miércoles, 18 de febrero de 2009

El último tabú mendocino

¿Por qué el GNHC es el último tabú de los mendocinos (y sobre todo, las mendocinas)? Porque la realidad lo constata así (aunque aclaremos que cada mendocino vive su propia realidad) y porque cuando emerge al escenario de nuestras vidas inmediatamente nos sentimos aislados.

Si en un colectivo lleno hay olor a Gas Natural Humano Comprimido, los pasajeros van a condenar con su mirada a un hombre, nunca a una mujer. Es así. No sé por qué. 

El GNHC siempre ha sido un tema de conversación entre los hombres. ¿Y las mujeres? "Ay, no seas cochino", dicen (si el que pregunta es un hombre).

Debido a que GNHC suena más neutro y menos cochino que gasesito, pepé o pedo (¡por favor, que esta última palabra no te ponga los pelos de punta!) utilizaremos ese término.

Como dice el primer párrafo, cada uno ha vivido su realidad. En mi caso, nunca sentí ni escuché un GNHC de una mujer. Quizá muchos de ustedes tampoco. Entonces esta pregunta cae de maduro: ¿Acaso las mujeres no sufren de gastritis? En los 39 años de vida que tengo aún no hallé una respuesta.

Vos podés padecer gastritis porque sí y es lógico que de vez en cuando se te escape una porción de GNHC. Y es lógico que cuando eso ocurre no hayas levantado la mano diciendo "disculpen, se me escapó a mí", porque te van a mirar mal (y se me ocurre que en este tema las mujeres son muy moralistas).

Yo creo que el GNHC debe ser un tema común de conversación entre las mismas mujeres y que ni siquiera ellas mismas se molestan si en medio de una reunión aparece el tufillo a baño de estación de servicio YPF de la Ruta 7 en los años 70. Si pasa eso, lo más seguro es que la autora material del hecho se levante y abra la ventana, o gatille un aerosol Glade y prenda un cachito el aire acondicionado. Y además salga con cualquier papa como "¡el cambio climático qué mal nos está haciendo!" o "mi bebé anda ligerito".

Entre los hombres el tema es otra cosa. Un muchacho que logra imponer la escapatoria de su GNHC en su cama matrimonial ya es un héroe, y más cuando su señora esposa aceptó esta realidad. Claro, otra pregunta se cae de maduro: ¿por qué las mujeres íntegras y confiables no se espantan con el GNHC? Porque naturalmente están preparadas para cambiarle los pañales a los bebés, una tarea hermosa para verlo por Discovery Channel, pero con un tufillo para nada parecido al de un jardín de rosas y claveles cuando el escenario no es la TV sino que la misma realidad. Adriana, una amiga, llegó a decir un día que el pañal usado de su hijito mayor solía tener un olorcito a rosas. (¡en serio!). Ahora, de ser cierto que a las mujeres no les espanta para nada el olor a GNHC, ¿entonces por qué sus cuerpos prefieren reservarlo y no echarlo afuera, a toda orquesta de trompetas, como hacemos los hombres?

Es difícil. No es elegante, entonces, no es femenino. Convengamos que efectivamente, se trata de un tabú. Recuerdo en el grupo de novios que íbamos con mi mujer el caso de Andrés y Natalia: después de tres años y medio de novios ellos se animaron a hablar por primera vez del tema. "Mirá, mi amor, yo sé que ésto no te gusta a vos, pero a veces me pasa y no puedo hacer nada", decía el componente masculino. "Pero, ja, ja, ja, ja, ¿por qué me lo decís?", respondió el compenente femenino. "Porque tenés que saber que nuestra cama matrimonial será el lugar más íntimo de los dos, entonces yo no puedo levantarme cada dos horas para ir al baño para, ¿entendés? Por eso quiero que sepas que...", se explayó él. "Ja, ja, ja, ja, ja", volvió a responder ella.

