miércoles, 25 de junio de 2008

Cochinadas

Conclusión: para mí es así y para vos es asá. En esto se apoya el relativismo. Y ahora llegó a la educación en un tema puntilloso: las cochinadas.

El domingo cenamos en el restorán árabe de la calle Arístides. Éramos unos cuatro en la mesa, entre ellos, una señora grande. En un momento ella saca una servilleta de papel y se hace -como lo decíamos cuando éramos chicos- "sonar los mocos". Luego hace un bollo con ese papel y lo deja arriba de la mesa. No era para tanto, apenas una nariz humedecida. Por alguna razón estructurante de mi ADN me fui al mazo: le dije que tirara esa servilleta en el tacho. Ella me miró como no entendiendo que le quería decir que estaba haciendo algo maleducado (para mí, después me di cuenta). Atinó a defenderse pero mi respuesta fue demoledora: "siento asco de ver esa servilleta allí". Finalmente agarró ese bollo y lo tiró en el tachito del baño de mujeres. Lo que pude advertir es que nadie se prendió conmigo en esta embestida. Parecía que yo era el único desubicado. ¿Puede ser que sea así?

Esta mañana voy a sacarme sangre a un laboratorio conocido de la calle Don Bosco. Vos llegás allí, sacás un número y te presentás en el mostrador con todo el equipaje: orden de análisis del médico y frasquito comprado en la farmacia con el pichí. El de mí lo tenía adentro de una bolsita de plástico que estaba adentro de la cajita que te da la farmacia, con el rótulo para inscribir el nombre del paciente, del médico y la fecha. A mí me tocó el número 74. El pichí recién lo tenés que sacar adentro del laboratorio, es decir, donde te sacan sangre. Bueno, ocurrió que antes de mi estaba una señora que apenas nombraron su número sacó de la cartera el frasquito con el pichí, envuelto en una bolsita transparente. Por un rato no giré mi cabeza hacia la derecha, donde estaba ese pichí amarillo puro, a la vista hasta de la cámara de seguridad. Claro, nadie dijo nada porque quedaría desubicadísimo que alguien le diga a esa señora: "mire doña, nosotros también traemos un frasco de mermelada vacío, con el primer pichí de la mañana, que aún sigue calentito. Pero no hemos instalado en este laboratorio una mesa que sirva de stand para exponerlo a todos los que pasen por este lugar porque usted ya sabe, a todos nos pasa que sentimos algo revuelto en el estómago cuando vemos una cosa así como la que usted trae".

El tema no es tanto el pichí envasado a la vista de todos o la servilleta moqueada arrugada. Lo que me preocupa es la cara de "no pasa nada, esto es normal" que ponen los protagonistas de la cochinada.

Al final yo me pregunto: por más que sienta asco, ¿son cochinadas o yo estoy perseguido?
Cuando no existía el relativismo, nuestros padres se encargaban de responder esta pregunta. Pero, ¿y ahora qué?

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