lunes, 28 de septiembre de 2009

De la manito, andando en bici, ocupando media calle

Hay cosas que cuando lo ves te da la sensación de apreciarlo por primera vez. Eso me pasó este fin de semana último, en San Rafael.

Eran las 22.30 y tras cenar en el café del legendario Unishop de Libertador e Hipólito Yrigoyen, o Mitre y San Martín (las dos formas sirven porque como ocurre en Mendoza, dos calles pueden transformarse en cuatro por arte de magia urbanística), fuimos a mi rincón preferido del centro sanrafaelino: la heladería Joselín. Cerrado. Ni el gato. Será porque el frío paraliza los paladares que saborean los gustos helados. "Ok, pasaré mañana" y nos fuimos a la plaza principal, que cuando pasé por última vez, en enero de 2008, permanecía totalmente tapada por obras públicas.

Cruzamos la calle cuyo nombre no recuerdo, donde estaba la ex heladería nº1 Anahí y .... venían por San Martín o Libertador, cada uno en su bici y separados por un metro, de la manito y enfundados de rompevientos y de todo lo que pudiera asemejarlo al célebre muñequito pipón de Michelín. Doblaron y siguieron de la mano. Ambos, ocupando media calzada, sin cambiar el ritmo para nada, avanzaron hacia la calle Pellegrini, tranquilos, como si el tiempo jamás fuera veloz (¿y por qué el tiempo tiene que ser veloz?).

Tras verlos desaparecer lentamente en la oscuridad de la medianoche advertí que estaba más despistado que nunca: parado, en medio de la calle. Y no es que zafé porque no vino nadie. Zafé porque allá cuando el semáforo se pone verde, los conductores se toman todo el tiempo del mundo para apretar el embrague y meter primera. Y más a la noche, a la hora de la tradicional vuelta del perro (aunque allá en el Sur esa vuelta no es tan pronunciada como el Este, que podés estar entre cuarenta y cincuenta minutos para avanzar diez cuadras entre las 19 y 21 horas).

Lo segundo que vi por primera vez sin ser la primera vez: fue la plaza departamental (imagen). Para los que no conocen San Rafael, ¿cómo se llama la plaza principal? Les tiro cinco nombres: Alberdi, Pueyrredón, Belgrano, San Martín y Azor. Acertaron. Antes era una plaza más con un monumento de San Martín arriba de su caballo poniendo tercera. Ahora, un jardín de luces con formas arquitectónicas perfectas, dinámicas y eternas, ¿cómo es eso? Como suena, un conjunto de mini jardines rodeado de banquitos que parecen interminables, guiados por rutas de luces en el suelo y en donde todo sea posible que brille. Era viernes a la noche y si bien esa tarde fue linda, se venía la ola polar deshuesada.

Lo tercero que vi por primera vez sin ser la primera vez fue la soledad de Montecomán. Fuimos para allá para ver de cerca el escenario de todas las anécdotas de la infancia de mi suegra, que por esas cosas de la libertad de expresión, uno está condenado a escucharlo mil veces cada seis meses, hasta que se raye el disco duro del ser inconsciente.

Hacía dos millones de años que ella no iba allí y realmente sufrió. Sabía que ese pueblo había casi desaparecido desde que el ferrocarril en Argentina se convirtió en una pieza de museo, como los dinosaurios. Ella no entendía cada esquina y cada rincón de la vieja estación de ferrocarril.

Al volver quiso olvidarse de ese Montecomán y volver a vivir de los recuerdos, que al fin y al cabo en algunos casos tienen más vida que la propia vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

está muy buena la plaza de san rafael de noche