miércoles, 8 de julio de 2009

Gripe Chancha Tour

"La venganza será terrible" llegó vía spam a mi conciencia cuando abrí el freezer de casa y puse el enchufe de la cafetera en los gruesos y profundos orificios nasales del chancho de Navidad o Fin de Año ( no recuerdo más que la publicidad de "Dánica Dorada es para untar" de la época). Se veía muy ridículo el chancho así. No pretendía "que se pusiera las pilas", sino que sólo ver cómo encajaban las dos patitas del enchufe en su tremendo naso bipolar.

25 años después siento un mínimo estrago en España llegando a Espejo, cuando un muchacho cruza la calle y se manda dos estornudos más una tosida fea y gruesa a todos los ángulos posibles de la realidad, congestionada de seres humanos en una esquina con mucho tráfico de caminantes. "¡No fue nada!", me dije tras contener el aire justo donde estornudó el muchacho y expirar en el viento fresco de la esquina.

"¡Epa, no tan cerca, señora!", le dije con mi mente y obvio que ella no escuchó. En la cola de la caja número 6 del Carrefour de calle Colón me paré a un metro de la señora del carro lleno y con tarjeta de crédito: cinco minutos para esperar que la aduana autorizara su mercadería con el recibo correspondiente. A mi espalda, bien pegada a mi espalda, "no, no leyó nada de gripe porcina" se me escapó mentalmente para intentar frenar el golpe furioso de la ansiedad de lanzar un "señora, por favor córrase un metro más atrás, como dice el altorparlante del supermercado, aunque usted esté muy sana". Pagué y apenas llegué al depto metí mis manos en el gel alcoholizado. "¿Por qué no un pisco desinfectante para saborizar el mate del trabajo?", dije sin objeción de mi conciencia, más allá de que fuera o no un acto fallido, cuando llegué a la Redacción y saludar de lejos a los compañeros de trabajo con una inclinación de cintura a lo profesor Miyagi. Seguro que Miyagi nunca se enfermó de nada, diría algún fiel limpiavidrios de Costanera y Vicente Zapata.

En la Redacción, para qué: todo gripe A. Que son 1.570 casos, que Chile tiene seis veces más infectados que Argentina pero con seis veces menos de muertos que nosotros. Que Saracco confirmó pero el Malbrán, no. Que mi mujer, por trabajar en el Estado, tiene el viernes feriado y que "¿han dicho algo si los supermercados van a cerrar?", y así multiplicado por 18 al cuadrado, incluido el escudo protector de mi alcohol en gel en mi escritorio.

Fue el domingo. Pero podría ser ahora. Fue volver a los mejores momentos de esos 25 años que pasaron de la famosa publicidad "era para untar". Escenografía: parrilla, asado, fuego, sol, paddle, choco, niños corriendo, mesa larga, mantel, vino tinto malbec, Coca Cola para los grandes y Talca para los niños (para que paguen ese derecho de piso similar al que quienes hace 25 años pagamos bebiendo en los asados el Cremogenado Batalla de naranja mientras nuestros padres y tíos se deleitaban con un frasco de Tang).

Es verdad, en invierno el vino hace bien. Un vaso de entrada te saca el frío. Después, la primera tanda de costillas. El bollito de pan, partido en dos, para el choripán improvisado. Aire de sobra por todos lados. El aire regresa al cuerpo retroalimentando a la piel de sus mejores recuerdos: el del ser uno mismo en su lugar, a pesar de las circunstancias. Claro, las cordillera siempre va a estar. Y si estuviera agonizando de esta maldita gripe, ¿quién me impediría del rico asado, de la vista de la montaña y de tocar "Angie", "Wild horses" y "Cambiá, volvé" (un temazo muy escondido del primer disco de los Enanitos)?

El asado derretía el miedo a lo que pasará y me hacía ver que nada mejor que hoy para ser plenamente feliz. El momento se extendía así y de a poco fui recuperando la memoria de esa Mendoza cuando casi no existía la inseguridad y podía ir caminando desde la Bodega Arizu hasta los Portones, en la madrugada del viernes y sábado. Sí, buenísimo, no era el paisaje de Molina Campos, pero algo de orgullo sentí cuando volví a percibir la esencia del lugar donde uno es + lo que uno quisiera ser en la vida.

Terminé el asado y me mandé a la cancha de paddle. Corrí un rato (no se hace después de comer, pero...). La máquina del tiempo me decía que era igual en ese momento tener 8, 15, 26 ó 39 años.

Y sí. Era la última parada del tour. El chancho me devolvió mi sonrisa burlona con un cuadro especial armado en un Photoshop imaginario. No tiene sentido el temor, como dijo el gran maestro aquella vez, "no temáis".

Hace un tiempo escuché el testimonio de un joven que estuvo a punto de suicidarse. Él contó que cuando recordó "los mejores momentos de mi vida" eso se convirtió en una luz en el oscuro túnel, y por inercia se dejó llevar por esa luz hasta que su vida recobró el esplendor.

En la última parada del tour, por suerte, volvió esa luz que nunca advertimos que se había apagado y con el chancho quedamos a mano.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy me enteré de que mi cuñado tiene gripe chancha. Le dieron tamiflú y dicen que va a mejorar, porque lo agarraron a tiempo. Igual no tiene sentido tener miedo porque sí.

Anónimo dijo...

MM; El ''gripe es un elemento de Dios''para hacer pagar a todos los pecadores de este mundo que no tienen dercho a vivir y poor eso seran juzjados