miércoles, 16 de julio de 2008

Cómo hacemos la cola en un supermercado

La zona de las cajas de los supermercados es el único lugar del “no lugar” (que es el supermercado, parafraseando a Marc Augé).

Antes, cuando teníamos el almacén del barrio, no era necesario hacer la cola para la caja ni tampoco la gente pagaba con tickets o tarjetas de créditos. Recuerdo el almacén de Don Mesura, en Martín Zapata y Paso de los Andes, que era el punto de encuentro de la Quinta Sección (esa vieja Quinta Sección donde el barrio era más barrio y menos barrio privado, como ahora).

Lo común era decir “me cruzo a Don Mesura para ver si tiene un sobre de jugo” y en quince minutos ya estabas de vuelta. Ahora que los súper se apoderaron de nuestras vidas (porque nosotros los preferimos así), el único punto de contacto afectivo como la gente está en la zona de las cajas.

¿Y qué hace la gente allí? Finaliza la compra en varias etapas:

Primera etapa: medir las colas (si llevás más de 10 productos anotate unos 20 minutos de cola).

Segunda etapa: medir las colas de las dos cajas más rápidas (las que podés llevar hasta 10 productos).

Tercera etapa: hacer un rápido conteo de las mercaderías de los canastos más llenos (siempre aparece una ex ama de casa con más de 15 productos y que sin querer queriendo se metió en esa cola porque no miró hacia arriba para detectar el cartelito que indica que podés llevar hasta 10 productos, o bien, lo hizo y luego procedió a comportarse según ordenaba el sentido común de la sonsera.

Cuarta etapa: elegimos una de las dos colas, sin antes echar una última mirada a las mismas cajas, ya que alguien está pagando con tarjeta de crédito se entiende que esa cola se va a retrasar más, por lo tanto mejor elegir la otra cola.

Quinta etapa: efectivamente, elegimos una.

Sexta etapa: hablando de colas, hacemos una rápida mirada de las colas de la otra fila (porque se ve mejor que las colas de mi fila, ya que el que está delante de mi me tapa siempre).

Séptima etapa: celebramos detectar una cola linda (no siempre pasa)y disparamos mirada hasta que la bella dama se de vuelta para mirarnos. En ese momento nos hacemos los sonsos (nuevamente) y miramos hacia la cajera o cajero, como diciendo “stába mirando para allá, o sea”. Inciso A: puede que la cola linda esté en siete u ocho colas más allá, en este caso plantar la mirada y proceder de la misma manera que si fuera con la chica de la cola de al lado. Puede pasar, en este caso, que la cola linda sepa de antemano que con esa cola será el centro de impacto visual de todos lo que hacen las colas en todas las colas, por lo que su formato estará redimensionado a la medida de la ansiedad de las miradas de los miradores (buen momento para enganchar un muchacho de buena partida si la cola linda es solterona).

Octava etapa: basta de colas. Comienza la guerra de las miradas a los cajeros respectivos (al de mi cola y al de la cola de al lado). Se elevan las plegarias para que el próximo que le toque pagar lo haga en efectivo y si es posible, con cambio, para que uno pueda llegar más rápido. Nada peor que un joven moderno con una tarjeta VISA para pagar una bolsita de Tutuca. Pérdida de tiempo e inflación testicular, diría Manuel de Paz. Lamentablemente pasa cuando te predisponés a aceptar que delante de vos habrá alguien (o algunos) que pagarán con tarjeta de crédito. Y lo de la tutuca más o menos pasa, es verdad.

Novena etapa: mirar el reloj y contabilizar el tiempo perdido (aconsejan prepararse emocionalmente para soportar la espera a partir de los 25 minutos en adelante)

Décima etapa: pagar y contener la catársis hasta que efectivamente te den el vuelto. Muy no pocas veces pasa que en el momento de pagar llega la jefa de las cajeras con una cartuchera de cuero, para hacer un arqueo (control) de la caja. Pueden llegar a ser unos cuatro minutos el tener que esperar que la cajera pueda retomar su labor. No es bueno pensar en que la jefa de las cajeras eligió ese momento porque te vieron cara de gil. Fue así y pasó. Si no sucede esto puede pasar que no tengan vuelto (por favor, llevar siempre aunque sea 25 centavos). Si llevás 100 pesos y comprás algo por 12 pesos, tenés que prepararte para contener la inflación testicular porque evidentemente es probable que tengas que esperar a que le traigan cambio a la muchacha.

Undécima etapa: catarsis efectiva (respirar hondo y olvidarlo todo)

Duodécima etapa: mirar para atrás y ver si la chica de la cola linda ya pagó y se fue.

Etapa 13: ya está. Cortala. Volvé a tu casa (que ya no tenés 18).

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