de colas, hacemos una rápida mirada de las colas de la otra fila (porque se ve mejor que las colas de mi fila, ya que el que está delante de mi me tapa siempre).

Séptima etapa: celebramos detectar una cola linda (no siempre pasa)y disparamos mirada hasta que la bella dama se de vuelta para mirarnos. En ese momento nos hacemos los sonsos (nuevamente) y miramos hacia la cajera o cajero, como diciendo “stába mirando para allá, o sea”. Inciso A: puede que la cola linda esté en siete u ocho colas más allá, en este caso plantar la mirada y proceder de la misma manera que si fuera con la chica de la cola de al lado. Puede pasar, en este caso, que la cola linda sepa de antemano que con esa cola será el centro de impacto visual de todos lo que hacen las colas en todas las colas, por lo que su formato estará redimensionado a la medida de la ansiedad de las miradas de los miradores (buen momento para enganchar un muchacho de buena partida si la cola linda es solterona).

Octava etapa: basta de colas. Comienza la guerra de las miradas a los cajeros respectivos (al de mi cola y al de la cola de al lado). Se elevan las plegarias para que el próximo que le toque pagar lo haga en efectivo y si es posible, con cambio, para que uno pueda llegar más rápido. Nada peor que un joven moderno con una tarjeta VISA para pagar una bolsita de Tutuca. Pérdida de tiempo e inflación testicular, diría Manuel de Paz. Lamentablemente pasa cuando te predisponés a aceptar que delante de vos habrá alguien (o algunos) que pagarán con tarjeta de crédito. Y lo de la tutuca más o menos pasa, es verdad.

Novena etapa: mirar el reloj y contabilizar el tiempo perdido (aconsejan prepararse emocionalmente para soportar la espera a partir de los 25 minutos en adelante)

Décima etapa: pagar y contener la catársis hasta que efectivamente te den el vuelto. Muy no pocas veces pasa que en el momento de pagar llega la jefa de las cajeras con una cartuchera de cuero, para hacer un arqueo (control) de la caja. Pueden llegar a ser unos cuatro minutos el tener que esperar que la cajera pueda retomar su labor. No es bueno pensar en que la jefa de las cajeras eligió ese momento porque te vieron cara de gil. Fue así y pasó. Si no sucede esto puede pasar que no tengan vuelto (por favor, llevar siempre aunque sea 25 centavos). Si llevás 100 pesos y comprás algo por 12 pesos, tenés que prepararte para contener la inflación testicular porque evidentemente es probable que tengas que esperar a que le traigan cambio a la muchacha.

Undécima etapa: catarsis efectiva (respirar hondo y olvidarlo todo)

Duodécima etapa: mirar para atrás y ver si la chica de la cola linda ya pagó y se fue.

Etapa 13: ya está. Cortala. Volvé a tu casa (que ya no tenés 18).

martes, 15 de julio de 2008

Influencias

Puede que lo que ahora te cuente resulte algo persona, pero si lo evaluás un poco con lo que ahora te está pasado puede que a vos algo te influya también.

El clímax de esta historia fue el domingo a la noche, en una reunión con amigos en un restaurante de la calle (avenida) Juan B. Justo. Hasta ese momento, mis emociones habían aguantado bien: dejar que mi mujer estrene su carnet de conducir recorriendo calles transitadas y difíciles, algunos vaivenes emotivos del laburo, vividos por dentro y no explicitados por fuera (como el asimilar noticias ácidas y duras como la violación de un bebé por parte de su papá con sida o que hayan arrojado a un recién nacido de la ventana de un coche a una acequila de El Algarrobal, por ejemplo, o el caso de los pobres que viven en jaulas -como si fueran perreras en Hong Kong), también el asistir y contener a familiares enfermos, los inconvenientes repentinos que te trae un coche modelo 94, a pocos meses de que tener el motor fundido y otras cosas más.

Después de haber soportado estas cosas y otras tan pequeñas -que hasta ese momento no tenía en cuenta de que eran cosas pequeñas que me estaban afectando- una de las amigas más feministas de nuestro grupo se lanzó contra mi por ser "autoritario" ya que tuve "iniciativa" para proponer un menú. En fin, a ninguno de ustedes les importa ésto. La cuestión fue que después de mucho tiempo, dentro de mí rugió el ladrido violento de un ovejero alemán ante otro ovejero alemán, con pollera, que parecía ladrar más fuerte que yo. Cuando la moza trajo el dogui los dos nos calmamos y me sorprendió el cambio de humor de esta chica feminista, que por tercera vez en la vida me decía "autoritario" por proponer algo por el bien de todos. De furiosa se transformó en agradable y amable, como si fuera Norma Dupláa en "Socias". Yo no pude hacer eso: me quedé congelado en la rabia.

"Es normal que nos peliemos y después nos abuenemos" dijo ella, después. "En mi laburo es normal que pase eso", concluyó.

Ahora viene lo interesante: ¿realmente es bueno enojarse, gritar y luego abuenarse, y después volver a enojarse, gritar y luego abuenarse, y después volver a enojarse...(repetir 29 veces, hasta quedar afónico)? Conclusiones:

- Los histéricos tienen que respetar a los que no son histéricos. Para ellos es normal cambiar de estado de ánimo como piloto de Fórmula Uno en las curvas cerradas. Un desequibrado tiene siempre los libros tirados en el piso (afuera de los estantes) porque está acostumbrado a sacudir la biblioteca. Pero quien acostumbra a tener los libros ordenados en la biblioteca no le resulta fácil que venga un chiflado corriendo y le tire todos los libros al piso, porque le obligará a perder tiempo para levantar los libros y ordenarlo (¿se entiende, no?).

- En el libro "Tus zonas erróneas" el autor lo señala muy clarito: no hay que razonar con las emociones.

Pero la siguiente conclusión no es un prejuicio sino que algo que lo sentí en primera persona cuando intentaba reacomodar mis libros:

- "Finalmente Néstor, Cristina y D'Elía influyeron sobre mí: lograron sacar bronca de mis adentros".

No se trata de una excusa. La verdad es que lo sentí así: por una cuestión de trabajo y de interesarme en la realidad, el mensaje de odio que los jefes de la cantina nacional expresan ante los medios cada vez que pueden terminan influyéndote. Y si yo lo percibí después de vivir este conflicto, ¿cómo lo vivirán cada uno de ustedes cuando ven un noticiero, cuando se les escapan una puteada en el trabajo o cuando bajan la ventanilla del coche para decirle algo no bonito al taxista o colectivero?

En una parte del Evangelio a Jesús lo cuestionan porque deja que la gente se alimenten con comida "impura". Jesús les dice que en realidad nada de lo que existe afuera de la persona es impuro: lo impuro es lo que surge de la persona hacia afuera de sí misma.

Es decir, los discursos de Néstor, Cristina y D'Elía no son "impuros": lo impuro es la influencia que logró sacar de mis adentros una bronca hacia afuera.

sábado, 12 de julio de 2008

460 pesos

Esta mañana abro la puerta de mi depto. Era el empleado del shopping que no es el shopping pero sí es un centro comercial (si digo que queda en Godoy Cruz prácticamente lo estoy arruinando todo). Entró con una caja inmensa que llevaba lo que suponía ser una biblioteca (como todavía no lo abrí no lo puedo asegurar y realmente no me espero una jodita para Tinelli).

_ Quería comentarte algo: esta vez te hice una gauchadita con traerte ésto hasta la puerta de tu casa, porque tratándose de un edificio, la puerta de tu domicilio es la puerta del edificio y no la puerta de tu departamento.

_ Bueno, hubieras tocado el portero y lo subía yo.