Y es lo que pasa en la realidad: cuando vos le planteás a tu pareja este tema, la única conclusión en limpio que sacás es: "Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja y ja". Y muchos después se casan sin haber abordado a fondo este tema y cuando se conocen de verdad, no sólo el ambiente de la relación se pone feo, sino que también la relación en sí misma se empeora.

Lo peor es que la realidad choca con la verdad. Y cuando sucede ella -la amiga, la novia o la esposa- reacciona con una palabra que siempre vas a odiar si te la dirige una mujer a vos: ¡cochino!

Es un tema tabú porque uno va a quedar para siempre marcado como maleducado, por más que a veces se te escape sin querer. ¿Qué pasa si a vos se te escapó la primera vez y las 19ª veces siguientes no fuiste vos? Todo el mundo va a creer que siempre fuiste vos, porque sí, no por otra cosa. Por esta razón es que con el GNHC suele pasar lo mismo que cuando un coche pasa el semáforo recién se pone en rojo: uno comete el error y otros cinco más se pegan al error cometido con el primero. En este caso, si un GNHC se liberó de un cuerpo humano, al ratito aparecerán otros cinco GNHC liberados liberados de no sé quiénes. Ésto puede pasar por dos cosas: o porque nadie dijo nada cuando se tiraron el primer pepé o porque un gil -el que abrió la serie- quedó marcado para siempre. 

Sinceramente preferimos directamente olvidar que eso existe y cuando pasa en un grupo de amigos que está comiendo un asado, automáticamente todos nos sentimos culpables porque sí, porque posiblemente nos sintamos maleducados, por más que ese olor haya venido de la mesa de la otra parrilla.

No es fácil. No existe un manual de estilo que nos oriente un comportamiento ante esta situación. Cualquier psicólogo diría lo más sencillo y justo: el GNHC forma parte del ser humano, entonces hay que aceptarlo como una verdad que integra la realidad. De allí que hay que desarrollar un comportamiento preventivo para evitar ser un motor generador de cochinadas todo el tiempo.

Se me ocurre este ejemplo para ayudarnos a aceptar esta realidad: si yo te muestro un paisaje de Bariloche dirás cosas como "es bello y hermoso", "el cielo y el agua son celestes", "veo silencio, majestuosidad de la naturaleza, paz y armonía" y 400 verduras más. Pero la realidad es que cuando te insertás en ese paisaje, lo primero que te sale de adentro es "¡me cago en este viento helado de la Patagonia! y ¡casi me pica ese tábano!". 

Acá más o menos igual: ya no podés imaginar más a Pamela Anderson o David así tan linda y caballosas como son, sino que además hay que entender que de vez en cuando estas muchachas toman uvasal y otras cosas por el estilo, porque son seres humanos igual que vos.

2 comentarios:

P.E.P.E. ® dijo...

Y pasa siempre. Alla en mi pais, en un colectivo muy rellenito de gente (y de olores sin fin), al mas transendental de las flatulencias sonoras, siempre volteaban a buscar un culpable:
1) el negro
2) el gordo
3) ante la ausencia de estos dos anteriores, el dormido.

Es como el constante "yo JAMAS tengo flatulencias, jamas!".
Y claro, siempre viene de la parte femenina un "cochiiiino!".
Suele pasar.
Tal cual, un hombre puede rascarse una oreja, un brazo.. hasta un pie.. y no pasa nada.
Pero te rascas un huevo y : "cochino!!".
¿Pero si es un huevo limpio?.. lo lavo con esmero dia tras dia.

A diferencia de ver a una mujer rascandose un seno.. diriamos "que cochina?".No creo.
Diriamos "uy que rico!"
Ja!

un saludote.

Anónimo dijo...

jajaja..... la verdad que a veces las mujeres ni siquiera se atreven a decir PEDO. pero conozco a unas cuantas que se lo aceptarlo como una realidad y lo dan a conocer... jajaj.Muy buena la nota :)