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Medifé Mendoza |
¿Por qué? Es una historia larga (y arranca así): Hace 10 años, cuando trabajaba en negro en Los Andes Online, quise afiliarme a OSDE, Medifé u OMINT. Ninguno me dejó porque tengo diabetes. Las telefonistas de esas empresas no sabían cómo responderme. “Soy monotributista, ¿igual no puedo?” era uno de los tantos peloteos que hacía en busca de una buena salida.
La prepaga me cayó encima al mes de trabajar en Diario Uno. Como todos entramos en blanco, para este tipo de empresas fuimos un buen bocado, porque igual se llevaban unos buenos mangos extras: la obra social por sueldo me cubría 160 pesos y el resto, para llegar a los 800 pesos de la cuota salía de mi bolsillo. “¿Por qué mi mujer figura con 40 años si ella tiene 34”, pregunté. “Es que por ser matrimonio la edad se ajusta al más grande de los dos, por lo tanto ella paga (más) como si tuviera 40 años”, me respondió el promotor de Medifé.
Yo me encargué de apagar la enorme sonrisa que traía el vendedor de Medifé cuando fue a vender su paquete en la flamante redacción de diariouno.com.ar, en abril de 2008: le dije que tengo diabetes. “Bueno, hagamos una cosa: vos te anotás y dentro de un año declará tu diabetes. Así se hace en estos casos”, me aconsejó. Dentro de todo el tipo me caía bien. “¿Si OSEP (que lo tenía gracias a mi mujer) me cubre lo más caro de la diabetes, que es la insulina y las tiras radiactivas para medir la glucemia (hoy estimo en más de 2.000 pesos al mes), qué objeciones puede ponerme Medifé?”. No. Igual me sugirió inscribirme y declarar mi enfermedad un año después.
Meses después, mi mujer empieza a padecer otosclerosis y le hace falta un audífono. Teníamos OSEP y Medifé. El primero puso 1.000 pesos y el segundo, 1.500, para ese dispositivo de 2.500 pesos. Pero quien puso las condiciones fue Medifé: nos obligó a escoger el audífono más barato y por ende, el más peor. Hoy ese audífono no funciona, gracias a los pocos mangos que quiso ahorrarse Medifé. Es que yo iba sacando las cuentas: pagaba por los dos entre 800 y 900 pesos al mes y ¿cuánto de esa suma gastábamos nosotros? En algunos meses ni siquiera fuimos al médico. Toda la guita para Medifé.
Llegamos al clímax de la obra. Presten atención.
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equinoxio.org |
A mediados de junio me dan de baja de Diario Uno. Por ley, la obra social tenía que durar hasta septiembre. Justo el primero de ese mes voy a reumatólogo, afectado por una reciente hernia de disco. La secretaria del médico, que atiende en la calle Perú de Ciudad, me informaba que Medifé me dio de baja. No pude atenderme y con el cuerpo dolorido fui a la oficina de 25 de Mayo y Espejo. Efectivamente, me confirman que me dieron de baja. “¿Por qué no me avisaron por teléfono con tiempo?”, les dije. Sin respuestas del otro lado. “¿Y ahora cómo sigue esto, si yo venía bien, con la cuota al día?” (y por dentro pensaba “a estos tipos les debe convenir porque son 900 pesos al mes”). La simpática chica de atención al público me hizo llenar un nuevo formulario de inscripción. “¿Por qué otra vez este papel, si ustedes ya tienen mis datos?”. No recuerdo qué me respondió, pero lo último que me dijo fue “cuando tengamos novedades nos comunicamos con usted por teléfono”. La llamada llegó un mes y medio después para decirme que “usted no fue admitido”. “¿Por mi diabetes?”. “No, en realidad es un tema multicausal y complejo, se analizan muchas cosas”. “Pero yo tengo capacidad económica para pagar esa cuota”. “No, no lo podemos admitir”. "Bueno, quiero que me lo exprese por escrito". "No podemos comunicárselo por escrito". "¿Por qué?" "Porque es política de la empresa no expresar por escrito los rechazos a los que quieren inscribirse". “¿Y qué hago con mi señora?”. “Que venga a la oficina y que llene la planilla de inscripción”.
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Como dice este aviso, más que espectadores es más que
un curro |
Graciela y yo fuimos a la oficina de 25 de Mayo y Espejo (en la imagen de arriba). La chica le hizo completar ese formulario, en el que tenía que detallar qué enfermedades padecía. Puso lo de la otosclerosis. Y al final la muchacha le preguntó cuándo había sido su última menstruación. Ahí yo no entendí un pomo (luego mi mujer me aclaró que era para saber si estaba embarazada. Se entiende: una mujer que espera un bebé sale más caro). Esto último fue hace más de dos meses. Es decir, ella -pagándolo del bolsillo de su propio sueldo, tampoco fue admitida por Medifé.
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Publicidad de Medifé en Salta |
Hace poco me enteré de que un directivo de una prepaga decía que era imposible “para el sistema” admitir a enfermos crónicos. Intenté comprenderlo, pero no pude cuando vi el afiche luminoso de Medifé en las calles de Mendoza: la médica bella y rubia, el paciente lindo made in Chacras de Coria, el ejecutivo que representa a la iniciativa privada y al que llegó arriba por méritos propios, tras título universitario, máster y doctorado. Y sí, yo nunca era de prestarle atención a esos detalles, pero el mensaje me llegó.
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bureaudesalud.com |
Mi mujer, como buena trabajadora social, me dijo con gran sinceridad que la salud para ellos es un negocio. Y a mi se me ocurre comparar esta situación con la
estructura del pecado al que se refiere la Doctrina Social de la Iglesia, cuando sostiene que se trata de formas corruptas en las que estamos acostumbrados a funcionar y que muchas veces ni nos damos cuenta. En este caso, con empresas que juegan con la salud y dejan de lado a los que más los necesitan, que son los enfermos crónicos y los mayores de edad. Las prepagas deberían ser exactamente al revés: poner el negocio en quienes más los necesitan. Pero creo que la solidaridad y el bien común no son en sí negocios rentables, ya que exigen que el dinero sea un medio para llegar a un fin y no el fin en sí. Y esto los da vuelta totalmente, porque de la cultura de la vida pasan a ser integrantes de la cultura de la muerte.
Gracias a que en las prepagas el dinero (que debería ser el medio) está por encima de la salud (el fin) es que son una estructura de pecado y barbarie en este país, a tal punto que discriminan a las mujeres que estando embarazadas quieren asociarse para que sus hijos lleguen bien al mundo..