viernes, 19 de marzo de 2010

Bueno, bonito y barato

“Caro, pero el mejor” (¿se acuerdan de ese anuncio de Grundig de los 80?). 

Ese eslogan quedó muy marcado en todos. En esa época apareció otro, de una tienda local, que le hizo competencia a la de la marca de televisores alemanes, desde la vereda de enfrente: “Bueno, bonito y barato” (¿se acuerdan?). 

Y así nos quedamos con un dilema superclásico que duró por años: “caro, pero el mejor” vs “bueno, bonito y barato”.

Si bien en los 90, cuando se abrió la importación tecnológica a precio dólar = peso, gran parte de la gente empezó a disfrutar chucherías baratas de gran calidad made in Japan or Korea, y eso se tradujo en productos locales, como los cartones de leche marca supermercado donde lo comprés. Entonces uno empezó a igualarse con el otro, hasta que apareció la marcha china Durabrand y la cosa volvió a ser como antes (al menos, en este caso).

Ahora la cosa viene en la ropa: hasta hace dos años aquí en Mendoza por 30 pesos te podías comprar una remera buena, de esas XL que no se achican ni se agrandan con el lavarropas.  Pero si en este momento salís y recorrés cualquier tienda del centro, Shopping o Palmares, te vas a encontrar con remeras común y corriente desde 100 pesos para arriba. Algunas marcas reconocidas se pasan de chantas y cobran hasta 200 pesos por esas remeras cortas que te la tenés que sacar cuando el termómetro supera los 30 grados porque te caen todos los chivos de Malargüe a la zona escondida del brazo.

Como deportista irregular reconozco que en Mendoza no encontré negocios dónde comprar a precio normal (es decir, hasta 50 ó 60 pesos) un pantaloncito corto para el gimnasio o una remera para ese fin, también.

Las dos remeras que tengo las compré por 50 pesos de acá hace dos años en La Serena, en una liquidación 2x1 de una tienda que competía con Falabella, es decir, ropa de buena calidad. En ese momento eso se conseguía en el centro de Mendoza desde 80 pesos para arriba cada remera.

Y el pantaloncito corto, que me sorprende aún por lo bien que funciona, lo compré a 20 pesos este verano en Mar del Plata, en la primera cuadra de la peatonal San Martín, en un outlet. Realmente tiene calidad. Veinte pesos, nomás, con cierre en los bolsillos.

Bueno, bonito y barato, pero el mejor, a 70 pesos en total. Es posible.

Dicen que en Francia, cuando las estaciones de servicio aumentan el precio de la gasolina, todos los coches se detienen y deciden no avanzar ni ir a las estaciones de servicio hasta que baje el precio. Y obviamente que bajan. En Estados Unidos hablar por celular sale barato, en parte, por todas las medidas de protesta encaradas por los usuarios.

En síntesis: si el usuario no quiere que salga caro, entonces no sale caro. 

En Mendoza, si una tienda del centro se acostumbró a vender caro es porque los turistas compran ese merchandising. ¿No será bueno, en este caso, que en vez de echar a los persas de la calle Patricias, España y Godoy Cruz se abra allí un shopping de outlets? 

Seguro que se llenaría de turistas…y de mendocinos.

Al fin y al cabo, todo sea por “El precio justo”, como se llamaba aquel programa de TV.

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