lunes, 6 de abril de 2009

Esto es Mendoza


_ ¡Tu marido es un animal!
_ ¡Los hombres son unos desgraciados!
_ ¡A ellos no les importa nada!

 Solamente le estaba haciendo indicaciones a mi mujer, desde la vereda de la calle San Juan llegando a Buenos Aires, para que se apurara, ya que estaba con la baliza del coche prendida, casi en doble fila. Ella... se estaba anotando para un curso de maquillaje.

Una hora y media después me mordió un perro. Una perra. Repartíamos boletas del IPV en el barrio Eva Perón, de Las Heras. Estaba terminando y al igual que me pasó hace un año en Vista Flores, Tunuyán, estaba metiendo la boleta debajo de la puerta cuando... croach (al igual que Tom, cuando Jerry le hacía una, pegué un grito y un salto hacia el techo del mediodía del sábado último, bastante despejado que ninguna nube logró frenarme a tiempo). Cuando puse los pies nuevamente en la tierra la vi allí, conteniendo con su cuerpo a sólo un cachorrito. Y claro, las perras no están a favor del aborto, sino que todo lo contrario: si le afanás un cachorrito, más vale que va a quedar mal de la cabeza. Y mucho más si son más cachorritos afanados. Y mucho más si tiene pinta de ser un bicho maltratado, criado en las calles, desnutrido y con cara de que "me querés afanar lo último que me queda".

Yo no me quise vengar de lo que pasó en la peluquería de la calle San Juan, pero creo que la choca maltratada se equivocó en morder también a mi mujer. Pero fue muy bizarro: veníamos cruzando la calle de tierra -nos miraban en la esquina un grupo de jóvenes perdidos en el alcohol y en el olor a porro, protegidos por un mural barato del Che Guevara, en blanco y negro, cuando la choca excitada se abalanzó como loca hacia nosotros en la calle. Los dos nos fuimos rengueando del barrio Eva Perón, quizá agradecidos de no pescarnos un dengue, luego de ver -con todo el perdón de ustedes, señores lectores- soretes empalagosos debajo de las puertas de las casas, del modo que ciertos mosquitos atinaron a picarme cuando metía las boletas del IPV debajo de las puertas. Al fin y al cabo no son villas miserias, sino que barrios hechos por el Estado para gente que reclama viviendas. 

No quise pensar más porque ya tenía el lomito de 9 pesos de Barloa ("Papito", para los amigos) listo. ¡Qué buena mayonesa! Pero antes de almorzar decidí agradecer a Dios la comida. Siempre que lo hacemos en casa pensamos en los pobres que no tienen. Y esa mañana vimos que la pobreza es mucho más que eso, aún así con la ayuda del Estado: fue en el barrio 7 de Mayo, de Las Heras. ¿Dónde queda? No sé, tuvimos que preguntar en 800 locutorios, almacenes y farmacias terriblemente enrrejados (recorran la calle Doctor Moreno y vean si existe otro lugar en el mundo con locales comerciales tremendamente hiper enrrejados). Llegamos un lugar que jamás pensé que existía: el fin de la famosa avenida San Martín de Mendoza, hacia el norte. Resulta que allí, bien a campo abierto y con un paisaje espectacular de la precordillera (camino a Villavicencio) hay un barrio que parece una ratonera. Recuerdo una vez que mi papá, cuando vio hace muchísimos años el flamante barrio UNIMEV, me decía que cómo puede ser que hagan edificios y casas pequeñas en una provincia donde sobra la tierra. Ahora entiendo por qué me lo dijo: él se crió en el campo, en San Rafael. Es lógico que un campesino se haga esa pregunta. Está acostumbrado a la Argentina "grande". 

Doce horas después llegamos al Manzano Histórico. Recorrimos un camino de 30 kilómetros que va de allí hasta Tupungato. Un Edén con viñas fértiles. Un silencio sabroso y robusto de pureza. Los chocos, felices y llenos de paz. ¿Si allí viviera esa choca trastornada del barrio Eva Perón, cómo sería? La naturaleza la convertiría en una choca divina.

Hacía mucho que no íbamos a la montaña. En las sobremesas del asado y del vino recordamos historias de montañas, como la caída del avión uruguayo de 1973 o las anécdotas que nos contó Jaime y su mujer en la laguna de Valle Hermoso, cerca de Las Leñas, como también en el laguito que está pasando el Manzano, del cual se pueden pescar hermosas truchas. ¿Alguna vez probaste una trucha?, me preguntó. "No compre robado", se me pasó en la cabeza, totalmente contaminada de la Ciudad. "No", le dije.

