sábado, 12 de marzo de 2011

El miedo a salir con un amigo del mismo sexo

Imagen: todoencelulares.net
"Con Mariana estuvimos en Viña de Mar durante la segunda quincena de enero. Fuimos a un hostel. Estaba lleno de parejas. A nosotras nos dio vergüenza creer que algunos pensaran que éramos lesbianas", contó Verónica el fin de semana último, en una reunión de amigos en el glorioso barrio Ujemvi. Y hace mucho que nos viene contando historias como ésta: que salieron a tomar un café con las amigas, que al principio los hombres las miraban, después que se fueron yendo las amigas hasta quedar una sola -que no tenía plata para el taxi y que ella podría acercarla a casa en su coche - y que finalmente las dos se quedaron mal por cómo eran observadas por algunos prejuiciosos. Todo ésto, ya sea en la Arístides o en el Bonafide de Palmares, o en el Havana de Peatonal. Sea la historia que sea, mientras sean muchas amigas, a beber y a brindar por todos rocíos de miradas picaronas. Pero cuando quedan dos sonamos: apareció el fantasma que te dice que si a los 38 años sos soltera y charlás en la calle con una amiga, seguramente más de uno creerá que sos lesbiana. Esa es la historia de Verónica, ese tipo de mujeres soñadoras, que es capaz de deber un mes de alquiler, con tal de que suene su celular y el que llame sea cualquier voz varonil del mundo, menos la de su hermano y familiares masculinos.

Imagen: recetassimples.com
Hasta los 34 años yo fui un eterno colgado total, con la cabeza puesta en la mujer más linda que viera en la vereda mientras estuviera caminando. También, el típico de los que hacían cola en la fila poblada por alguna chica que le pusiera queso a mi ratonera cerebral, o bien, donde cobrara la cajera más atractiva del supermercado. Solía hacer eso en el Vea de Paso de los Andes, Luzuriaga y Pueyrredón. Es el instinto awebonado de cazador, que intenta rescatar una imagen erotizada por la imaginación para maquillar una siesta con la ratonera poblada. Ahora que empiezo a conocer casos como el de Verónica, ¿cuántas mentes malintencionadas habrán pensado que por estar solo habrán creído que mi elección de vida era el de no recibir el cariño y el afecto de alguna soñadora, que quizás alguna vez intentó encriptar sus deseos en el mapa del sitio erótico de mi cabeza?

"¿Ese amigo tuyo...Matías...está solo?", me preguntó una vez la amiga de una amiga de mi mujer. Le tuve que decir que sí. "¿Es gay?", puso ella la segunda con un embrague que ni se sintió, pero que dolió. Por pensar dos segundos, ella creyó que mi silencio estaba otorgando. "No. Está solo porque quiere estar solo. No todos los tipos quieren formar parejas. Hay gente que la pasa mejor así, en soledad. O quizá nunca le presentaron una mina que le gustara. No sé". Así respondí una y mil veces, que yo recuerde, cuando se presentaron casos como éste.

Imagen: proyectowebmixta.com
Las mujeres -más que los hombres- son las que se mandan los piletazos prejuiciosos, que en la mayoría de los casos terminan incrustadas en el fondo de la piscina sin agua. Yo creo que les preocupan ver hombres que valen la pena en soledad, pero mucho más a aquellos que se cambiaron de bando. Es lógico: son más conocidos los casos de hombres atractivos que doblan la muñeca que de mujeres hermosas convertidas en cazachabombas. A ellas les preocupan que falten hombres, mientras que gran parte de ellos celebran a las lesbianas, como creyendo que también son bisexuales. En el fondo, es una máscara: yo creo que al hombre también le cuesta creer que un sueño de mujer ideal pueda ser sólo un deseo para ellas.

La cuestión está en que ahora los solteros o solteras mayores de 30 se sienten observados, por lo tanto ya no son tan libres. Esos grandes momentos, humanos por cierto, en el que podías hablar a fondo con un amigo en el café o en algún lugar concurrido para darle un buen consejo o algo por el estilo, ahora se ve reducido a la mirada de algunos prejuiciosos que intentan ponerle una carátula sexual a ese tipo de relación interpersonal.

¿Se puede decir, entonces, que tener un amigo hoy es polémico? (se los dejo picando). Yo tengo una fórmula, a la que considero superadora:  prefiero mirar lo positivo de las personas y no lo polémico, lo íntimo,  lo íntimo polémico o de ese tinte.