_ No...es que.... resulto que acabo de hacer una entrega a la casa de una señora y cuando nos íbamos salió ella refuriosa diciendo que me hará un juicio porque le desapareció la billetera de la cocina y me acusa a mí.

No sabía qué decirle. Y más yo, que estoy acostumbrado a editar noticias policiales, es como si todo formara parte de la misma basura de la realidad, pero...

_ ¿Y sabés lo que pasa? Pasa que yo gano 460 pesos y sin este laburo no vivo, ¿vos creés que voy a andar robando para arriesgar ésto?

Y se fue.

Claro, lo último que dijo me pegó más y se me vino a la cabeza algo que no sé si es exclusivo de Mendoza, del país o de todo el mundo: este tipo gana mucho menos del valor total del mueble que me trajo, como también cuando el año pasado trabajaba en una universidad privada habían muchos profesores -todos profesionales graduados- que ganaban menos que una sola cuota de las que pagan los alumnos. Inclusive el otro día me enteré de que en otra universidad privada le habían ofrecido un cargo a una chica que además de pagarle menos de lo que un alumno paga por una cuota, tenía que llevar el reproductor de CD y DVD como material de clase, porque la universidad no lo disponía.

No creo que las retenciones sean para equilibrar estos casos de desigualdad social.

viernes, 11 de julio de 2008

Ni París ni Ciudad del Este

De Mza a Cdad del Este

Llego a Lavalle y San Juan. Ella se sube y me regala un elegante bolso de cuero. Ok, es para el trabajo (cuando estás casado, si tu mujer es buena, siempre te llueven regalos que en realidad, más que regalos, son pequeñas llamadas de atención para que te vistas como corresponde). En fin, éste no es el tema, sino el hecho de dónde mi mujer compró ese bolso elegante que prefiero no saber el precio.

Será porque allí trabajan muchas mujeres o porque muchas de esas mujeres trabajan allí sin trabajar es que todos los días decenas de vendedores de todo tipo recorren las oficinas del IPV para ganarse la vida. Cuando supe de esto por primera vez digamos que me salió el “antiempleado público” contestatario (llámese así a quien no soporta perder tiempo en trámites burocráticos de todo tipo) y la critiqué sin el freno de mano puesto en la garganta. No podía entender cómo en un laburo uno tiene tiempo para atender a una chica que vende joyas y relojes (que para el colmo allí le va bien), a una vendedora de Mary Kay (¿así se escribe?), a un hombre que vende miel casera un poquitito más barato que el supermercado, a un campesino que vendía una ensaladita de lechuga y tomate en un tapercito a un peso cuando solamente el kilo de tomate en el súper lo vendían a cuatro pesos, y así mucho más. E inclusive, lamentablemente tengo que denunciarlo así, a un sujeto que cae con muchísimos CD y DVD truchos para venderlo allí adentro.

Y seguro que me estoy olvidando de mucho más.
Claro, la primera sensación que tendrá quien esté leyendo esto es que “así le va al país con empleados públicos que no hacen nada”, pero la realidad es que –por lo que percibo cuando ando por allí- es que los empleados se las arreglan para trabajar y atender a éstas personas, que por tratarse de un organismo público se sienten ellos “público” también entonces la ecuación cierra así.

Sin embargo bien vale decir algo desde la otra vereda. Y es que cualquiera de nosotros habrá percibido cuando, para dar un ejemplo, nos pegamos una vuelta en el Jumbo y el Easy. Todo muy lindo y la verdad es que allí encontrás muchas cosas que hoy mismo necesitás (si te ponés en postura consumista neoliberal sin rostro humano). Pero a la hora de acercarte, por ejemplo, al sector de los papeles higiénicos y ves que ahora, lo que salía antes 3,50 o $4 ahora está a $9, o en mi caso como diabético, cuando vas a agarrar un Torroncino (chocolatín) que antes salía entre 2 a $3 y ahora lo encontrás a $8, 50 te dan ganas –como dicen los amigos cuando intentan rematar su queja con un disparo de palabras fuertes – de pegarte un tiro en las (¿Divididos? ¡Las Pelotas!).

