martes, 23 de diciembre de 2008

Feliz Navidad


A muchos nos cuesta ser "bendecidos" por la alegría cuando parecen ser más los "maldecidos" por la tristeza. Pasa cuando te sentás a tomar algo en la Arístides, que en el momento en que hacés una pequeña comunión de felicidad íntima con quien te acompaña aparece una nena de 14 con un bebé de 28 días pidiéndote una moneda con cara de diciéndote con impotencia "sé que no hago nada con una moneda, pero más no te puedo pedir".

¿Cómo ser felíz en la semana más linda del año? Pregunta tonta: agradecés lo que tenés y lograste y listo, tenés para alegrarte toda la vida con eso.

Reconozco que este año pasaron muchísimas cosas feas en Mendoza y por eso quiero inventar otra fórmula para poder decir "Felíz Navidad" y "Felíz 2009".

Si bien nunca estuve presente en los escenarios del delito como Ciurca, aquí en la redacción del diario digital me tocó editar algunas de estas desgracias, por lo que implica no sólo elaborar la información correspondiente, sino que también parar un poco la pelota y ponerse en la piel de la víctima para entender esos momentos que todos creemos que jamás viviremos, hasta que el bolillero de la desgracia saca el gran número perdedor de la noche.

Se me viene al corazón -más que a la cabeza- los tres crímenes que recuerdo en la Cuarta Sección, también el de una mamá embarazada en Guaymallén, el de un vecino de la calle Paso de los Andes de la Quinta Sección -el hombre más laburador y querido que yo conocí en mi vida-, que mataron en La Favorita, y el de una abuela en el barrio Bombal.

Se hace difícil brindar y desear felicidad cuando tu corazón te hace recordar estas injusticias y mucho más cuando te enterás, por ejemplo, que la Justicia seguramente desaloje las viviendas tomadas por delincuentes en el barrio Santa Teresita (y aquí es cuando la bronca empieza a maquinar y te dan ganas de decir: ¡"por lo menos que algún abogado de éstos queden en la historia como alguien que se jugó la vida por los mendocinos").

Hasta aquí concluía la trama de este post, a las 12.40 de hoy. A esa hora venía de hacer un fastidioso trámite en la Junta Médica, de la avenida Godoy Cruz (allí dos mujeres podrían hacer en un minuto lo que esa legendaria multiprocesadora "Moulinex" podría hacer en dos minutos y medio). Iba por España y al llegar a Peatonal giré hacia la plaza Independencia. Y allí encontré la síntesis que deseaba para este post.

Resulta que empiezo a oir una orquesta -que de lejos sólo se escuchaba las trompetas y el bombo- con una melodía digna de ser tocada por Los Fabulosos Cadillacs. Un grupo de personas seguía esa canción. A medida que mis pasos avanzan hacia la Legislatura empiezo a descifrar esa melodía. Dos pasos más y no lo puedo creer: la banda de la Policía de Mendoza tocando "Sólo le pido a Dios", de León Gieco, con dos policías vocalistas que cantaban ese clásico de Gieco como si fueran figuras internacionales seleccionados por Manu Chao en un Operación Triunfo caribeño.

Mientras interpretaban esa canción por primera vez en el día sentí el espíritu navideño en la calle, luego de haber recorrido la avenida Godoy Cruz y General Paz, ambas con veredas plagadas de puestos de venta de ropa y de chucherías de ese tipo de navidad comercial, donde todo empieza y termina en un Papá Noel con la temperatura de su cuerpo regulada por veinte garrafas de gas natural, como el que esta mañana se sacaba fotos con niños en España esquina Godoy Cruz.

Mientras veía el rostro de los músicos de la policía hice un homenaje íntimo a dos efectivos que asesinaron este año: al cabo dejó su lugar en esa orquesta y al que mataron en una emboscada en la Universidad Maza. Era la primera vez que estaba presente ante una orquesta de tipo militar que interpretaba una canción con sentimientos más humanos que patrióticos.

La ovación que recibió esa interpretación tuvo un mensaje de respuesta por parte de uno de los cantantes de la banda policial: "mañana, en la Nochebuena, dejemos una silla vacía para ese niño que está por nacer, para que así se nos ilumine nuestro corazón". Cuando alguien da un mensaje de amor desde el dolor realmente te sentís verdaderamente leído. Porque lo que dice es algo que nunca supiste (o te atreviste) leer de vos mismo.

Así entendí por qué la Navidad tiene que ser felíz, a pesar de todo: porque en nuestra mente y razón siempre vamos a tener lugar para las broncas y odios, a tal punto que en algunos casos, cuando todo se nos presenta en positivo, tenemos que inventar un odio para sentirnos equilibrado, o dicho con otras palabras, "para estar con los pies en la tierra", porque (y eso jamás lo supe) si amamos no somos realistas, pero si odiamos sí somos realistas.

Pero si hacemos lo inverso, es decir, no dejar pasar la bronca y sí hacerle un lugar al amor de la gente que nos quiere y que nosotros no queremos reconocer, seguramente en la Nochebuena encontraremos a alguien sentado en esa silla que en muchas familias permanecerá vacía mañana a la noche.

Siempre hay uno, dos, tres... y unos cuántos más nos quieren. Eso creo yo.

Por eso y porque me sale del corazón decirlo, Felíz Navidad.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Feliz año!

Anónimo dijo...

Ningun abogado va a quedar en la historia, en eso coincido

Anónimo dijo...

En la Navidad siempre siento una mezcla profunda de angustia y alegría, es algo inevitable, pero es como chocarme con la realidad

Anónimo dijo...

Feliz Año otra vezzz!!!