martes, 1 de julio de 2008

¿Y la experiencia?

La pregunta viene porque las pocas veces que tuve la ocasión de ir al exterior (tres veces Brasil en los últimos cinco años y dos veces Estados Unidos, cuando estaba la convertibilidad) me fascinaba ver en aquellos países ciertas soluciones a cosas básicas que los argentinos siempre buscamos (respeto a la autoridad policial, baja inseguridad, casas de clase media con mucho jardín, control del alcohol y excelencia en la educación universitaria, en Estados Unidos y respeto a las normas de tránsito, baños públicos grandes, limpios y sin graffittis, lugares públicos sin basura y política de residuos reciclados, en Brasil).


Cuando llegaba a Mendoza, si bien todos me preguntaban por cómo eran las mujeres –siempre con el mito de que es más fácil afuera que en Mendoza- lo primero que hacía era contarles esas experiencias, que parecía fantástico que aún aquí nadie las aplicara. Por ejemplo, la campaña contra los accidentes viales en Brasil.


Vas por la ruta hasta Paso de los Libres, Corrientes. Cruzás a Uruguayaza, Brasil y en la ruta, hasta Porto Alegre, para dar un ejemplo, cada trescientos metros tenés un cartel que te dice “¿Duda? No pase” o “¿Bebeu? Nao conduzca”. Bien clarito, parece. Cuando les contaba esto a mis amigos quizá esperaba de ellos una reacción del tipo “¡Qué bueno, movámoslo para ver si alguna ONG nos da bola!” o algo así. Sé que estoy exagerando, pero cuando ves esas respuestas tan sencillas que aquí nunca encontramos porque todo tiene que pasar por el filtro de la ideología (“si eso lo hacen en Estados Unidos no sirve porque es capitalista”, en el fondo me querían decir , cuando les explicaba que allá los jóvenes se divertían y escuchaban rocanrrol, pero iban a clases respetando a los profesores y a todo tipo de autoridades).


Por alguna razón ( 2 razones, en realidad ) digo todo esto: una, porque cuando intercambio opiniones con amigos o colegas de otras provincias, sobre todo Buenos Aires, a ellos les interesa el tema porque de algún modo muchos de ellos han también han vivido esa experiencia o se la han contado. Y dos, porque cada vez que aparece un conflicto de moda, como lo es el de la salud y el de los taxis en Mendoza, lo que siempre veo en televisión, tanto de parte del gobierno como de los jefes gremiales, es que se aplican soluciones primerizas, es decir, empezando de cero, como si nada sobre eso se hubiera hecho alguna vez en el mundo.


¿Por qué rechazamos la experiencia del mundo para solucionar nuestros problemas? Un sociólogo diría que cada país tiene su idiosincrasia, por lo tanto el origen de los problemas siempre va a ser otro. “Está bien”, le contesto al sociólogo (que aquí en Mendoza, en su gran mayoría, tienen el defecto de mirar las cosas a medias por culpa de esa ideología demasiada crítica y escéptica, que los obliga a contemplar las cosas así). Pero ahora le pregunto al sociólogo (y a todos los que no se animan a aplicar en Mendoza una solución exitosa en el mundo): “Vos me decís que no sirve aplicar aquí eso que se hace en Estados Unidos, Chile o Brasil, porque el origen social de la raíz, bla, bla, bla, es otro, ¿pero realmente no sirve nada de nada, es decir, porque por una cuestión sociológica somos distintos de ellos eso significa que NADA de lo exitoso que se aplica en otro país sirve aquí?


Este tipo de mentalidad nos hace mediocres a los (creo que muchos) mendocinos, a tal punto de que ya ni nos entusiasman las respuestas “exitosas” porque de antemano ya la condenamos, lo que no nos queda otra que acostumbranos a escuchar y a decir que la inseguridad no se soluciona cumpliendo la ley, sino “equiparando la inequidad social” y así, un montón de cosas (que se vienen diciendo desde hace muchísimos años) que nunca lo van a ser, porque la realidad es que si un pobre empieza a trabajar (supongamos de plomero o electricista, dos oficios que se gana muy bien) y ve que otro, por el sólo hecho de viajar en colectivo a los actos kirchneristas en Plaza de Mayo, empieza a vivir mejor, ese plomero o electricista, cuando pase algo va a estar del lado de las cacerolas (oligarcas o golpistas para el gobierno), simplemente porque para salir de la inequidad hizo un esfuerzo y resignó horas de alcohol, droga y boliche. Y además porque se dio cuenta de que así podía ser verdaderamente libre y soñar con tener un hijo que pueda ir a la universidad, por decir algo.


En fin, lo que quiero decir es que ese tipo de mediocridad se traduce en un miedo a no ser prácticos o a implementar soluciones que vengan “de la otra vereda (hoy es la oligarquía de los países capitalistas desarrollados, mañana será otra razón o excusa)”, cuando en realidad ni a mi ni a nadie nos importa de dónde viene ni quién lo inventó (si vino de una democracia socialista europea o de un capitalismo sin rostro humano estadounidense), sino que lo que nos importa es que esa huevada sirve y además es simple y fácil de hacerlo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimado Mario, estoy ciento por ciento de acuerdo con vos. Despues de mucho comparar nuestra sociedad con la de la usa, me di cuenta que todo está en la educacion. En una país como Estados Unidos existen dos cosas fundamentales sin las que seria imposible esperar ese tipo de comportamiento "civilizado", una es la religion (cualquiera), son practicamente fanáticos, y la otra la "mano dura", ya sea en la familia, en la sociedad, en la escuela. Claro, hay excepciones y muchas, sobre todo en estos tiempos, pero en general es ésto. AQUI eso no corre, la gente está cada vez mas alejada de cualquier creencia en Dios y en seguir algun precepto, y ni hablar de disciplina en cualquier ámbito. Gracias por tus palabras diarias.
Nadya.