miércoles, 10 de septiembre de 2008

Aún sobran carretas

Calculo que fue en 1987. Egresaba del Zapata "colegio de varones, los demás son todos..." (cortala, Mario). Bueno, la cuestión fue que una tarde, en la avenida Las Tipas, del Parque, vi cómo pasaba una carreta, mientras yo hacía corriendo una vuelta al Lago. Se me ocurrió pensar que quizá en el 2000 desaparecerían las carretas, quizá porque algún gobierno pondría en práctica alguna ley que debe existir sobre este tema y también en el bien de los pobres chicos y de los muchachitos menores de edad que manejan ese tipo de vehículo, sin dudas el más usado de los usados en el rubro tracción a sangre, o sea. Nunca olvidé esta ocurrencia.

Pasaron los años y las carretas no sólo sobrevivieron, sino que también percibo que si bien son conducidos por caballos, se reproducen a un ritmo de progresión geométrica, al igual que los hansters, también de carne y hueso como los yobacas. 

El otro día pasé por Colonia Segovia y vi a un caballo muerto, al lado de una carreta. Me acerqué un cacho. No estaba muerto: estaba apolillando, hasta que de repente se paró. Es que durante años me tragué el verso que me metieron en la infancia acerca de que los caballos duermen de pie. Apenas parado, el animal lucía bien fiero. No había fardos de pasto a su alrededor, como suele pasar en cualquier lugar donde hay yobacas. Este pobre bicho sólo se arrimó a una acequia para beber el único líquido que podía beber: agua contaminada. Para eso están las acequias también.

Luego volví por el Corredor del Oeste. A la altura de la Estanzuela y en una zona elevada de ese corredor...una carreta, bien tranquila a su ritmo, con un caballo sometido y resignado a esa vida miserable. En ese momento también recordé cuando vi cómo una carreta se metía en el Acceso Norte, en la rotonda del barrio UJEMVI (ya aprendí lo que significa este entramado de letras: Unión Judiciales Empleados Públicos y Vivienda, más o menos así porque sobra una "P"). El adolescente que manejaba la carreta lo hacía a lo Ayrton Senna, maniobrando las correas con que sujetaba al bicho como si fuera una Ferrari en el Rally París Dakar, si queremos que exageremos un cacho. "Pobre bicho", disparé hacia mi mismo en medio segundo cuando lo pasé con el coche.

Pasa. Las carretas siguen vigentes. Por lo tanto los invito a que cuando imaginen a nuestra Provincia en el 2050, además de autos voladores a los Supersónicos y probadores virtuales de ropa, no excluyan de ese escenario a las villas, a las carretas y a sus caballos desplumados. 




 

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