lunes, 18 de octubre de 2010

Catamarca

Un mastín napolitano cayó de improvisado en la plaza
principal de Catamarca
Hace una semana estuve allá. Fuimos a conocer a la Virgen del Valle. Y también, para sumar una nueva provincia en mi primera vez. Ya conocía algo de La Rioja y Tucumán, pero nada de Catamarca. Con este viaje ahora me quedan Salta, Jujuy y Formosa. Sí, hay que seguir viajando.

Fuimos con una pareja de amigos, Mónica y Rodrigo. Por primera vez viajé en un Andesmar, coche cama en esta ocasión, y reconozco que fue el mejor viaje en colectivo que hice. Recuerdo que apenas salimos de la Terminal, el auxiliar avisó a todos los pasajeros lo de siempre: que el baño del bondi es sólo para los líquidos porque los sólidos dejan mal olor abajo. Ni bien terminó de dar ese mensaje, un sólido acababa de cruzar esa línea roja en el inodoro. Al cuete. Somos y seremos por siempre subdesarrollados.

Salimos a las 21.30 y a las 7.30 entramos a San Fernando del Valle de Catamarca. Durante la noche pasamos por la capital de San Juan y antes del amanecer, en la moderna La Rioja (no es la primera vez que escucho decir que Menem hizo mucho por esa provincia). La primera impresión fue la de mucha pobreza. La segunda impresión, la de mucha desigualdad y la tercera impresión, la de una tierra bendecida, a pesar de todo.

Catamarca es como su terminal de ómnibus: muy viejo y chico por afuera, pero un shopping en el que nada falta por adentro. Tierra de contrastes. Es de lo más latinoamericano de esta porción de Latinoamérica, así que era de esperarse que fuera así. Nos fuimos caminando hasta la plaza 25 de Mayo, la principal. Al igual que en la capital de otras provincias chicas, la plaza y junto a ella la Casa de Gobierno, la Catedral, la cuadra con los cajeros y los bancos y el café más antiguo de la ciudad.

El exterior de la catedral de Catamarca
Me impresionó la Catedral. Es que en realidad fuimos allí para encontrarnos con la Virgen del Valle en esa iglesia. Una peatonal une la plaza principal –con una estatua (cuándo no) del general San Martín en el medio de la misma- con la Catedral y la Casa de Gobierno, ambas muy pegadas. Una carpa con docentes protestando por una suba de un mínimo de 150 pesos (eso fue lo que leí) acampaba en la plaza, con la nariz pegada en la sede de la administración de Brizuela del Moral. Rodeando la Catedral, la calle de la city y los bancos, y del otro lado, las santerías en medio de las farmacias y otros negocios céntricos. Y sí, Catamarca es una mini Tierra Santa, por suerte, porque lo religioso y trascendental es una conexión directa con la historia, con las cosas buenas de antes que dejaron huellas.

Algunos aprovechaban los escasos segundos que podían permanecer frente a la imagen de la Virgen del Valle para pedir por sus intenciones, para orar, para expresarle todo lo que quiso decirle siempre. Otros, lamentablemente, para sacarse una foto con el celular. ¿Se imaginan qué pasaría hoy si Jesús o María se presentara ante las personas? ¿Qué haría la gente? ¿Pedirle que lo sane, pedirle por su familia o…pedirle que se quede parado para sacarle una foto con el celular..?

El valle, desde arriba al oeste
San Fernando del Valle de Catamarca es un valle de verdad, no como el Valle de Uco, que sólo tiene montañas en el oeste (no sé por qué se llama “valle” ese lugar). Lo único que le falta al valle de Catamarca es un gran lago. El resto ya lo tiene.

Luego de ir a misa en la gruta donde se encontró la imagen de la Virgen del Valle, un paisano nos llevó a conocer la casa de fray Mamerto Esquiú. Fuimos por una calle que no recuerdo el nombre pero que se ve que era importante porque allí estaba la casa donde vivió María Soledad Morales, el lugar en el que apareció su cadáver y la casa donde la habrían matado. Y dando una vuelta, el boliche en el que afirman que bailó por última vez. A pesar de que no más que una hora de paseo, el pasar por tantos lugares no significó en este caso decir que estábamos en un pueblito, sino que todo lo contrario, en una ciudad en el que si me ofrecieran un buen trabajo sin pensarla dos veces me iría a vivir allí.

Aquí se apareció la Virgen del Valle por primera vez entre
1616 y 1620. 
Recuerdo que el hombre que nos llevó de paseo estacionó su coche en el puente de su casa. El vehículo quedó a centímetros del que estaba detrás. Frente a su hogar, un drugstore y un grupo de muchachos con pinta de patota. Uno de ellos no sé si me encaró o me quiso decir algo (por la inseguridad uno supone lo peor, es decir, lo primero). Luego ese joven cruzó la calle, se subió a ese coche y retrocedió un poco para no dejarlo tan pegado al de adelante, que correspondía al del dueño de la casa. Me sorprendió esta actitud generosa, de buen paisano. En realidad es lo que se ve siempre es lugares más chicos que Mendoza: gente un poco más generosa y educada.