Al fin y al cabo los que hoy necesitan más espacio para vender son esos campesinos que llevan su propia ensaladita hecha en el campo y que nos la puede ofrecer a un precio cuatro o cinco veces menor que el almacén o súper, también esas vendedoras de joyas y relojes que son capaces de solucionarle el problema a tu mujer con alguna chuchería que valga 20 pesos y no con un producto cuyo costo está en euros totalmente inaccesible para nosotros y para los turistas que no llevan euros ni dólares. En fin, sacando al vendedor de CD s y Vds. truchos, quienes se animan a vender para que todos podamos vivir y no para que ellos puedan sobrevivir y el resto no, merecen una buena vidriera.
Creo que Mendoza no necesita tener los precios de Ciudad del Este (todo x2 pesos) pero tampoco los de París.

miércoles, 9 de julio de 2008

La chinita del 9 de julio

San Juan, entre Lavalle y Buenos Aires, a las 13.30. El tránsito es siempre muy denso por allí, aunque ayer fue un poco más. Como iba a pie se me ocurrió acercarme a ver qué pasó. ¿Y qué pasó? En la vereda del súper chino había niñita oriental recién llegada de la casita de Tucumán hace casi 200 años atrás. Tenía esos peinetones que cada vez que la profesora de Historia del colegio Murialdo nos la nombraba, hace ya casi 30 años, por alguna razón en esos días yo pensaba igual que ese Gato de Verdaguer que conocí 20 años después: peinetones de fibra de vidrio más grande que la misma cabeza. Y la pregunta estúpida -porque aquellos actos del 9 de julio siempre eran monótonos y aburridos, por lo tanto había que reírse de algo para pasar el rato- que nos hacíamos era cómo podían esas mujeres salir de sus casas si esos peinetones llegaban hasta el balcón.

En fin, para no irnos por las ramas, lo que quise decir es que apenas vi a la hijita del dueño del supermercado chino vestida como dama de honor de 1816, se me vino a la memoria los peinetones y todo eso. Pero lo interesante fue que la gente que pasaba en los coches frenaba un cacho para ver a esa niñita, que dentro de todo estaba rescatando una parte importante de nuestra historia olvidada o desvalorada por los que reconstruyeron la historia a partir de la destrucción de todo lo que tuviera que ver con los valores cristianos y conservadores (no es bueno "conservar" lo malo pero somos tan extremistas que también no "conservamos" lo bueno).

Metiéndonos en una máquina del tiempo: ¿esta niñita, vestida con la ilusión de nuestra historia, alguna vez se desilusionará de nuestra patria?, ¿alguna vez nosotros le diremos a su rostro"no podés" cuando venga a pedirnos trabajo o a pedirnos un consejo?, ¿alguna vez ella será víctima de un engaño causado por la viveza criolla que le hará plantear profundamente el por qué ella y sus padres decidieron que ella fuese argentina y no coreana, o japonesa, o taiwanesa o china?, o más profundamente, ¿cómo ella se va a sentir el día que madure y perciba una decepción por nuestro país?, ¿se le ocurrirá decir -como seguro a muchos de nosotros lo habremos hecho- que "y pensar que yo era el gauchito del 25 de Mayo" cuando aguarde en el aeropuerto la llegada del avión que lo trasladará a España, Italia o Estados Unidos, para siempre, como muchos de nuestros lectores mendocinos del exterior?

Quisiera hacer lo posible por lo menos para que el día que esta niñita crezca y posiblemente se sienta decepcionada (por nosotros) que yo y alguno de nosotros seamos capaces de brindarle una mínima dosis de esperanza, para que ese sueño de aquella niña más argentina de la calle San Juan no se esfume para siempre.

sábado, 5 de julio de 2008

Genoma Legislativo Argentino

¿Cómo redefinir "el ser nacional" tomando como referencia la conducta de los legisladores que estuvieron como 19 horas debatiendo las retenciones? Agarrate: ahí va.

1. Trabajadores: no cualquiera labura 19 horas de corrido.

2. Agarrados: no soltamos las retenciones ni aunque se paralice todo el país.

3. Vuelteros: a la hora de tomar una decisión que nos puede cambiar la vida nos ponemos a hablar de la presidencia de Pellegrini, de la dictadura, etc.

4. Jodidos: queremos tener la razón, no sabemos consensuar y en vez de escuchar, comprender y aprender, nos subimos a nuestra tribuna del ego y boicoteamos a los que piensan distintos de nosotros. ¿Me estaré olvidando de algo?

5. Cabezones: porque en el fondo somos tan abiertos que en nuestra cabeza hay lugar para todos, por eso después pretendemos que todos piensen como nosotros.

6. Impuntuales: a la hora de concretar una cita siempre falta el quórum y quedamos mal.

7. Confundidos: en 19 horas de “trabajo” no sacamos ni una idea clara, en la que todos estemos de acuerdo.

8. Ineficaces: padecemos el síndrome de que todo el esfuerzo que hacemos no sirve para nada (al final nunca progresamos).

9. Historiadores: tenemos que demostrar que somos inteligentes (y vuelteros)

10. Soberbios: porque aunque no dominemos el lenguaje técnico-económico de Laura Montero, en el fondo lo sabemos todo de nacimiento.

11. Sordos: porque nos molesta escuchar los discursos de los demás.

12. Gritones e histéricos: porque no podemos decir ni dos palabras que no sea gritando (los porteños nos enseñaron a llamar la atención).

13. Retroactivos: porque siempre recurrimos al pasado para justificar lo que somos.

14. Gastadores: porque no cualquiera instala siete carpas en una plaza durante una semana.

15. Indirectos: porque la verdad siempre nos duele (mejor hablemos de historia, o sea).

16. Orgullosos: porque sí, ¡o qué! (perdón, soy argentino)

17. Idealistas: porque la realidad es demasiado dura (como una lucha de los setenta).

18. Criminales: porque con tal de salir más tarde y llegar más temprano apretamos el aceleardor al doble de la velocidad máxima, atropellamos a siete chocos, y si no podemos esquivarlos, cerramos los ojos y atropellamos lo que sea (tal cual aprovechamos este envión "del progreso" para darnos a la fuga) (mucha realidad de golpe es letal para un idealista).

19. Algo descuidados: o sino, pregúntenle a Charly (si el médico te dice "say no more" estamos frito, angelito).

20. Fiesteros: nos sobra la guita para hacer kilombos (y cortes de ruta, huelga en los hospitales públicos, actos en Plaza de Mayo).

21. Metaleros: nos gusta pasar toda la noche a los gritos (en el recito, fierita).

22. Bolaseros idealistas (mentira que Marx no participó del mayo francés) (¿ni Groucho tampoco? Ufa, casi le pego).

23. Mediocres: porque pegamos dos gritos y luego decimos que "fue un debate histórico".

24. Antirrománticos: porque en vez de "apretar" en los lentos (como hacíamos en los '80), nos aprietan desde la Rosada cuando presentás un proyecto (de vida) diferente (alternativo) al de papá y mamá (como hacían en los '70).

25. Hippies neoliberales con rostro humano: porque si no fuera por los '70 y porque ahora nos sobra la guita, la historia no existe.

Conclusión: en fin, Macaya, ¿hay una palabra que lo resuma todo? Por supuesto (off course, porque también somos Ingeniosos). Esa palabra es (...y el Oscar es para...) TALENTOSOS.

Gracias ¡totales! chan, chan (se levantó la sesión, votamos a las 12)

jueves, 3 de julio de 2008

¿Qué tal sos como amante?

