viernes, 22 de enero de 2010

Facebook, no; ocuparse de la casa, sí

Con anillo de bodas más el correspondiente cintillo, las redes sociales dejan de ser una solución para algunos.

Anabel vive en Chacras, está entre los 30 y 40 years old y gracias a Facebook conoció a un novio chileno,  otro from EE. UU. y finalmente uno de algún punto inubicable por Google Maps del Gran Mendoza, con quien pudo conocerlo un poco mejor que los dos anterior. Aún así, se seguían viendo (escribiendo) por Facebook, más allá de que tenían sus butacas reservadas los sábados a la noche en el cine de Palmares. Ahora Anabel sigue sola, es una excelente cocinera y pese a lo vivido, sigue apostando por Facebook. Es que en Mendoza no es fácil para un 30 y Pico Special conocer al hombre o mujer de su vida, por más que haya un boliche con ese nombre.

Elena es una ex UJEMVI, barrio que reparte ADN mendocino en todo el planeta. Uno de ellos, el país que limita con Mendoza hacia el Este: San Luis. Desde que se casó vive en ese país y cada noche yo y mi mujer recibimos en nuestro correo de Yahoo una tonelada de emails con sus respectivos PowerPoint enviados por ella. Power Points de amor, de política, de religión, de religión que termina siendo de política, de humor pero que termina siendo una moraleja de un autor ruso, de chicos de Haití pero que termina pegándole a los Kirchner y a Cavallo, o al que venga.

La cuestión es que cuando lo visitamos en esa nación vimos que Elena le dedica dos horas a la noche a la notebook de su marido para hacer circular todos esos powerpoint pedorros. Entonces mi mujer, también una ex UJEMVI, me dijo “por culpa de la computadora tiene la cocina desordenada”. Se me ocurrió contestarle: “pobre, la distancia y la lejanía de su familia le afecta. Facebook es un consuelo mínimo, apenas”. No sé por qué lo dije: me acordé de mi hermana Titi, que cuando se casó en los 80 y se fue a vivir a Estados Unidos apenas tenía tiempo para mandar una carta por correo postal por mes y una mínima llamada telefónica (no más de dos minutos) cada 15 días. Cuando privatizaron Entel y apareció Internet, la cosa cambió y ahora estamos con los videochats. Pero no nos vayamos por las ramas.

Facebook no es algo que a mi me genere pasión de multitudes como los blogs. Será porque Facebook, Twitter, Linkedin y otras redes son para hacer contactos, para la vida social, para generar una movida, una comunidad; en cambio, los blog son como una porción de libros publicados en forma gratuitas a todo el mundo. Pero al fin y al cabo es una herramienta de comunicación útil. Y por eso es que yo mismo le abrí la cuenta de Facebook a mi mujer, Grachi. Bueno, eso fue hace como cuatro meses. Y desde entonces sólo entró dos veces. Y siempre por iniciativa de mi (recordándole por ciento su nombre de usuario y contraseña, porque esos datos se los puse yo al abrir la cuenta).

La cuestión es que hace poco los dos cumplimos años en el mismo día: yo 40 y ella 34. Entonces su parentela joven de Buenos Aires le despachó mil saludos vía Facebook. Cuando ella entró a la otra noche –esperando a que yo llegara de trabajar del diario- finalmente me dijo: “No tengo tiempo para Facebook: o te dedicás a Facebook o te dedicás a la casa”.

No puedo negar que mientras yo estoy en la computadora trabajando, leyendo mails e inclusive revisando mi cuenta o la del diario de Facebook, Grachi está allí limpiando la cocina, regando las dos macetitas del jardín, colgando en el balcón del departamento los calzoncillos y otras prendas que sacó del lavarropas, leyendo la revista de Cormillot para prepararme una cena con una receta para diabéticos como yo, también hablando por teléfono con mi suegra para hacerle acordar que tiene que tomar las pastillas para la artrosis, y así mucho más. Y sí, la comprendo, Facebook te lleva tiempo.

También creo que están las personas que prefieren el cara a cara, la sensibilidad del diálogo personal o la llamada telefónica, que la construcción de la comunicación hecha con la cabeza (es decir, con las ilusiones y pensamientos a tu favor) hecha desde la computadora. Por culpa de ese tipo de comunicación es que me clavé un viaje a México y Bolivia por dos amores que resultaron fallidos, a finales de los 90. Allí aprendí que el chat y todas las cosas lindas de Internet sólo son una herramienta de comunicación, no el salvavidas de tu vida.