Volvimos a Mendoza por Tupungato.  En la Villa Cabecera la gente parecía de luto, porque iban a menos de 20 kilómetros por hora, gastando nafta al cohete, por la calle más importante de Tupungato. Recordé que allí pasa lo mismo que cada domingo en la tarde en San Rafael: la vuelta del perro, o como se llame. "Hay que estar al pedo", se me ocurrió decir mientras masticaba la bronca por estar enredado en esa estúpida cadena de automovilistas. Le pregunté a un grupo de muchachos de allí cómo volver a Mendoza, porque de señalizaciones, ni el gato. El buen hombre me dio la respuesta precisa. Más allá de lo que me dijo, entendí el comportamiento pasmado de los automovilistas de allí:  si tienen tiempo libre, bendecido sea, porque al menos no ocupan ese tiempo libre llenando la cabeza de residuos, como nos pasa en la ciudad. Al fin y al cabo la naturaleza limpia influye un poquito más en ellos que en nosotros. Y así fue cómo emprendimos el tramo por el camino de los Cerrillos.

Ir por el camino de los Cerrillos de noche es literalmente un suicidio. La ruta no tiene las líneas blancas al costado y ni siquiera, la doble amarilla del medio. Nada. Iba por el medio porque si seguía por mi  mano temía desbarrancarme.  El espíritu de los Dukes de Hazzard me levantó la estima y por suerte salvamos el pellejo en varios tramos. Llegamos a Ugarteche....¡correte, correte de allí! Nunca sabré por qué los paisanos de ese paraje lujanino caminan en medio de la ruta como jugando a la Rayuela. Bocinazos y luz alta. Nada. ¿Pasmados o suicidas? O "las dos cosas", como decía la Chilindrina.  Agarramos el Acceso Sur. Faltan 30 kilómetros.

Llegamos a las 21.30. Aún tenía en mí el resplandor de la pureza infinita de los Andes tunuyaninos. En la curva que indica el fin del Acceso Sur... de repente... ¡frenada violenta! ¡quéééeé! ¡los coches al revés, saliendo para el sur!. Vuelta en U y agarramos por Bandera de los Andes. Veinte minutos después por fin llegamos a Jesuitas. Una nenita, delante de su papá, quería venderme el ramo de la misa. "¿Cómo lo vas a vender si te lo regaló Jesús?", le dije. 

Agradecimos el día vivido en la montaña. Pero sobre todo, porque existe la paz en la montaña. Y cuando llegamos a casa llamé a la Redacción para preguntar qué era ese lío en el Acceso Sur. Allí me enteré lo del taxista. Y lo primero que se me vino a la cabeza fue ese grupo de jóvenes del barrio Eva Perón cuando me dijeron "¡matá a ese perro que te mordió!". ¿Por qué "matar" si esa perra está chiflada porque alguien le hizo daño antes? ¿Acaso "matar" es la solución?

Claro, si venís de la montaña, donde la armonía y el orden de la naturaleza te explica sin palabras, sino que con imágenes y sensaciones lo que es el Amor, allí no cabe esa palabra que es "matar".

¿Qué pasaría si alguna vez mudáramos todas las miserias de la ciudad a la profundidad de nuestra cordillera? ¿Acaso realmente cambiaríamos? Por supuesto, y mucho más si tenemos barrios pegados al campo y a la precordillera que son ratoneras de cemento. 

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Que vida *complicada* la tuya.. Que pena un hombre joven y profesional, que no tenga acceso a una vida menos traumatica. Te aconsejaria no tener hijos... con ese karma querido.

Anónimo dijo...

parte dos de anomimo:
Corrijo cambio ...complicada por *miserable*... es que volvi a reler. Mudate de pais pibe.

Anónimo dijo...

Es complicado lo que pasa aquí en Mendoza y es bueno que alguien lo sepa contar y no lo deje pasar. Nosotros vemos mil veces lo que este tipo cuenta y a la noche nos olvidamos, como si no existiera.

Anónimo dijo...

Volvi... porque me quede con tinta en el ojo.
Decime, vos que tenes una profesion y un puesto en este diario, de que te quejas??? Hay gente que debido a la mierd@ de su entorno, vive una vida peor de miserable que la tuya. Yo te pregunto que haces o te pensas que desahogandote aqui cumplis una funcion social? o solo estas ahorrando dinero en terapia, o te lo recomendo tu terapeuta?

