domingo, 1 de mayo de 2011

Viaje a la unidad vía México

Imagen: Aci Prensa
También podría haberlo titulado El día más importante de mi vida. ¿Cómo? ¿Recién a los 41 años vas a decir que viviste el día más importante de tu vida? ¿Y la infancia, la facultad, la mañana de 2005 cuando llamé desde Buenos Aires a Mendoza a mi viejo, para sorprenderlo con la noticia de que había escrito la nota principal del domingo del diario La Nación; los recitales con La Cachorra; el momento que toqué el teclado y canté Popotitos junto a David Lebón en el auditorio Calle, con los periodistas del grupo Los Culpables de la Verdad, y la noche de diciembre de 2006, cuando uní mi cuerpo y mi alma con Graciela en la iglesia de la Merced de Chacras de Coria? Al fin y al cabo, ¿cuántos momentos más importantes de tu vida han existido o existirán?

Imagen:  static.aztecanoticias.com.mx
Es verdad y no estoy seguro de que si ando exagerando. Probablemente, muy probablemente vuelva a existir el momento más importante de mi vida. Y me siento agradecido con el sólo hecho de saber que eso va a ocurrir.

Como alguna vez dijo Maximiliano Guerra en Talento Argentino, lo que mostrás en el escenario debe tocar la sensibilidad del espectador. El tema es que en la TV ya nada me hace emocionar. Hace una semana dejamos de ver El Elegido porque ya era demasiado grotesco. Un matrimonio evangélico, amigo de nosotros, hizo lo mismo. La TV y prensa pública se sintetiza en propaganda y mensajes con odios, y la TV privada es mostrar lo peor de nosotros para llegar a fin de mes y de paso, ganar un Martín Fierro. Lo digo en líneas generales. Creo que en el 85 fue cuando Charly sacó Hablando a tu corazón en el disco Tango, que hizo con Pedro Aznar. Allí preanunciaba que la TV y el periodismo, por elección, había dejado de ser feliz por no hablarles al corazón de los lectores. En Apuntes de Periodismo Digital hago énfasis en que existe en las provincias un periodismo hipertextual, sobrecargado de textos, que diluye las emociones y la sensibilidad de los lectores por falta de multimedia, pero también de contenidos cuyo ADN sea la experiencia como noticia. Esa experiencia superadora que se convierte en la respuesta final que busca el lector, también, para darle sentido a su vida.

Puede que cuando uno encuentra algo que le da sentido a la vida se le escape decir, entonces, que acaba de experimentar el momento más importante de su vida. Creo que ahora me estoy explicando mejor. Entonces vamos a los detalles:

Homenaje a Juan Pablo II en el estadio azteca
Imagen: Telediario.mx
Desde que dejamos de ver El elegido es que miramos en casa la TV mexicana. Y Televisa -que además de iluminar la tele con tiras como La Rosa de Guadalupe, basado en historias de vida enviadas por los televidentes- viene transmitiendo desde hace una semana su informativo nocturno –que aquí se ve a la medianoche- desde el Vaticano, por la beatificación de Juan Pablo.  Y hoy beatificaron a Juan Pablo. Y los mexicanos, además de darle una cobertura total, también aprovecharon lo que mueve Televisa en la industria cultural de ese país para organizar un concierto de artistas de la talla de Enmanuel en el estadio donde en el 86 Diego levantó la Copa del Mundo y se consagró como el mejor futbolista de la historia. Esta vez el protagonista fue “el papa mexicano” y el evento, llamado sencillamente Homenaje a Juan Pablo II, arrancó con el papamóvil vacío ingresando al estadio azteca.

En realidad, a lo largo de sus numerosas visitas a México, Juan Pablo II no se destacó por decir grandes frases. En el colegio, la semana pasada le enseñé a los chicos que el 65% de la comunicación es no verbal. Y eso alcanzó para que, a más de cinco años de su muerte, un papamóvil vacío desate lágrimas de emoción, pero también lágrimas de unidad, en todo el gigante azteca. La unidad es algo que sacude, que estremece adentro y quien no lo crea así los invito a que vean la celebración que se hizo cuando beatificaron a Chiara Luce Badano.

A Juan Pablo II lo vi muy poco aquí en Mendoza, cuando vino al predio de la Virgen. Yo estaba repartiendo agua en la intercepción del Acceso Sur y Acceso Este. El papamóvil pasó frente a mi, pero sinceramente no recuerdo mucho. Tenía 17 años. No todos en esa edad tenemos sensibilidad para disfrutar, sino más bien para llorar cuando se acabó la Coca Cola en el cumpleaños, como a todo adolescente niñito.


Ya son las 18 y desde la mañana que he estado con el televisor prendido a la beatificación de Juan Pablo. Qué lástima que no haga lo mismo la televisión argentina, se lamentó Graciela. Cuando ves a millones de personas unidas y removidas por dentro por alguien dejó traslucir en su mirada el Amor de Dios, y un canal grande de televisión que lo acompaña, realmente da para decir que el día más importante de tu vida no lo va a ser cuando sólo lo sea importante para mí, sino para todos. Hoy lo estoy viviendo así, porque lo que es importante y no se comparte, no es importante.

Estuvo nublado en Mendoza y un poco, también en Roma. Inclusive se quemó el foquito del baño del departamento. Pero la luz, cuando es verdadera luz, se las arregla para iluminar hasta las sombras más inamovibles del alma. Y ojalá que al igual que Televisa, los medios argentinos empiecen a iluminar más y a sembrar rosas, como las de Guadalupe.

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