jueves, 12 de junio de 2008

Se acabó el flan

Por ser diabético tengo que hacerme la idea de que gran parte de las cosas más ricas que todo el mundo tomaron distancia de mi estómago hace tiempo. Entonces, como si fuera parte de una técnica de supervivencia, mis recorridos en el supermercado son recontra estructurados: sobrecitos de jugos light, gaseosa light, tostadas crackers o livianas, queso crema light, leche descremada, dulce de leche Ser, yogur verde y finalmente, lo más rico de todo lo que yo puedo comer: el flan dietético.

Hoy se acabó el flan. Y no puedo hacer trampa (eso es comprar un flan común, echarme insulina corriente y disfrutar).

Cuando mi cabeza logró salir de mi acuosidad mañosa advertí lo que muchos no quisiéramos ver algún día en el futuro: la escasez de alimentos en todo el mundo.

El super mendocino ya empieza a verse vacío. Muchos productos llegan a ocupar sólo el 50 por ciento de las góndolas y donde se sitúan los lácteos más ricos, el 20 por ciento es mucho.

Por un lado siento pena que todo esto pase (porque lo que no puedo ver ahora en el supermercado lo están tirando en este momento en alguna ruta de la Pampa Húmeda) y por otro, una picarona tranquilidad, por el hecho de saber que en el fondo siempre nuestra tierra sabrá proveernos alimentos, por lo que es cuestión de dejar pasar estos 99 años malos para que se cumpla ese refrán que dice que "no hay mal que dure 100 años".

Sin embargo..., ¿cuánto falta para que este mal cumpla 100 (años)?

No hay flan para rato.

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