Imagen original de la Virgen del Valle
El viaje de vuelta no fue tan lindo como el de ida. La mayoría de los pasajeros que se subieron al autotransporte San Juan bajó en la ciudad siguiente, La Rioja. Y se volvió a llenar de gente que luego se bajó en los pueblos de San Juan que pasamos, como Chepes y Media Agua. Y el raid culminó lleno en el tramo San Juan – Mendoza. Un viaje lechero, según los viejos paisanos, y que yo no experimentaba desde cuando era estudiante en Buenos Aires, en los noventa. Llegamos a Mendoza a las 7.40 y me fui volando a la escuela a dirigir el acto del 12 de octubre, con la banda del Liceo Militar General Espejo. Como pasa siempre en todos los viajes, vos te quedás con las ganas de quedarte más tiempo. Y lo que queda, por suerte, es lo positivo de todo: un bello rincón de Argentina con aire social puro y no tan contaminado como sí lo imagina quien sólo lo conoce desde los tags catamarca, saadi, caudillismo, corrupción, etc.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Iluminados

Imagen del padre Thomas Mathew (Mdzol.com)
Cualquier ser humano daría todo por ver a Dios. Pero por lo que yo tengo entendido, los ojos humanos no están preparados para eso por toda la basura que en los años hemos ido acumulando. Es que para ver lo perfecto hay que estar perfectos y si la visión del alma no es perfecta, directamente no se puede ver a Dios. Igual, quienes lo han intentando y hoy lo intentan logran llegar a ello en forma gradual, mediante una vida con oraciones y ejemplos de santidad.

Ok, para estos casos no podemos adaptarlo todo a las necesidades humanas. Tampoco creo yo que sea un requisito imprescindible tener que verlo para creer más, o para sentirse realmente tocado. Jesús lo advirtió en su momento: bienaventurados los que creen sin ver. Al final, ¿para qué ver al Creador si ya se lo puede apreciar con todas las cosas bellas que existen en el mundo y que no los creó el ser humano? Sí, pero aún así, como dice Mick Jagger, “no puedo estar satisfecho”.

El lunes pasado, en la iglesia de la Sagrada Familia, a unas siete cuadras de la escuela de donde doy clases en Guaymallén, llegó el padre Thomas, un indio con el don de la sanación. Fui por mi diabetes, por la imposibilidad de tener hijos, por los recientes dolores en la columna, por el insomnio crónico, por la falta de posibilidades de trabajo en el periodismo, por la salud de mi madre, por…., por…. y con tantos signos de multiplicar todo se agranda en progresión geométrica.

Pero también les seré sincero: fui para pedir un poco más de fe. El haber incursionado en el periodismo en tiempos de anticlericalismo me debilitó un poco. El mundo no ayuda y a veces da la impresión que Jesús nos traslada demasiado lo que Él le dijo a su Padre en la cruz: “¿por qué me has abandonado?”.

Fueron como tres horas de cola. La iglesia de la calle Libertad, hasta las patas. El padre fue bendiciendo a cada uno de los presentes. Y la mayoría se desvanecía apenas concluía esa bendición. Cuando llegó mi turno resumí todos mis pedidos en uno solo: que me diera más fe. Al fin y al cabo, con las enfermedades uno se parece más a Jesús en sus peores momentos y quizá así puede entender más a los que hoy sufren en la vida. Pero tampoco digamos que es lindo sufrir. Pero no sé, fue lo que sentí en ese momento.

El cura con piel morena puso sus manos en mi cabeza y no me desplomé. No sé si el padre Lalo, a cargo de esa parroquia, estaba en condiciones de llamar una ambulancia para sacar a un grandulón de 2 metros de ahí, pero por suerte se ahorró ese trabajo. Sin embargo mi mujer fue bendecida y cayó al piso. Vi a una chica que me había dicho que este miércoles la iban a operar de un tumor en la cabeza, pero no se animaba a pedir su bendición. La animé a hacerlo y fue. Y sí, también se desplomó.

Desplomarse no es justamente el “¡plop!” con que cerraban las viñetas de las historietas de Condorito. Según me dijo mi mujer después, es sentir la fuerza de la bendición de Dios en un estado de paz plena, que uno se desvanece.

Ok, todo esto para contar lo siguiente: después de que me bendijeron vi a dos niños en el suelo, en estado de paz, ya que acababan de ser bendecidos. Durante unos largos tres minutos parecían ángeles que acababan de partir hacia el cielo. Quizá si algún día yo les cuento el rostro que tenían nunca me van a creer.

Nunca en mi vida había visto dos rostros en paz, dos rostros en plenitud serena. Recordé los testimonios de los chicos que vieron a María en Fátima y Lourdes. Y fue la misma escena: el haber visto a Dios y el desear estar con Él para siempre. Creo que los niños son especiales para Dios. ¿La fórmula de la vida será definitivamente ser como niños?

Sí, realmente no vi a Dios. Pero me alcanzó con ver su gran Reflejo de Paz en el rostro de dos niños, que no querían despertar a la realidad de este mundo.

¡Ah!, me faltó decirles algo: ayer recibí una buena oferta laboral en un medio periodístico de Mendoza...