miércoles, 25 de noviembre de 2009

Una noche en la Arístides con la correa y sin el choco


_ ¿A qué hora pasás por mi casa?
_ A la hora que termine de arreglarse tu vieja
_ ¿Qué pasa si tu viejo se engancha a mi vieja y se mandan solos al bolichón vejestorio de Colón y 25 de mayo?
_ Ya le advertí que la cortara con hacerse el adolescente
_ Pasá por mi casa a las 23 (y cortó porque se acabó el crédito)

Desde que aprobaron la ley que impide a los menores andar solos de noche en la calle, la Arístides se convirtió en una permanente fiesta de 15: juventud en una pista de baile, cercada por miradas adultas y formadoras de parejas.

_ Si no llegamos temprano, no vamos a encontrar un lugar adentro
_ Y pensar que el vejestorio antes sólo iba a Juan Sebastián Bar
_ ¡Qué es eso del vejestorio, mijito!_ replicó uno de los padres en el asiento trasero del coche, ocupado por una pareja de adolescentes y otra de padres vigilantes y con sobredosis de achanchamiento.
_ Ustedes se quedan en la vereda jugando al ajedrez y nosotros le mandamos un mensajito cuando terminemos de contenernos mutuamente, no sé si soy claro
_ ¿Qué mala onda tu hijo, Ricardo (así se llama usted, no?)? _ chilló la que esa noche le tocaba hacer el papel de suegra.
_ Dejalo, prefiero que hoy mande él, mejor así

Él, al volante, por supuesto, le pidió a ella que acercara su oído para esta breve síntesis del encuentro disputado hasta el momento:


_ ¿Viste? Mi viejo está más dibujado que un teletubi
_ ¿De dónde sacaste esto de teletubi? _ disparó ella, sin sorprenderse, como si fuera habitual que cualquier progenitor fuera un “teletubi”, personaje que su Playstation 3 le impidió conocer en sus 15 años y medio de vida.

Él se hizo el bolú y cambió de tema:
_ ¡Viejo, si nos agarra la cana, vos tenés la culpa de que yo esté manejando!

El tipo, coherente con lo que dijo recién, asintió su cabeza. Y esperó que la parejita cuasifashion ingresara al patio de Taco Tabasco, tras estacionar en Martínez de Rosas y Arístides, para encararle a la mamá de la nena.

_ ¿Me acompañás al cajero?
_ ¿Hay un cajero por acá, Ricardo? (así quedamos en que te llamabas, no?).

Mientras ambos apretaban el embrague para poner la primera en el coloquio disparador de un sábado a la noche, dos nenas –de cumu 8 y 14 años, respectivamente- ladraban a dos canas con hilos de rabia en sus labios.


_ ¡Yo me quedo acá y de acá que me voy con ustedes!
_ Señorita, sus documentos, por favor
_ ¡Déjese de romper todo lo redondo que estoy viendo ahora!
_ ¿Vino acompañada de sus padres o tutores?
_ ¿Qué son tutores? Yo no leí esa ley y no tengo por qué leerla. Como en la escuela y en toda mi casa, voy a hacer lo que solamente a mí se me canta.

A la de 8, muy distinta a la otra, se le ocurrió decir algo:

_ No sé dónde están mis padres. No tengo tutores. Mi tía me puso arriba del colectivo y si no le llevo monedas me da una paliza.

El cana ya sabía el resto del libreto. Lo mismo de siempre. Una Arístides repleta de chicos y adolescentes con la correa atada en sus hermanos mayores, padres o tutores por un lado y los pibitos de 8 años de La Favorita, a la deriva de las migajas de 10 ó 25 centavos, si tenían suerte; hartos de ser menospreciados como "ratas" por los lectores comentaristas de diarios digitales.

El cajero no tenía plata. Así que Ricardo y la mamá de la nena se la pasaron tonteando con las manos en los bolsillos entre Huarpes y Olascoaga, cinco o seis veces, hasta que se hartaron de caminar. Luego llegó el último y maldito mensajito de la noche: “Viejo, dame ya 20 pesos”.

