Nunca supe cuál era nuestra tonada. Siempre creí que la forma de hablar de los mendocinos era la única que existía. Así fue hasta los 23 años: llevaba cuatro meses viviendo en Buenos Aires porque cursaba primer año de Comunicación Social. Vine a Mendoza a pasar un feriado largo. Fue una tarde, en la esquina de Paso de los Andes y Arístides. Se me acercó una señora y con un tono bien bien agudo, me pregunta:
_ Oiga, ¿por aquí pasa el tróóóóle? (muy agudo, tirando la voz hacia arriba).
Recién allí, por primera vez en mi vida, descubrí la tonada mendocina.