lunes, 3 de agosto de 2009

Adoptado


Empieza el partido. Te enterás. "Felicitaciones, hermano”. Empieza el Cinemark mental: ¿a quién de los dos se parecerá? y ¿cómo vos lo vas a acompañar de aquí a 20 ó 30 años? (aunque nadie tiene la vida asegurada, nos dan ganas de vivir más). Corto comercial. La publicidad de un pañal por TV y de una escuela privada por afiche callejero, mientras recordás fugazmente el colegio público donde hiciste parte de la primaria y la secundaria (“¿allí lo mandará dentro de 5 años?”). Bien. Riquelme para la pelota, en uno de los plasmas de la Redacción. “Faltan nueve meses todavía”, le dice el Coco Basile desde el banco, pero a otro destinanario. Las mujeres son las primeras en preguntar siempre “¿cómo va el embarazo?”. Nosotros, por acto fallido, lanzamos la de siempre: “¿anda bien tu coche? ¿este domingo venís a comer un lomo con el José, Bruno y Gustavo? y recién la quinta o sexta pregunta es ¿y, tu suegra te está rompiendo con el embarazo de la Silvia?”. Respuestas: “ya compramos el cochecito” (no sé cuándo lo hicieron, pero se tomaron todo el tiempo del mundo) o “el ginecólogo nos dijo que en un mes sabremos si es varón o nena, pero prefiero enterarme cuando nazca”. La suegra, tranquila: llegó el momento en que vos vieja seas un salvavidas y los ayude con algo que viviste hace años. “Por suerte, gracias: la suegra nos va a dar una mano”.

Nueve meses después caíste en que tenés que comportarte a la altura de las circunstancias: “Bueno, si tu mujer siente contracciones y todo eso, que no entiendo un pomo, y llamás a un taxi o remis y no viene, mandame un mensajito y los llevamos en mi coche”. El amigo, por alguna razón, te entiende y te perdona. Dos semanas te llega el mensajito: “Nació Paloma”. Tragás saliva, “¿qué bueno, ah?”. Hay que felicitarlo al cumpadre, pero… ¿cómo?

Los nacimientos y los velorios tienen algo en común: no sabés qué corno decir porque en el primero, ese momento es igual a mil palabras y en el segundo, es igual a “no sé qué decir”, por lo que en ambos casos mejor dejar que los sentimientos se comuniquen a su manera y no meter la pata.

Fin del primer tiempo. La popular de Boca pide otro gol rápido.

Lucas es de los alvearenses que triunfan en Mendoza. Algo tienen los de General Alvear porque los que conozco hacen buena letra acá. En el periodismo hay un grupo de destacados. El amigo Lucas tiene hermanos casados. Él me lo contó así:

“Me llamó el Néstor de Alvear y me pregunta cómo ando, todo bien le digo, ¿qué le voy a contestar? y de repente dice: Sos tío, se llama Augusto. Mientras digiero la noticia, prendo la PC, abro el Gmail y ya tengo una foto de Augusto con la camiseta de Boca. ¿Qué rápido el güevón, ah? ¡Hermano, todavía no caí: soy tío!”, concluye, abre las manos y empieza a contar con los dedos: “ahora sumale uno más, Augusto”.

Al verlo a él entendí que tampoco hay palabras para explicar el momento en que alguien se entera de que un familiar adoptó a un nene o nena. Es un parto natural de 9 meses sintetizado en los dos segundos que tardó en decirle “sos tío”.

Según me dijo Lucas un tiempo después, quizá esa palabra que significa mil palabras es “gracias”, en vez del clásico “te felicito” que le decís al amigo que acaba de ser padre a través de un parto natural. No sé por qué gracias. Quizás haga falta mil palabras para explicarlo un cacho, pero este post ya se hizo muy largo, así que mejor que los sentimientos de cada uno lo lea a su manera.

Y sí, también en el fondo decís gracias cuando Riquelme pone el tiro libre en el ángulo izquierdo en la primera jugada del segundo tiempo.

El caso de Lucas me interesó y lo acompañé un tiempo. Vi que su experiencia fue única y hermosa.

La semana pasada publicamos en el diario el caso de una estudiante de Santa Isabel que tras abortar y degollar a su feto (mejor dicho, bebé, porque era sietemesino, según lo que se publicó), lo mandó en una encomienda a su novio a esa localidad pampeana. Los lectores reaccionaron furiosos y algunos de ellos dijeron que ella tendría que haber dado a esa criatura en adopción.

Los embarazos no deseados en realidad no existen. Sólo se entiende si salimos del individualismo, es decir, de esa forma de ver la vida en el que todos los problemas empiezan y terminan en nosotros. En Mendoza, hoy, un embarazo no deseado es un embarazo deseado para las más de 500 parejas que esperan adoptar un bebé.

Una explosión de alegría, lo que me queda de esta historia de Lucas.

Como hace Riquelme, tendríamos que parar un poco la pelota para saborear esos momentos de amor que tienen sensación de infinito, quizá demasiado grande para lo que es el hombre de hoy.

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