_ Con todo respeto, Ricardo (es su nombre, no?), su hijo le está pasando la factura por el default de autoridad paterna de su parte.
_ Reconozco que soy un pelotudo. Pero los pibes de hoy, a comparación de lo que nosotros éramos en su época, son recontrapelotudos



Llegaron a Taco Tabasco. La mamá de la nena sacó 50 pesos de su cartera y se lo entregó a su hija y ella fue a hablar con el mesero. Tras pagar y recibir los 30 pesos de vuelto, se cruzó con una compañera de facultad de su hermana.

_ ¿Cómo andás? ¿Con quién viniste?
La chica le señaló la puerta y le respondió:
_ Con mi mamá y esos dos pelotudos

Risas del final de un cómix de Maitena, de esas en la que la mujer – por culpa de esos malditos 20 pesos- finalmente también termina vencida.

martes, 17 de noviembre de 2009

Historias de breves e ingenuas metidas de pata


“Ángel de la Guarda, mi dulce compañía, no me abandones ni de noche ni de día, cuida a mi mamá y a mi papá, y te pido por mi abuelo que se golpeó en el culo…”.  La carcajada espontánea y explosiva de su papá salpicó la espuma de afeitar de su rostro al espejo del baño de esa vivienda de Palmira.  Y todo porque antes de cenar, la mamá –por teléfono- divulgó a una amiga –a lo Crónica TV- el telebín del porrazo de su papá, el abuelo del nene, que a sus dos años y medio aprendía a ser agradecido a la vida con las plegarias nocturnas.

“A todos los presentes que vinieron a mi cumpleaños les quiero decir algo”, dijo otro nene, un año y medio más grande que el primero, en otro escenario: Luzuriaga, Maipú y con el pleno protagonismo de ser el agasajado. “A los que me regalaron ropa se los pueden llevar a su casa. A los que me regalaron juguetes y chocolates, muchas gracias”, concluyó rotundo y se fue a jugar.

El pequeño Bautista ya es un buen vocero de prensa: mientras su joven padre trabaja en un pozo de petróleo en Rivadavia, a su madre a veces se le escapa el “vejestorio cascarrabias” a su marido cuando se descarga con un par de amigas de confianza por teléfono. El niño escucha y cuando el papá vuelve de trabajar y el romance explota como cuando el profesor Jirafales sorprendía a Doña Florinda con esa cortina musical de Glen Miller trucho, el nene no duda en decirle a su padre esas dos palabras que su madre jamás se atreverá a expresarle cara a cara.

Hay quienes son especialistas en meter la pata. Vivieron metiendo la pata y crecieron metiendo la pata y seguirán así hasta sus últimos días. Yo pertenezco a ese tercer sector y admito que eso ocurre por una mezcla de ingenuidad y de pasión por la verdad. El nombre que le puse a un grupo de rock que hace un tiempo armamos con periodistas aquí en Mendoza define rotundamente este concepto: Los Culpables de la Verdad.

Pero los casos más graves son los que meten la pata por falta de prudencia.

La semana pasada, ella recibió un mensaje de texto: “Murió el papá de Juan”. Tras un breve recorrido imaginario a través del significado de todos los años vividos por esa persona que ella sinceramente apenas llegó a junar, decidió comunicárselo a todos sus amigos por mensajito de texto. “¿No sabés dónde lo están velando?” o “¿El entierro es mañana u hoy?” y otras contestaciones así empezaron a atolondrar el ring tone de su celular. “¿Qué le contesto?”, ella me preguntó. “¿Estás segura de que se murió? ¿Quién te lo dijo?”, se me ocurrió preguntarle. Sólo bastaron cuatro minutos para advertir que fue una falsa alarma. Y salió el mensajito de desmentida y empezaron a llegar otros, como “hay que tener cuidado con esas cosas” o “con mi mamá habíamos iniciado una cadena de oración” o “¿estás seguro de que no se murió?”.