Así se llama uno de los artículos del nº 38 de Para tener una salud vital plus Como el título lo sugiere, es un test. Tras completarlo advertí los siguientes cuestionamientos (de mi parte):

1. “…no estamos hablando sólo de amor, un sentimiento tan complejo como para reflejarlo con pocas palabras. En este caso nos referimos sólo a lo sexual”.

¿Por qué hay que separar el amor del sexo? ¿Por qué no pueden ir juntos? Para eso hacemos un test para seres humanos y otro test para muñecas inflables. En fin, es contradictorio y ridículo que yo vea a mi mamá y hermanas como un tipo de mujer y al resto de las mujeres como sólo objetos sexuales.

2. Velada social en un salón, invitados, copas y buena música. Vos:

- charlás con tus amigos y de vez en cuando buscás al otro/a con la mirada
- no te separás ni un minuto y seguís a tu pareja a todos lados
- permanentemente estás susurrando cosas al oído del otro
- mientras tu pareja va de aquí para allá, vos te quedás en un rincón

Ok, muy buenas las opciones, pero ¿por qué tiene que ser así? Por ejemplo, en el primero dice “copas y buena música” y la verdad es que la buena música ya no existe en ningún escenario de la noche mendocina, salvo que sea el bar irlandés de la calle Colón o uno nuevo que pusieron en una ex playa de estacionamiento en la calle Arístides. Con un “¿cumbia nena?” lo primero que hacés es contar cuánto tiempo resta para volver a casa. La opción segunda (charlar con amigos y pispear un poco) en realidad lo que sucede es que con la misma pareja compartís la charla con amigos, por lo tanto no es necesario mirarla si la tenés a 20 centímetro de distancia. La última opción (quedarse en un rincón) no le pasa a uno, sino a los dos, ya que si ponen música kitch, automáticamente te marginás a la mesa de los morfis y ella te va a seguir siempre, y como mucho te dirá “saludo a las chicas y en 20 minutos nos vamos”. Vamos a otro punto del test.

3. Viajan largo tiempo en un auto en una ruta desierta:

- a veces buscás la mirada de tu acompañante
- buscás tocar temas que tengan que ver con el sexo
- aunque el momento pueda parecerte erótico, dejás que tu pareja haga o diga algo al respecto
- hacés continuas alusiones sensuales.

Con el mayor de los respetos, ¿cómo va a ser erótico andar en una ruta desierta mientras manejás un coche que sabés que es un arma letal, a la velocidad que vas?

Pongamos como escenario la Ruta 40, en La Tosca, a 60 kilómetros al norte de San Rafael. Si estoy manejando, mi mujer o estará leyendo una revista o estará apolillando (o como mucho preparando el mate). Y más que en huevadas eróticas, lo único que estás pensando es llegar rápido a San Rafael, pero sin exceder la velocidad máxima y además, rogar para que no se te aparezca un camión con damascos, que te obligue a reducir la velocidad a 40 kilómetros por hora. No podés manejar con el bocho en paños interiores. Eso es lo que sucede en realidad. No conozco a nadie que haya hecho los juegos eróticos de Alexandra, la sexóloga, en un Fiat Spacio, en el medio de la parte más desértica de la ruta 40, a 110 km por hora. Otro bochazo para el test.

4. Comenzás a desabotonarle la blusa, ella se resiste:

- vos no insistís
- le sujetás las manos y continuás
- fingís aceptar para volver a la carga
- aunque interiormente dolido, hacés como si nada hubiera pasado

La verdadera respuesta es que vos llegás fulminado a la cama (porque manejaste mucho y llevaste a todas las amigas de tu mujer a sus respectivas casas, porque los taxis estaban de paro y no había colectivos a esa hora), te ponés el pijama y prendés el televisor o agarrás la revista Selecciones (¡qué viejo!).

