lunes, 13 de julio de 2009

La magia del salto


Anoche, Cristian, un muchacho de Palmira, ganó Operación Triunfo. La última media hora del programa de ayer fue lo único que vi de todo el último ciclo de ese programa. Y sentí la misma alegría de cualquier fan dominguero de OT. ¿Por qué? Luego de leer en Clarín del domingo que según el obispo Cassaretto, la pobreza trepó al 40% en nuestro país, recordé que Palmira es una de las localidades más pobres de Mendoza, más allá de toda la guita que gastó el oficialismo en las últimas elecciones que perdió.

Una puerta abierta para Cristian. Una oportunidad. Una luz para Palmira. Algo que pasa muchas veces más de lo que uno cree y que no siempre se está dispuesto a aprovechar. “Y esa magia que aparece y se llama oportunidad, allí está, con una cerveza se va”, decía una canción que escribí hace mucho.

La semana pasada nos juntamos un grupo de matrimonios jóvenes. Martín hizo un locro inolvidable. Llevé mi guitarra. Como era de esperar, tras el banquete y el tinto para calentar la garganta lo que tenía ganas era escuchar, más que tocar la viola. Se lo cedí a Juan, un arquitecto que trabaja en su pequeño estudio de lunes a viernes, y los sábados y domingos en un hotel. Agarró la viola y dijo que intepretaría un tema suyo. Nos sorprendimos, no porque fuera una canción propia, sino por su original y excelente composición. Tenía mucho de Pat Metheny y Pedro Aznar, pero era 100 % de él. Mucho mejor fue cuando lanzó su segunda canción. Juan Barrera, un violero extraordinario. Martín, su hermano mellizo, fue compañero del Martín Zapata y también componía temas propios de ese estilo. Se me ocurrió pensar que si alguna vez un productor musical los viera agarraría viaje. “Disco es cultura”, se me cruzó por la cabeza cuando concluyó sus dos canciones, como para resumirlo todo con tres palabras. Acto seguido, entre los dos hicimos “Cable a Tierra” de Fito. Somos del '80 los dos. No vamos a cantar “Bombón Asesino”, aunque el resto del mini auditorio esperaba algo así o al menos un tema conocido de Chayanne.

En la UTN y Rock & Pop Net, en los primeros años de esta década, pasó un hombre que dejó huella en la radio: Gustavo Kaján, conductor de “Criado en las calles”. Un perfecto compositor de letras urbanas ensambladas con el ADN del rock nacional, con un lenguaje afectivo e informativo al extremo, intepretaba la realidad con crudeza y poesía. Llegaba a la gente y cómo. Su audiencia abarcaba desde la cárcel hasta el barrio más bonito de Mendoza. Iba a la radio con su pequeña bebé Azul y salía a la medianoche solo, hacia la plaza Independencia, para tomar un colectivo que lo dejaría en la madrugada en la casa prestada donde vivía. Para algunos era un Bobby Flores mendocino. En realidad, mucho más que eso. Estas dos radios no lo aprovecharon y como no tenía ingreso fijo, volvió a su Buenos Aires natal para trabajar de payaso en los shoppings. Y luego, a El Bolsón. Nunca más supe de él. Si existiera un Operación Triunfo de radio, seguramente él ganaría por varios puntos.

Marina fue la mejor periodista que conocí en Mendoza. Ganó una pasantía en un diario de Filadelfia y luego volvió al diario mendocino de Clarín para hacer periodismo de investigación y volcar toda su experiencia. No la escucharon. Tenía dos opciones: bajar la cabeza y hacer lo mismo toda la vida o abrirse al mundo, innovar y crecer. Hizo lo segundo. Volvió a Estados Unidos, ganó importantes premios y hoy recorre el mundo haciendo notas. Y el problema no era la plata, como pasa en los casos de los mendocinos que emigran. Fue la falta de oportunidades. El Operación Triunfo del periodismo lo había ganado varias veces, fuera de Mendoza. Aquí ninguna antena captó esa señal y ese talento se perdió.

Más allá de que ustedes también conozcan miles de casos de talentos mendocinos enterrados, tenemos que estar orgullosos de los que aún la pelean, como Marcelos Zoloa, con su banda Bela Lugosi allá en Buenos Aires, a la espera de que se le abran las puertas como a los Karamelo Santo, por dar un caso. Quizá la gran mayoría nunca lo intentó y los pocos que lo intentaron se desilusionaron. Otros directamente ni se interesan "en pegar la magia del salto", como decía Kaján, porque viven el día a día.

Que un muchacho humilde de Palmira lo haya logrado –más allá de lo que digan sobre Operación Triunfo y la poca proyección que logran tras salir de ese programa por el negocio de las discográficas y otros yuyos más- emociona porque la síntesis de la canción “Aún sigo cantando”, que es “una lección me dio la vida: tenés que hacer lo que tu corazón te diga” es más fuerte que los miedos paralizantes y el marketing prejuicioso de nuestros tiempos, que llevan a enterrar el talento que nos da la vida en todo momento (y la Providencia en muy pocas oportunidades) para invertir.

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