lunes, 12 de enero de 2009

Fracasó el ojo x ojo, diente x diente


Hace unos seis años, por lo menos, subía por el ascensor de un periódico local junto a un periodista judío de allí. No recuerdo exactamente qué hablamos en ese corto lapso, pero sí se me grabó con fuego la frase con la que él concluyó su idea: "para nosotros...ojo por ojo, diente por diente". 

El fin de semana pasado venía de una jornada informativa ciclotímica: por el lado gozoso, la pasión mendocina del rally Dakar y por el lado doloroso, la muerte de un guía mendocino en el Aconcagua. A la noche salgo un rato de la redacción para buscar algo para cenar. Regreso y me entero de que un delincuente en Godoy Cruz le disparó a la cabeza de una anciana de 88 años cuando volvía de la peluquería. "La puta, peor no podemos estar", empecé a quejarme por dentro. Todo ese equilibrio interno y emocional que cada vez cuesta más llevar para laburar con la objetividad que hace falta en esta profesión recibió un golpe que no me dejó dormir esa noche y que se convirtió en fatal cuando al otro día por la mañana vi por TN el testimonio de un periodista español que logró infiltrarse en Gaza, para contar la masacre ocasionada allá por Israel. 

El odio se metió vertiginosamente en mi cuerpo como producto de una avalancha de injusticias acumuladas desde hace mucho tiempo a causa de la inseguridad, las enfermedades y los sinsabores estúpidos generados por cerebros de mosquitos que ocupan lugares importantes en la vida mendocina.  Sentí ganas de agarrar un arma y hacer justicia por mano propia.

Mucha bronca, por todos lados. El periodista español decía que lo de Gaza era un campo de concentración y que estaba harto de ver a niños despedazados porque sí. Nunca había escuchado hablar a un periodista con tanta impotencia y seguramente frustración (porque de un día para otro ellos se convirtieron en nazis). Y él decía que los chicos que iban a sobrevivir ya tienen impregnados la sed de venganza. 

Cuando estás así no te dan ganas de buscar respuestas lógicas, de "fundamentar" algo. A la vez, te sentís frustrado porque sabés que ya no podés soñar con un proyecto de vida, con seguir estudiando, con mirar para adelante, porque ahora cualquier boludo sale con un arma como creyendo ser un actor extra de algún film de violencia del 7 o del 9, y sabiendo de antemano que si aprieta el gatillo su conciencia lo torturará por siempre y que la cárcel será su única vivienda hasta el fin de su vida, igual dispara. Sinceramente, porque aunque disparen a alguien que no conocés, pero vos sabés igual que construyó una vida merecida, no podés ponerte a bailar en la próxima fiesta que vayás, porque mientras los boliches de Chacras ardan de emoción, si una casa de familia se respira olor a funeral no hay razones para seguir con la fiesta.

Además, algo que hace aumentar la bronca -entiendan que no estoy "fundamentando", así que comprendan la lógica de este relato- es cuando pensás qué pasaría si aplican en Mendoza algún modelo exitoso en el mundo. Lo primero que se te viene a la cabeza son los abogados de los derechos humanos y sus "no" por miedo a repetir lo que pasó hace 30 años. Entonces te dan ganas de tomarte el primer avión y llevar a toda tu familia. Y eso te pone peor, porque si te vas vos -los buenos- por lógica quedan los malos, entonces esa Argentina de talentos como Gustavo Cerati, Charly García, David Nalbandián y científicos anónimos directamente se extingue. Además, si vos y los más buenos se toman un avión -el mejor lugar para irse ahora es la Luna o Marte, porque en la tierra no existe un país que en este momento viva fuera de la crisis mundial-, lo más seguro es que siempre quede algún maestro marginal en la calle Mathus Hoyos que está dispuestos a darlo todo, aún si en los próximos dos años no le aumenten el sueldo, porque para vivir le alcanza con el mate y la pelota de fútbol, y no las 30 zapatillas de la flogger Cumbio, ni los dos celulares con cámara digital y Mp3, y la pantalla plasma que seguramente tu vecino consumista se comprará cuando empiece el Mundial de Sudáfrica, así no le alcance su vida para terminar de pagar las cuotas del círculo del cero kilómetro.

Y se hizo una lucecita

No sé por qué pasa a veces que algo te sale de adentro que sabés que es la verdad y que te conecta con lo mejor de la historia de nuestra humanidad, de nuestra familia y hasta te diría, de nuestra Mendoza querida. Son esas lucecitas que no sé bien si vienen del alma o de la razón, pero que caen de maduro en una determinada situación, para que en medio de la humareda negra la recojas del piso, con una "pila de vida", como dice el primer disco de Turf.

Te lo digo así, de una:

"Cada vez que hablés, lo que digas sirva para unir y no para separar"

Paso siguiente:

"Cada vez que pienses, lo que se te venga a la cabeza sea una idea que sirva para unir y no para separar".

Último paso:

"Cada vez que hagas algo, lo que hagas sea una acción que genere una unión y no una separación, o conflicto".

No sé cómo, pero esta idea fulminó la bronca y el odio que venía sintiendo desde que supe lo de la abuelita baleada en Godoy Cruz y lo del periodista español en Gaza.

Gandhi triunfó con su "no" al ojo x ojo, diente x diente (ojo por ojo te deja ciego, amigo).

No creo que me resulte fácil poner en práctica estas tres ideas. Espero no tropezar varias veces. El mundo no ayuda. Pero tengo la sensación de que esta respuesta difícil al menos y al cabo termina siendo lo más importante: una respuesta que ahoga el vacío.

1 comentario:

Cristian Lozano dijo...

En estas lineas se reflejan mis pensamientos y la realidad tal como la veo. Me encuentro en el dilema de volver a Mendoza con mi familia, llevamos 6 años en España. Tanto aquí como en cualquier parte del mundo la calidad de vida está cada vez mas empañada por la violencia, el materialismo, el egoísmo y la perdida de valores humanos. Al leer las noticias de mi país, mi provincia, me afloran sentimientos de todo tipo, sobre todo bronca, mucha bronca por ver como por un lado las pocas personas que entregan todo por su gente, su vocación y su bienestar, tiene que convivir con la maldad y el desprecio a la vida humana por parte de aquellos que no tienen conciencia a la hora de apretar un gatillo o caer en la corrupción como último recurso.
Estoy en una encrucijada, pongo y saco cosas para ver de qué lado se inclina la balanza. Que es lo que mas conviene para mi familia, para mi hijo.

Espero que algún día vea como de una vez por todas la justicia le sonríe mas a los que día a día con el trabajo y las buenas acciones salen adelante.

Gracias por darme este espacio y un saludo muy grande a todas esas personas que luchan por algo bueno en la vida.