martes, 16 de diciembre de 2008

Querer ser padres (hoy)


En un post anterior había comentado que Dios le da pan al que no tiene dientes (o sea, por un lado le da hijos al papá o mamá que no desean tener hijos sino sólo una buena noche de sexo y por otro lado, no le da hijos a quienes se mueren por empezar a agrandar la familia).

El fin de semana último nos juntamos con un grupo de gente para mí casi desconocidas. En un momento, tras cenar los mejores tacos sin frijoles que haya probado, nos pusimos a charlar sobre cosas de las parejas (éramos cinco parejas en total). Una de ellas quiso compartir un problema sin resolver: la difícil decisión de casarse porque ella está todo el tiempo atendiendo a sus padres y hermanos menores. Si bien ella argumenta que su marido será la prioridad, la realidad (al menos, la que yo he visto en toda mi vida) es que después del casamiento ellas siguen tirando para su familia, por lo tanto el clásico bíblico "dejarás a tus padres y hermanos" es algo que empieza y termina adentro de la iglesa donde se casaron. 

Cuando metí mi bocadillo de opinión el tema giró hacia otro win: el deseo de paternidad. Todo fue porque esa pareja soltera que planteaba su temor al casorio porque ella aún sigue tirando muy fuerte para su familia sacó el tema de que prefieren ser padres ahora y no dentro de diez años, porque o sino los futuros hijos y padres no podrán entenderse debido a la diferencia de edad. Fue casi un acto fallido porque el que me lo decía tiene 28 años y afirmaba que "no quiero ser padre dentro de 10 años porque...", sin saber que yo tengo 38 años. En fin, esa fue la piedra de lanzamiento. El resto fue así:

Otra pareja, esta vez no diez años más jóvenes que nosotros, sino mucho menos, confesó que desde hacía mucho que están buscando familia y que ya han pagado una fertilización asistida y una fecundación in vitro. En resumen, más de 20 mil pesos en métodos que no le dieron resultados. Claro, es de adivinar qué puede decir ahora algún lector experto: "chicos, tranquilíncensen y vivan el momento, y cuando menos se lo imaginen la criatura va a llegar". Esa pareja ya tenía una respuesta: "hay impedimentos físicos concretos". Lo que más me sorprendió fue dos cosas: la entereza, madurez y aceptación de la realidad (que se traduce en una sensación de paz que transmiten) de ellos y que el hombre sea el que más parece querer tener un hijo, algo que creo yo que antes era al revés.

De las cinco parejas, cuatro compartimos el tema tener hijos. Y ellos también nos dijeron algo que yo y mi mujer no sabíamos: son muchísimas las parejas que viven este problema en Mendoza y sobre todo que se tienen que bancar el hecho de tener que juntar montañas de guita para hacerse estudios cuyo éxito no está asegurado.

A veces me pregunto porqué realmente Dios le da de comer a los que no tienen dientes. Una gran parte de esa respuesta siempre será un misterio. La otra parte de la respuesta te la da la misma vida: yo noto que a quienes les cuesta tener hijos por un lado sufren y por otro sus parejas maduran hasta el punto de dar la apariencia de que los dos ya son una sola persona (como acordaron la noche en que el cura les dio el visto bueno en la ceremonia religiosa). También hay casos -yo no los conozco- en que la pareja se disuelve cuando tienen que enfrentar este software "aniquila ilusiones". Quizá enfrentar este problema significa definitivamente aceptarse tal cual cada uno son, sobre todo en lo sexual, que es un tema en el que uno le pone muchas fichas cuando se produce el flechazo a primera vista (se entiende que la sociedad no fomenta el amor a la mujer o al hombre que no pueden tener hijos, sino que se enaltece al hombre o mujer que son tigres en la cama, con las mejores siliconas y otros atributos posibles y por supuesto, sí o sí tienen que usar forros o la píldora del día después (que no es después) porque sí o sí el semen llega cargado de espermas picarones y molestos).

El 8 de febrero de 1949, el régimen comunista de Hungría condenaba a cadena perpetua al Cardenal Josef Mindszenty, arzobispo de Esztergom y primado de Hungría, simplemente por oponerse a las políticas anticatólicas y anticristianas protestantes de la dictadura comunista de ese país. En la cárcel, Mindszenty señalaba que ese lugar, el peor de los infiernos en el que uno desearía no estar, puede ser una gran oportunidad para salir adelante en la vida o puede ser, también, el tiro final para rematar tu vida en el odio y su consiguiente autodestrucción. Yo creo que algo así pasa en las parejas que vivimos ésto: o nos unimos más o decidimos dinamitar esa unión. 

Los abuelos de Adriana, una amiga docente de Las Heras, que ahora espera a su tercer hijo, cumplieron el sábado último 68 años de casados. Imagino cuántas historias donde los encuentros le ganaron la pulseada a los desencuentros hubo en el medio. Pero allí lo ves: son abuelos con experiencia de vida y agradecidos a la vida.

Es verdad que la libertad nos permite diagnosticar nuestro futuro, lo que no significa garantizar la seguridad de lo que queremos y de lo que no queremos. No es fácil entender la forma en que se retroalimenta la injusticia, sobre todo cuando hay vidas de buenos e inocentes que terminan fulminados por un delincuente o un abortista y por otro, la negación a otorgarle la vida a muchos inocentes que piden a gritos vivir y que ya tienen un lugar asegurado en nuestras familias. Todo ésto es demasiado para una persona. Pero se me ocurre pensar que algunos de los dos abuelitos que recién nombré se habrá dicho, en algún momento ya perdido y olvidado, que "todo esto es mucho y me sobrepasa", y ahí están, sin saber por qué hoy llegaron vivitos y coleando al banderín de cuadros que indica el punto de llegada de esta difícil carrera.

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