Y lo que hace ella es desvestirse sola, porque a vos ya te está agarrando el sueño. Ahí la mirás un poco y encendés una luz de alarma con el siguiente mensaje: si te sacás el maquillaje en menos de diez minutos, yo aguanto; si tardás diez años, me duermo. Y la verdad es que ellas siempre escogen la segunda opción. Así es que cuando ella sale del baño, ya lista para acostarse, si no pusiste el despertador del celular, habrá que esperar para otra ocasión.

En fin, este tipo de test suelen olvidar algunas respuestas que sólo te lo da la experiencia de la vida que no todos viven. Por ejemplo, no conozco algún test de pareja que incluya como opción “ella me transmite paz y confianza” a la hora de calificar por qué te enamoraste o por qué hay amor. Es que este tipo de respuesta la encontrás por sorpresa cuando te llega el momento y te da a entender que en el fondo (tanto de lo sexual como de lo amoroso), lo que vos querés es una solución y no un problema, y también alguien que esa transmita paz que silenciosamente te conquista para siempre y ayude a que los dos sean uno.

Las veces que he charlado de este tema con este tono pareciera que la gente se aburre (porque estos casos no hay razones para reírse de alguno de los dos).

martes, 1 de julio de 2008

Existe la paz

Fue una experiencia simple y espontánea: me acordé que la paz y la unidad existe. Así de simple.

Pasó el domingo último, en la misa de 20, en Jesuita. La iglesia estaba llenísima, como si fuera Semana Santa. Recuerdo que yo venía recargado con el tema conflicto campo gobierno, carpas en la plaza del Congreso (con la división más a la evidencia), las palabrotas de Hebe de Bonafini, las críticas a Cobos por llamar al diálogo y todo eso.

“La paz y la unidad esté con todos ustedes”, dijo el cura (y con tu espíritu respondió el resto, como queriendo decir “por favor, respiramos un poco, sin unidad y sin paz nos asfixiamos, porque no sabemos vivir de otra manera y esa división de país y de sociedad nos está aniquilando”). Posteriormente todos (hasta los más tímidos, como yo) se dieron el saludo de la paz.

Lo que vi en cada rostro fue una sensación de catarsis cuando uno miraba el rostro de otro (desconocido) y lo saludaba, deseándole paz. ¿Por qué esta sensación?

Creo que entre los muchos efectos colaterales de la inseguridad y del odio oficialista por dividir al país, nos hemos acostumbrado a mirar a los desconocidos con recelo y cuidado (no vaya ser que sea un comerciante que nos esté vendiendo pescado podrido a precio inflacionario o que directamente sea un chorro que esté esperando que no haya más nadie en la vereda para sacar su arma).

Me animo a decirles que lo hagan en casa y en sus ámbitos de vida: deseen la paz y la unidad a otra persona. Ya van a ver que sentirán el mismo efecto que se siente cuando diste dos vueltas al lago corriendo o una hora de psicoterapia.

¿Y la experiencia?

La pregunta viene porque las pocas veces que tuve la ocasión de ir al exterior (tres veces Brasil en los últimos cinco años y dos veces Estados Unidos, cuando estaba la convertibilidad) me fascinaba ver en aquellos países ciertas soluciones a cosas básicas que los argentinos siempre buscamos (respeto a la autoridad policial, baja inseguridad, casas de clase media con mucho jardín, control del alcohol y excelencia en la educación universitaria, en Estados Unidos y respeto a las normas de tránsito, baños públicos grandes, limpios y sin graffittis, lugares públicos sin basura y política de residuos reciclados, en Brasil).


Cuando llegaba a Mendoza, si bien todos me preguntaban por cómo eran las mujeres –siempre con el mito de que es más fácil afuera que en Mendoza- lo primero que hacía era contarles esas experiencias, que parecía fantástico que aún aquí nadie las aplicara. Por ejemplo, la campaña contra los accidentes viales en Brasil.