Anónimo dijo...

¿Naciste así de imbécil o te fuiste haciendo profesional en el camino???

giche89 dijo...

hace mucho que no me reia tanto de las degracias ajenas.. somos re parecidos xD
a mi no me muerden los perros, pero me caigo en todos los huecos de las veredas, cedo el asiento en el micro luego de q los q estan en los asientos de prioridad se hagan los dormidos, soy educada con todos y q gano? q se burlen y se comporten como unos estupidos conmigo...
menos mal q ya estoy en la facultad y aqui la gente es distinta. jejejej
muy linda la descripcion del paisaje tmb ^^
saludos

Mario Simonovich dijo...

Para el anónimo con la tinta en el ojo.
Soy Mario ¿Por qué escribí ésto y no disfruto de la vida placentera que tengo?
En primer lugar, descartemos la parte esa de "vida placentera". Es un prejuicio, ya que vos no me conocés (al igual que yo no te conozco a vos, por lo tanto no puedo definir cómo es tu vida, y mucho menos, en forma despectiva).
En segundo lugar, ¿por qué cuento ésto?
Es un blog que cuenta historias de vida. Esto fue algo que yo viví y en vez de quedarme con la mirada superficial y olvidadiza, por el ADN propio de los periodistas (personas curiosas y críticas), nos sale naturalmente este tipo de mirada. El objetivo, en este caso, es aportar un enfoque a algo que todos nosotros miramos todos los días.
Ante un presente lleno de sombras (de miseria, de egoísmos, de asesinatos, de vanidades, de búsqueda de poder, de amor desordenado al dinero) y teniendo en cuenta que existen otros lugares del mundo donde ciertas cosas funcionan mejores que acá gracias a la actitud del ciudadano y no tanto porque el gobierno lo hace bien, entonces este blog intenta despertar una reacción, aunque sea, mínima de que por qué siendo como somos seguramente nos costará ser lo que quisiéramos ser. Como también que siendo así como somos -sobre todo, recuperando nuestra memoria histórica, de valores y tradiciones- podemos ser más feliz y mucho mejores.
"Anónimo con la tinta en el ojo", te agradezco que leas este blog. Pero te sugiero algo que escribí en un post: que tus ideas de fondo sean para unir y no para dividir. Para eso te pido que expliques claramente y con fundamentos qué es lo que pensás y no te quedés con la agresión y las puteadas.

Anónimo dijo...

CON TINTA EN EL OJO.
Mario sos muy dramático e insatisfecho pero esto ultimo es lógico por el estado de" inseguridad" del mendocino y digo inseguridad entre comillas porque no solo es debido a la sensación de Ciurca, sino la generalizada, provocada por la desesperanza del entorno y somos afectados por ella ya sea generada por nosotros o no. Mi critica es agresiva, si, pero no es despectiva como vos crees y sinceramente haciéndotela sentí como ... viste las peli del norte? cuando están desquisiado y le dan un bofetón para traerle a la realidad? Ese es mi fundamento para hacértela. Querido, sos joven y profesional, no entiendo porque te sentis miserable de acuerdo a tu relato no porque te conozca, obvio, y pienso que, ya te tenés el espacio y el medio solo descargas tus frustraciones que ni mas ni menos son las mismas de todos los mendocinos o sea no solo te pasa a vos y dándole un toque esperanzador al final, no ayuda. Este sistema tuyo de desahogo solo es útil en los grupos de auto-ayuda, no en un medio como este, y te doy un ejemplo "Renacer" es de padres que se le han muerto uno o mas de un hijo, y en esas reuniones donde solo hay desgarro y dolor se puede rescatar un mensaje mas esperanzador que aquí. Yo te diría que la vida es corta muy corta para hacerte víctima de tus propias insatisfacciones. En realidad no soy lectora habitual de tu blog. Me gustan los lugares que te ofrecen una bocanada de aire fresco, solo algunos títulos me tientan, no te he leído mucho, empiezo y abandono cuando me dan ganas de suicidarme. Por eso también creo que solo lo haces como catarsis y ahí apunte mi critica. Si te sirve tomala, sino? no hemos perdido nada mas y nada menos que el tiempo, lo mas valioso que poseemos.... tiempo de vida.

Mario Simonovich dijo...

Amiga Tinta:
Gracias por tu explicación. Es una manera sana y razonable de limitar mi sinceridad. Tendré que comunicar mejor. Saludos.