Y sí, están las personas que apenas tienen tiempo para vivir y las personas que apenas tienen tiempo para hacer algo útil, y el resto del tiempo se lo dedican a Facebook y a hacer la cola toda la noche para sacar la entrada del Boca-River en el Malvinas Argentinas. Bueno, no seamos tan extremistas, reconozco que suena lindo decirlo así. Sí creo que vale la pena que Facebook sólo sea un puntapié virtual. El resto está en la calle, en los hechos o simplemente en el día a día de la casa.

jueves, 7 de enero de 2010

Arrancó el 2010 hablando de Perón con su suegra

El que lee este título dirá "seguro que pasó después del brindis de la medianoche y nada más". No fue exactamente eso: empezó -como bien dice usted- a las 0 pero concluyó ... a las 6. Resultados totales: las primeras seis horas del 2010 hablando de Perón. Es para que Moyano le dé un subsidio mensual de por vida equivalente a 800 planes trabajar.

Sin embargo lo que hay detrás de esta cosa es la historia de un talento mendocino que deja la provincia porque aquí no consigue trabajo.

Así como mi cuñado Pepe dejó Mendoza hace 20 años para hacer un master en agronomía y un doctorado en bioconservación de especies en Estados Unidos y su mujer, Titi, mi hermana, lo mismo para hacer un master en vivienda social, mi amigo Toribio (usaremos un apodo vacuno para referirnos a él y a su mujer, en este caso, Aurora) se fue hace dos años a San Luis -otro país se puede decir también en este caso- para hacer un doctorado en bioquímica. Cuando yo lo conocí era un tipo apolítico y su ahora mujer, Aurora, una mina simpática y de familia radical. Toribio está becado por el Conicet y afirma que lo único positivo de la era Kirchner fue el aumento de sueldo a los científicos argentinos y a los jubilados.

Pepe y Titi se las arreglaron solos, con las reglas de juego de allá, y se puede decir que recién ahora están empezando a cosechar lo que fue su larga siembra. Ambos trabajan en la universidad de Illinois, uno como docente universitario y científico y la otra, en el área de eventos. Para llegar a tales puestos, hace 20 años ambos se proyectaron y habrán visto hasta dónde podían llegar. El caso de Toribio y Aurora fue distinto. Estando en San Luis hicieron el ejercicio de proyección de vida: ya nos casamos, ahora queremos un laburo y crecer económicamente también. Pero soy científico y ella, docente de personas con capacidades especiales. ¿Qué hacemos? Click, respuesta: ¡metámonos en política!. Y en ese otro país que queda cruzando el Desaguadero, meterse en política significa ser PJ adolfista. Antes, él era apolítico y ella radical. Hoy, ambos se hicieron peronistas para ganar un poco de plata y crecer ¡¡dentro de su propia profesión, no recibiendo la guita subsidiada de arriba!!

Con esta introducción y nudo comprenderán por qué el desenlace fue Toribio hablando de Perón con su suegra radical toda la noche del nuevo año.

Toribio se recibió de bioquímico hace tres años en San Luis. Vino a Mendoza y pasó 12 meses tirando currículums debajo de las puertas. Ni el gato se percató de que estaba ante un científico brillante, que en estos días está patentando en el Conicet su primer invento: un detector de bacterias en las manzanas, para agarrarlas a tiempo antes de que maduren averiadas. Según me dijo, en Europa el modelo más parecido y por ende, menos actualizado, al que hizo él se pagó 500 millones de dólares por la patente para su comercialización. Y lo que Toribio hizo para las manzanas también servirá para las uvas y ésto puede ayudar a evitar una mala cosecha por culpa de los bichitos de campo, tardíamente detectados.

La cuestión es que acá no le dieron bola y se fue a San Luis. Le salió el doctorado y para hacer carrera en la universidad estatal de esa provincia, sí o sí debe incursionar en la política. Y lo mismo su mujer de origen radical si quiere conseguir un buen laburo de docente para personas con capacidades especiales.

Así como a mis amigos puntanos les fue bien el contacto con la política, todo lo contrario sucedió con Pepe y Titi. El primero siempre soñó con volver a Mendoza. Un día, en Denver, Estados Unidos, se encontró con un sanrafaelino que acaba de ser electo gobernador de Mendoza. Lo invitó a volver a la provincia. Pepe hizo el doctorado y fue a probar suerte a Mendoza. Nada. Yo lo acompañé a Casa de Gobierno para hablar con ese gobernador que se encontró allá y nada, a otra cosa. Allá le va bien y eso se entiende.

Conclusión: Sería erróneo decir que por culpa de Perón muchos mendocinos dejan para siempre nuestra provincia. Aunque dejar Mendoza implique ciertos episodios extraños como el que titula este post.