viernes, 20 de junio de 2008

Como si fuera Belgrano

Vive en la calle Cabildo Abierto. Debe andar en los 80 años. En la época en que funcionaban los ferrocarriles vivió su mejor momento: jefe de estación en Montecomán, General Villegas, Realicó, Medrano y Junín, entre algunos. Dicen que las chicas "de bien" de estos pueblos rurales se acercaban a la estación para que él les tirara un piropo de gentil hombre. Así logró abrocharse a una sanrafaelina, con quien luego se casó y tuvo tres hijos. Se jubiló en la ciudad de Mendoza y tuvo su propia casa en la Sexta Sección. Un día le ofrecieron ser garante de un amigo y a los seis meses la justicia lo sentenció a pagar las deudas de ese caradura. Tuvo que vender su casa. Y desde ese momento vive en una pensión vieja y desagradable, casi hacinado, en esa calle de Godoy Cruz.

No es de los viejos que con los años pierden el humor y se convierten en aquellos nostálgicos que ven el bienestar del futuro en el pasado, "cuando laburaba de sol a sol". Tampoco lo escuché hablar mal del Turco por clausurar la historia de los ferrocarriles argentinos. Un viejo con la conciencia limpia, porque hizo mucho para merecer un mínimo bienestar, y una viveza criolla de salvataje lo dejó sus ahorros prácticamente desnudo en la vía.

Ayer fue a cobrar su jubilación a un Nación frente a la plaza de Godoy Cruz. "¡Che!, ¿no me ubicás? ¡Yo soy el hijo de tu amigo el Miguel! ¿te acordás del Miguel?". Él miró a este hombre simpático que quería hacerle recordar un instante de lo mejor de su pasado y le dijo que "sí". Hablaron un rato como si se conocieran de toda la vida. Charlaron un rato largo y veinte minutos después estaba solo, como si lo hubieran abandonado, en la playa de estacionamiento del Libertad de Godoy Cruz. Cuando su hija lo pasó a buscar le pidió el papelito que sale del cajero automático. "Papá, aquí dice que sacaste mil pesos. ¿Cuánto tenés?". El viejo sacó del bolsillo cien pesos. Saquen la cuenta.

Dos argentinos, que cuando hoy conmemoren el Día de la Bandera, tendrán distintos motivos para celebrar: uno estará orgulloso del "país generoso" que le permitió ganar 900 pesos sin mover un brazo; el otro no se dejará vencer por la amargura y seguirá orgulloso su pasado laborioso y del ejemplo que dejó en los jóvenes de aquellos tiempos, aunque literalmente tenga que esperar un mes para volver a comer bien y comprarle un remedio para el Alzheimer de su esposa.

Siempre habrá gente honesta y ejemplar como Belgrano, que por esta cuestión del cambalache, van a ser ex clase media ahora pobres y también olvidados, subestimados y engañados por esos argentinos con visión de futuro individualista y a corto plazo, forjadores de la viveza criolla.

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