Esa misma mañana, ella y sus compañeras de trabajo –entre las que estaban las mamás de los chicos de Palmira y Luzuriaga- cerraron este pack de metidas de pata propagando un falso rumor de que salían del trabajo a las 12 porque iban a desinfectar las oficinas. Minga: lo van a desinfectar el fin de semana, hoy ¡noo!, fue lo que de entrelíneas partió desde Recursos Humanos.

"En cierta medida la estupidez es más interesante que la inteligencia: la inteligencia tiene límites, la estupidez no", señala un capítulo de Inciclopedia Wiki, la web que se ríe de Wikipedia, y atribuye esa frase a Homero Simpson.

Se me ocurrió poner en Google "estupidez+encanto". Y por suerte aparecieron 890.000 resultados de búsqueda. Mucha tela humana por cortar.

martes, 10 de noviembre de 2009

Somos lo que leemos


Hoy martes es el último día de la Feria del Libro de Mendoza. Fui esta mañana y me traje algunas novelas para la post cena. ¿Si hoy se lee? Seguro, si sumanos la cantidad de visitas de los tres principales diarios mendocinos en Internet tenemos unas 200 mil visitas al día. Y si a eso le agregamos los diarios que salen de los kioscos mendocinos, más la lectura obligatoria de la guía telefónica y de la última boleta de impuesto recién llegada a casa, tenemos unos 100 mil más. Más fácil se entiende así: ¿qué hacés con tus ojos durante el día? Mujeres, seguro, es más lindo mirarlas que leerlas; fútbol por el 7, 9 o TV pública B.A., seguro; la parada del colectivo y el bondi que nos lleva a nuestras actividades, también. ¿Y el resto del día? Televisión, papeleríos del laburo y.. sí, Internet. Hoy leemos.

En mi infancia, los cuentos de niños no fue un tema hablado por los niños. Jamás se nos pasó por la cabeza algo así como "vamos a casa a leer El Principito y a escuchar canciones de María Elena Walsh". Eran los tiempos de "Disco es Cultura", pero los pibes del barrio hacíamos carreritas de barquitos de madera en las acequias. Y si el tema era Súperman o Spiderman, había que verlo en el cine de la calle Lavalle o Buenos Aires, pero jamás un comic o un libro. Aún así, mis viejos lograron armar una pequeña biblioteca en mi habitación para meter libros de Emilio Salgari, Julio Verne y de historia argentina, que con el tiempo fueron conviertiéndose en textos por elección propia.

Pasamos al secundario en el Martín Zapata. No se hablaba de libros en los recreos ni en los momentos libres. Sabíamos que existían Borges y Cortázar, pero teníamos la cabeza ocupada con los chistes de Jorge Corona y las gatitas de Porcel y Olmedo. Esa es la verdad. En tercer año nos metieron a la fuerza uno de los libros más estúpidos que leí en mi vida. Se llamaba "El misterio de las valijas verdes". Claro, en esa época la profesora seguramente nos vio como niños, pero teníamos la cabeza puesta en Pink Floyd y Serú Girán. Será por eso que las primeras conexiones literarias como la gente llegaron a través de las letras del rock nacional que traían las revistas Cantarrok y Toco & Canto. Igual estaban los intelectuales de la música anglosajona que compraban revistas especializadas en inglés.

La universidad ya es otra cosa. Allí cada uno lee lo que le corresponde para aprender y empieza a despertar el hábito retrasadísimo por la lectura. Aparecen Borges, Marechal, Hemingway y muchos otros más. Llega la filosofía y la sociología. Desde Santo Tomás hasta Carl Marx. Por fin el tocadiscos anda bien: ahora "Disco es Cultura".

¿Quiénes leen hoy? Díficil de diagnosticar, aunque sirve saberlo porque es una conexión a la intimdad de esa parsona que creíamos conocer.

