sábado, 9 de agosto de 2008

Camilo Sexto sigue siendo un hit en los colectivos de larga distancia


"Te quiero, te amo, te extraño, te recontradeseo, te....".

No era una versión remixada de "Atado a un sentimiento" de Miguel Mateos. Era una gota de sonido que tras caer durante 14 horas seguidas en mis oídos terminaba siendo una verdadera tortura china (ahora que ese país es el centro del mundo deportivo).

Generalmente el tormento empezaba en la Terminal del Sol. Siempre viajé en la vieja línea TAC. En San Martín, al bajar la velocidad, el sonido del estéreo se hacía retumbar en los cuatros lados internos de esa suerte de estudio de grabación con forma de hot dog empaquetado que solían ser los colectivos de larga distancia que conectaban Mendoza con Buenos Aires.

"Bueno, eso fue hasta el 96. Ahora la música cambió un poco (para peor porque la cumbia se instaló hasta en los traders argentinos que se criaron en San Isidro y ahora son millonarios de Wall Street), pero bueno, confío en el chofer", me dije cuando subimos al colectivo que nos llevó de Luna de Miel a Camboriú en diciembre de 2006.

Para qué lo habré dicho: peor para peor. Primero, el Bombón Asesino y sus 28 hits que nunca fueron hits pero que tienen que hacer florecer una ottosclerosis para que sean verdaderos hits y de paso, te encajen una receta para hacerte una tomografía sin obra social, algo que se hubiera evitado si se hubiera viajado en avión. Segundo, el chinito que se hizo famoso cantando (gritando) folclore en ese año que ShowMatch empezó a llamarse así en el ex canal de Romay. Tercero, al final, Camilo Sexto, un virrey indiscutido de los sentimientos oxidados de esas ex soñadoras de Sandro, hoy devenidas en amas de casa con muchos sueños por realizar.

Aunque admito que prefiero a Camilo Sexto antes que al Chinito.

Por alguna razón en los colectivos de larga distancia te pasan películas de tres horas, en inglés, donde en cada film perecen más chavones que rusos en luchas encarnizadas con sus enemigos de Georgia. Si te pasan una argentina, seguro que es Esperando la Carroza. ¿Por qué no pasan algo cortito, en español y que entendamos todos, como Los Tres Chiflados?

En muchos videoclubes aún hay videos con diez capítulos seguidos de Los Tres Chiflados. Con eso alegrás el viaje. Pero por esa idea de creer que toda basura es masiva, hasta te pasan películas de tiros y asesinatos en los colectivos que van los 26 de cada mes a ver a la Virgen de San Nicolás (a mí me pasó).

Sin embargo, espero algún día encontrar la respuesta de por qué a muchos mendocinos y mendocinas les encantan las frases monótonas de Camilo Sexto. Recuedo que a mi vieja le encantaba Julio Iglesias, pero al menos ese tipo intentaba innovar en el estilo musical y la poética. Aún así, mi vieja nunca le prestó atención a eso: se contentaba con el sólo hecho de que el español abriera la boca y braveara con su conocido "eeeheh ahh".

Un día se me pasó por la cabeza que el amor indisoluble entre las cincuentonas, sesentonas, treinteañeras y algunas veinteañeras con Camilo Sexto quizá tenga que ver con una natural resistencia a querer escuchar o sentir algo nuevo.

Recuerdo una vez, ya harto de todo esto, que me llevé un cassette con rock nacional. Partimos de la Estación del Sol y como era previsible, el cumpa chofer arremetió con Camilo. Entonces me paré y me fui hasta adelante. Le pedí si podía poner mi cassette. El cumpa fue buen amigo: sacó a Camilo (o a su mejor suplemente, Franco De Vita) y puso mi cassette. ¿Qué pasó? Pasó que no pudo sonar porque el cassette se trabó con el estéreo. Algo raro pasaba. El cassette, si bien lo había comprado en Scala Música de la calle Lavalle, era el menos berreta de los más berreta (tampoco era cuestión de llevar un TDK de cromo al bondi). El chofer fue sincero, intentó como cuatro veces y no pudo. Entonces yo me alegré porque supuse que se había roto el aparato. Error. Apenas di media vuelta ese cassette celeste más arruinado que el que yo tenía volvió a su lugar y como si hubiera querido sorprenderme con un grito en la nuca, me agarró de sorpresa con el "te quiero, te amo, te deseo, no me dejes, por favor amame, estaremos juntos toda toda la vida, y...".

En ese momento soñé con contarte esta anécdota, porque pareciera que de algún modo estamos predestinado a que la música verdaderamente popular sea una suerte de yolibell con pilas Duracell, repitiendo todo frente a tu cara: "te quiero, te quiero, te quiero", mientras tu vieja te dice a la vez "nene cuando seas grande quiero que te cases con una chica así (señalando a la muñeca) de bonita...pero que sea de buena familia y sobre todo viva en la Quinta o en el barrio Bombal".

No hay comentarios: