sábado, 13 de septiembre de 2008

"Yo soy amigo del Marciano"


Antes de contarles esta historia les comento que lo del post anterior por ahora va bien pero el resultado final lo sabremos seguramente el próximo viernes. Cambio y fuera.

Hola. Anoche llegábamos al Bustelo como típicos mendocinos, bien impuntuales (cerca de las 23). Había gente afuera, típico de cualquier recital roquero. Estábamos por entrar cuando se interpuso un muchacho que quería hablar con el boletero. Este último le dice "Marciano no dijo que ustedes podían pasar gratis". Ese muchacho y otros más pegaron la vuelta. No parecían ser ex compañeros del Pablo Nogués.

Cualquier cumpa que concurre a toques de bandas mendocinas sabe que este tipo de situación (el del "somos amigos del guitarrista o del cantante, por lo tanto dejame pasar") es de lo más común. El tema es que los Enanos hace rato que no tocan "Nena de 17"  y "Amor callejero" como para decir que cualquier amigo de un amigo entra gratis. Es como haber ido en diciembre último al Monumental a ver a Soda, sin entradas, y haberle cuenteado al boletero de la entrada del estadio que "somos ex compañeros de Cerati de la facultad de diseño, o de lo que sea".

Recuerdo cuando tuve mi bandita que era todo un problema el tema amigos. Por un lado, una solución porque cuando no te conoce ni el gato los amigos son los únicos que te pueden llevar público, porque por más avisos que pongas en el diario o entradas que regales en la Rock & Pop o radio UTN, al final ni siquieran van los concursantes que se ganaron las entradas gratis. Así que el tema amigos es fundamental. Pero el otro lado de la moneda lo constituye el mangueo, es decir, el tener que dejarlos pasar gratis. "Yo te banco siempre donde toqués, ¿cómo me vas a cobrar entrada?". Y luego, cuando hacés la cuenta, te encontrás con 100 pesos de deuda con el sonidista y así empieza la carrera de desgaste que en muchos casos finaliza con la disolución definitiva de una banda, porque al final perdés dinero si tocás.

En fin, el tema amigos + mangueo en los recitales es todo un tema. Pero lo más importante fue ver la clase de público que asistió anoche al Bustelo.

Cada banda tiene su perfil de seguidor. No llega a ser un perfil tan tan definido, com las tribus urbanas, pero al fin y al cabo son personas que tienen la característica de saber entender el mensaje de la banda y disfrutar de su música. Y a ésto se suma un cacho de devoción a ese grupo o intéprete solista. Los seguidores de Charly son un ejemplo.

Ayer me encontré con una audiencia extraña: ninguno sentía bronca, es decir, jamás hubo un "anti" en todo el concierto. Si no sos Cerati, sos Ricotero. Si no sos Luis Miguel, sos Pappo. Si no sos un intelectual sos un consumidor de basura romántica.  Nada de eso. Y a la vez, para nada un público hueco o tonto, o ultrafanático.

Yo me sentí como compartir un rato con la muchachada que entiende lo que son los mejores momentos de la vida y también los momentos más valiosos de la vida. También, con ese tipo de público que admira el buen sonido, ese en el que no se confunden los instrumentos con voces ni los roles protagónicos de los integrantes de una banda. En especial, a los que admiran el buen gusto de la guitarra, de esa que sabe interpretar a Hendrix y a Pink Floyd, como hizo el Felipe anoche.

Es verdad que el tiempo me volvió más duro y algunas canciones -todas ellas baladas- si bien reconozco que son excelentes melodías, no alcanzaron a martillarme la dura piedra de la pasión prejuiciada -para definir así ese difícil vínculo entre "lo que yo soy" + "lo que es bueno" + "lo que me gusta". Pero algunos segmentos con más bajos de fondo, cambios sorpresivos de ritmo y con esos solos de viola que nada más los pueden hacer no más de cinco tipos en este país sin dudas que alcanzan llegar a la raíz del "yo soy así, aguante la música" (otro estado también difícil de decirlo con palabras, pero fácil de percibirlo cuando escuchás un segmento de esos intérpretes que te vuelan la cabeza y te terminan diciendo "y bueno, aún can`t get satisfaction, o sea").

Más allá de lo que fue este resumen de 30 años de música con ganas de escuchar más (porque nadie quiso irse del Bustelo al cierre del concierto), sinceramente siento gratificación y hasta te diría tranquilidad, cuando veo que hay buena gente compartiendo buenas cosas en nuestro medio. 

Además, en esta época, qué bien que se siente cuando ves gente que puede vivir sin bronca (demasiado prejuicio positivo, si querés llamalo así, pero igual es algo para detenerse a pensar).

Fotos: Paulo Páez (UNO)

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