Está el que conoció El Eternauta cuando los Redondos sacaron "Bang Bang Estás liquidado" y está el que conoció esa historieta cuando aprendió a dibujar las caricaturas de Caloi y está al tanto de las tendencias de la historietas y chistes gráficos en el mundo.

Está el intelectual cerrado, que de católico no convencido se pasó al ateísmo, de la mano de Nietzsche y Marx, y siguió mamando ese punto de vista por siempre y está el intelectual con sabiduría, que además de lo descripto, conoce a fondo Julián Marías, Santo Tomás y Platón.

Está el que en los ochenta y noventa se compraban todas las revistas de automóviles y hoy tienen RSS en todos los blogs con esa temática, y guardan en su biblioteca libros con la historia de Ford y Chevrolet, y también está el que en los ochenta no se perdía ni un número de "Mecánica Popular", en los noventa siguió con PC Users y ahora está suscripto en Internet con todas las publicaciones específicas de informática.

Está el que parece tener sólo números en la cabeza y en su habitación esconde una gran cantidad de textos con tratados de economía y está el abogado frustrado que te habla todo el día de avioncitos y en su biblioteca acumula todos los códigos jurídicos que estudió en sus seis largos años de universidad, más los libros de la historia de la aviación en la segunda guerra mundial y en Malvinas.

Está la chica parroquiana que pareciera que nunca leyó nada en su vida, pero en el living de su casa, detrás de la mesa del comedor, tiene "El hombre light" de Enrique Rojas y los textos espirituales de Manuel Fernández y está la mujer que habla y habla y habla, como si necesitara una tonelada de libros en su garganta para contenerla y de repente esconde una biblioteca con libros de autoayuda y de recetas de cocina.

El libro está. O sino pregúntenle a las candidatas a reina de la Vendimia qué leen y qué películas ven (apuesto que más de una va a responder "Borges y Woody Allen").

viernes, 6 de noviembre de 2009

Huérfanos

Hoy, a las 11.20, José Vicente Zapata, a la altura de Salta, ya estaba congestionada. Colas de vehículos como en los tiempos de doble mano. Algunos que otros bocinazos e impaciencia desbordada. Resignación. Un mediodía de furia, nomás. Voy por Zapata, a pie, rumbo al oeste. Cruzo San Juan, también congestionada, tanto por el norte como por el sur. Un coche usado enciende el electroventilador, por suerte, y me hizo recordar que un tiempo antes de que me robaran el Senda, una mañana a esa hora volví rapidísimo por esa avenida a casa porque el motor de ese vehículo estaba calentando con todo. En aquella ocasión el tránsito -naturalmente, a esa hora- no me ayudó pero al menos pude salvar al coche de que se fundiera. Miré para Zapata, vi las decenas de autos esperando avanzar dos metros y me proyecté en la temperatura de los motores de todos esos coches. Y sí, ¿a cuántos mecánicos darán de comer los gremialistas que cortan las calles? se me ocurrió pensar.

A la altura del Policlínico de Cuyo el escenario se hizo evidente: la argentinidad al palo. ¿Por qué argentinidad? Por lo siguiente: enfoqué la mirada hacia el norte y luego, hacia el noroeste. ¿Qué vi? Lluvia de bocinazos y de automovilistas hartos de esperar que el tránsito recobre la normalidad. Bocinazos y puros bocinazos. La clásica impotencia de los ciudadanos que se portan bien vs el poder ilimitado de los ciudadanos que se portan mal. Huérfanos, al fin y al cabo, porque nadie contenía a estos mendocinos que iban del trabajo a sus casas para seguir trabajando por la tarde.

Luego enfoqué la mirada hacia el noroeste, es decir, mirando hacia la iglesia de Jesuita y el Parque. Unos 50 empleados del Hospital Central abrazándose como si acabaran de recibir un doctorado en la Universidad de Hardvare. Muy emocionados, como si acabaran de salvar una vida y de realizar el acto patriótico más grande de la historia argentina. Me costó entenderlo y posiblemente nunca en mi vida entienda eso. Huérfanos, al fin y al cabo también, porque hace rato que el Estado dejó de contenerlos porque les cerró la puerta.

