martes, 9 de diciembre de 2008

De la manito


Eran las 23.30 y estaba sentado en una mesita que bordeaba el lago del Parque, en la cantina o restaurante situado en el extremo digamos norte del espejo artificial de agua verde. Ella me lo dijo así: "a las mujeres no les gusta que su novio la acaricie todo el tiempo ni tampoco que anden de la manito porque sí. Tenés que respetar su independencia". Después de eso empecé a prestar atención a las parejitas de las calles mendocinas: tenía razón esta muchacha (que ahora vive en Estados Unidos). Desde hace un tiempo las parejas no van de la mano, como flamantes noviecitos.

Quizás la razón está en eso de que ya no son "flamantes noviecitos". Muchos estrenan sus noviazgos con poxipol en las palmas de sus manos, del modo que son unos pegotes inclusive hasta cuando se suben al trole. Después, digamos que a los pocos meses, las dos manos empiezan a volver a los bolsillos pero siguen los dos ahí cerquita. Pasa el año y ya no se dan las manos, inclusive si salen con otra pareja cada uno pasará más tiempo con la pareja amiga que con su propia pareja y por último, lo que se acorta es el tiempo de estar juntos: en vez de compartir el fin de semana juntos lo que se hace es dejar el sábado a la noche con su pareja y el resto del tiempo, con los amigos respectivos de él y ella. Incluso conocí el caso de un joven empresario mendocino que compartía los lunes y martes con su novia y el resto de la semana decía que se dedicaba al trabajo, hasta la novia lo pilló al tipo entrometido con una morocha que parecía venir del staff de vedettes de Jorge Corona, con quien compartía los viernes y sabado a la noche, según se supo cuando ella lo largó a él.

Por último reconozcamos que es muy raro ver matrimonios de cincuentones en el Parque de la manito. No son esos padres jóvenes que no los están porque ambos tienen las manos ocupadas con el cochecito del bebé o la llave del auto, sino que se trata de aquellos que inclusive se visten con la mejor pilcha para gastar más de 200 pesos en una buena cena con buen vino y en ningún momento de la cita se los ve con las manos juntitas. La sensación que me queda es que pareciera que el andar de la mano es cosa de niños, pero por suerte puedo decir que estoy equivocado porque aún veo a muchas parejas de ancianos caminando de la manito (lo más seguro es que ellos te digan que siempre fueron así de cariñosos).

Si la pregunta de fondo es por qué ya no somos tan cariñosos ni románticos puede que la verdadera pregunta de fondo es si realmente hoy las parejas viven con amor. ¿Y cuál es la verdadera respuesta? Mi mujer me comentó el otro día que durante su juventud en el boulevard del barrio Ujemvi los adolescentes se sentaban a charlar y a pasar el rato, en cambio hoy es igual salvo con una diferencia: hay más adolecentes embarazadas (por él, obviamente). Entonces esto significa (debería significar) que ellas recibieron amor para que su cuerpo llegara a esa hermosa instancia embarazosa. A ver si adivino lo que vos estás pensando: "gil, están embarazadas porque hicieron el amor, porque ahora son..." (no reproduciré términos que suenen ofensivos para él y para ella porque no vienen al caso).

El dibujito que ven me lo dio esta mañana una niñita que acompañaba a la recepcionista del consultorio de mi odontólogo. Vino y me lo regaló a mi, un desconocido para ella. Es una flor pintada de azul, un flechazo en un corazón y una mariposa. Eso significa deseos de amor. Las niñas de hoy (y de siempre) quieren amar y ser amadas. Si con el paso de los años, la madurez transforma ese sentimiento puro en otro como el que escuché ayer en la TV, en donde una mujer reclamaba vivir el sexo libre pero amando sólo a su respectiva pareja significa entonces que el deseo expresado en ese dibujito no logró madurar en su vida porque cambió ese dibujito por una película porno. Y ese dibujito, para mí, expresa la verdadera verdad (así, como suena) de cualquier mujer.

¿Por qué creo que la verdad de la mujer está en ese dibujito? La respuesta viene de la misma vida: resulta que hoy cumplo dos años de casado (y uno buscando tener hijos) y será porque siempre soñé ser un John con Yoko o porque, como dice esa canción de los Fabulosos, "el amor no se puede pensar", es que aún los dos andamos de la manito porque sentimos que es así como quisiéramos todo el tiempo en la vida. Hace un par de semanas, en una reunión de amigos de trabajo, un francés que es pareja de una conocida me miraba sorprendido por cómo andaba de la manito con mi mujer. Claro, hay muchas razones justificar el no andar de la manito, como lo puede ser un desgaste de la relación o como me dijo esa chica que se fue a EE UU, porque ellas se quieren sentir independientes, como los son las diosas que caminan un poco distanciadas de sus novios para que cualquier tipo, al verlas, diga "¡qué buen lomo y qué buen asado!" y no "¡y este perejil quién es!" (ellas saben que si van de la manito de su novio, efectivamente, el piropo se transforma en una puteada contra su pareja, porque como pasa en Argentina, todo lo lindo que no está a mi alcance es considerado como "injusticia").

Así como el mundo promueve miles de técnicas para el sexo, propongo que se promocionen todas las formas posibles para recuperar el cariño en las parejas y el romanticismo sensible en las mujeres, porque sinceramente a un hombre le llega más una mujer sensible y llena de amor que una mujer con la mejor lencería erótica del momento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que no toda la culpa es de las mujeres, aunque no se si seré justa en decirlo por serlo! pero hoy día si bien reclamamos independencia, en mi caso es la del "no me acoses como posesión". Necesitamos compromiso, pero te convertis en propiedad, sos suya y amoldate, si te sacan de la mano en Argentina, es símbolo de "mirá lo que tengo" y ya no te dicen te amo, ahora es "te adoro", una especie de idolatría pagana por tu buen lomo, sos una "Santa Perra". Muy buen posteo, un placer leerte. Saludos!