Vas por la ruta hasta Paso de los Libres, Corrientes. Cruzás a Uruguayaza, Brasil y en la ruta, hasta Porto Alegre, para dar un ejemplo, cada trescientos metros tenés un cartel que te dice “¿Duda? No pase” o “¿Bebeu? Nao conduzca”. Bien clarito, parece. Cuando les contaba esto a mis amigos quizá esperaba de ellos una reacción del tipo “¡Qué bueno, movámoslo para ver si alguna ONG nos da bola!” o algo así. Sé que estoy exagerando, pero cuando ves esas respuestas tan sencillas que aquí nunca encontramos porque todo tiene que pasar por el filtro de la ideología (“si eso lo hacen en Estados Unidos no sirve porque es capitalista”, en el fondo me querían decir , cuando les explicaba que allá los jóvenes se divertían y escuchaban rocanrrol, pero iban a clases respetando a los profesores y a todo tipo de autoridades).


Por alguna razón ( 2 razones, en realidad ) digo todo esto: una, porque cuando intercambio opiniones con amigos o colegas de otras provincias, sobre todo Buenos Aires, a ellos les interesa el tema porque de algún modo muchos de ellos han también han vivido esa experiencia o se la han contado. Y dos, porque cada vez que aparece un conflicto de moda, como lo es el de la salud y el de los taxis en Mendoza, lo que siempre veo en televisión, tanto de parte del gobierno como de los jefes gremiales, es que se aplican soluciones primerizas, es decir, empezando de cero, como si nada sobre eso se hubiera hecho alguna vez en el mundo.


¿Por qué rechazamos la experiencia del mundo para solucionar nuestros problemas? Un sociólogo diría que cada país tiene su idiosincrasia, por lo tanto el origen de los problemas siempre va a ser otro. “Está bien”, le contesto al sociólogo (que aquí en Mendoza, en su gran mayoría, tienen el defecto de mirar las cosas a medias por culpa de esa ideología demasiada crítica y escéptica, que los obliga a contemplar las cosas así). Pero ahora le pregunto al sociólogo (y a todos los que no se animan a aplicar en Mendoza una solución exitosa en el mundo): “Vos me decís que no sirve aplicar aquí eso que se hace en Estados Unidos, Chile o Brasil, porque el origen social de la raíz, bla, bla, bla, es otro, ¿pero realmente no sirve nada de nada, es decir, porque por una cuestión sociológica somos distintos de ellos eso significa que NADA de lo exitoso que se aplica en otro país sirve aquí?


Este tipo de mentalidad nos hace mediocres a los (creo que muchos) mendocinos, a tal punto de que ya ni nos entusiasman las respuestas “exitosas” porque de antemano ya la condenamos, lo que no nos queda otra que acostumbranos a escuchar y a decir que la inseguridad no se soluciona cumpliendo la ley, sino “equiparando la inequidad social” y así, un montón de cosas (que se vienen diciendo desde hace muchísimos años) que nunca lo van a ser, porque la realidad es que si un pobre empieza a trabajar (supongamos de plomero o electricista, dos oficios que se gana muy bien) y ve que otro, por el sólo hecho de viajar en colectivo a los actos kirchneristas en Plaza de Mayo, empieza a vivir mejor, ese plomero o electricista, cuando pase algo va a estar del lado de las cacerolas (oligarcas o golpistas para el gobierno), simplemente porque para salir de la inequidad hizo un esfuerzo y resignó horas de alcohol, droga y boliche. Y además porque se dio cuenta de que así podía ser verdaderamente libre y soñar con tener un hijo que pueda ir a la universidad, por decir algo.


En fin, lo que quiero decir es que ese tipo de mediocridad se traduce en un miedo a no ser prácticos o a implementar soluciones que vengan “de la otra vereda (hoy es la oligarquía de los países capitalistas desarrollados, mañana será otra razón o excusa)”, cuando en realidad ni a mi ni a nadie nos importa de dónde viene ni quién lo inventó (si vino de una democracia socialista europea o de un capitalismo sin rostro humano estadounidense), sino que lo que nos importa es que esa huevada sirve y además es simple y fácil de hacerlo.