Crucé a Jesuita, entré un rato a la iglesia y efectivamente, no estaba la atmósfera tranquila para que el cura diese la misa de las 12. No tanto por los bocinazos que sí se escuchaban. Sino más bien porque justo frente a  esa iglesia...un automóvil despedía desde un parlantón la música de Karamelo Santo, enfocado más hacia esa parroquia, que hacia la esquina conflictiva.

Mendocinos tristes; empleados y gremialistas alegres. Uno manda sobre el otro de una forma violenta, porque el violar las leyes ya es violencia.

Por suerte el rocanrrol te deja con una sonrisa reflexiva. Esa canción de Karamelo Santo que sonaba en los parlantones gremialistas en realidad estaba autorretratando lo que en ese momento sucedía en los dos bandos:

"No tengo papá, no tengo mamá, no tengo papá, no tengo mamá".

martes, 3 de noviembre de 2009

Es un trabajo más

Mayo de 1995. Cubría una conferencia en la sede del radicalismo en la ciudad de Buenos Aires. Era un pasante del diario La Nación. Se hacía tarde y nos pusimos a intercambiar la información recogida con el periodista de Clarín. Luego llegó el de Crónica y él nos llevó en su coche a nuestros respectivos diarios. Ninguno de estos tres diarios es mala palabra entre ellos (a eso quería llegar y ahora sabrán por qué).

En esos años era común que en la facultad de comunicación nos visitaran periodistas que recorrieron varias redacciones y producciones de radio y TV, como cualquier ser humano que emprende una carrera con objetivos de superación. En Buenos Aires es normal eso:  tenés a Julián Weich, que pasó por el 13 y Telefé, los dos archirrivales de Buenos Aires y de la TV argentina. El más emblemático de todos fue Tinelli: arrancó en Badía & Compañía (Canal 13 de Buenos Aires), pasó a Telefé para hacer VideoMatch, siguió con ese programa en el Canal 9 porteño y luego regresó al 13. Acá en Mendoza, primero al 9 y después al 7.

Aquí en Mendoza no es común que un periodista de un medio luego trabaje en otro y después, en otro.  Los comentarios de quienes leyeron la nota de aquí refleja esa impresión. Pareciera que está mal juntar experiencia de ese modo, es decir, ser un viajero de muchos lugares y ser sabio por ello, más que ser un viajero de un mismo lugar y quedarse allí, para explicarlo en criollo sencillo. La pregunta que mata, en el caso de nuestra profesión y creo yo, en todas, es la siguiente: ¿a éste lo ves trabajando de lo suyo afuera de Mendoza?


"Si lo nombrás estás haciendo propaganda"


Cuando le hicieron la despedida a Mur en Canal 9, lo que yo vi en los subtítulos del noticiero fue algo así como "Ricardo Mur se retira de la TV" o "deja la TV", como si Canal 9 fuera lo único de TV que existe en Mendoza y el mundo. Pero este comportamiento ultramenduco no es propio de esa emisora, sino que implícitamente de todos los medios. ¿Cuál es el miedo de fondo? Se trata de un mito-miedo de que si nombrás a la competencia entonces estás haciendo propaganda para la competencia, por lo tanto, no lo nombres ni lo cites en una nota, (si es posible poné como fuente del informe "según dijo la prensa hoy").

¿Por qué somos así los mendocinos, miedosos al extremo? Un misterio. No voy a lanzar hipótesis basadas en prejuicios.

Sí creo yo que los periodistas tenemos que hacer una autocrítica en ésto y abandonar este estilo de ninguneo porque la audiencia ya sabe (por lo tanto, basta de subestimarlos) a quién nos referimos cuando intentamos ningunear a la competencia o a algún comercio que no lo podemos nombrar ni escribir para evitar hacer chivo.

En fin, tuve que reformular casi todo este post a un día de publicado, pero ésta era la idea que quería dejar.